En este barrio practicamos el buen gusto. Somos detallistas, esmerados, respetuosos del entorno. Cualquiera que camine por estas cuadras lo comprueba fácilmente. Venga, haga el ejercicio. Disfrute de las fachadas de nuestras casas de estructuras antiguas. Asómese a las ventanas para ver los ambientes reciclados, las plantas libres, las cocinas integradas. Sienta la música armoniosa de aquel tocadiscos salir por la ventana, y preste atención a las charlas ocasionales entre los vecinos: disfrute también la musicalidad de ese léxico que equilibra las dosis justas de calle y distinción.

Aquí todo es así. Incluso las mascotas en este barrio son cultura, cine, literatura, historia, mitología. Estilo, en síntesis. El de la esquina, por ejemplo. Sí, ese golden de pañuelo en el cuello que recibe a su dueño con saltos de felicidad. Ese es Aquiles.

¿Ve el living de esa casa? Ahí, frente a la biblioteca, el siamés que duerme en el sillón, justo donde da el sol, ese es Kafka. Fedra es aquella ocicat que se pasea elegante por el pretil de la ventana de allí arriba. El burmés que la mira atento desde el apartamento de enfrente, al lado de la maceta, es Fitzcarraldo, y aquel tokinés que se relame ensimismado es Frida. No, no es un error. Digo bien. Si mira con atención se dará cuenta de que en realidad es macho, pero es apenas un detalle. Hay que reconocer que Frida es un lindo nombre y le va muy bien.

El grandanés robusto de allá, ese que lleva a su desgarbado dueño de lentes marcudos casi a rastras, es Tupac. Los dos perros sentados frente a la puerta del gimnasio son Napoleón e Isabel. Napoléon es el salchicha simpático, y la cocker de pose altiva es Isabel. ¿Ve la niña que juega en la entrada de aquella casa? La tortuga que sostiene en su mano se llama Matilda.

Es un barrio agradable, ¿verdad? Aunque debo reconocer que no siempre la escena es tan apacible. Matilda, por ejemplo, se pasa los días escondida en su caparazón, acosada por el pequeño índice de su dueña que intenta sacarla a prepo. Aquiles cada vez que ve salir a la anciana que vive al lado se prende como una garrapata de su pierna y empieza a hacer movimientos sexuales. Ha llegado incluso a tirar al piso a la pobre vieja.

Cuando Fedra está en celo, hay sangrientas peleas entre Fitzcarraldo, Kafka y Frida. Fitzcarraldo y Kafka vuelven destrozados a sus casas mientras Frida y Fedra despiertan al barrio con maullidos amatorios.

Una tarde, el desgarbado dueño de Tupac le sugirió amablemente al dueño del gimnasio que no dejara pasear sueltos a Napoleón e Isabel y que usara una bolsa de nailon para levantar la caca. Antes de que pudiera terminar de exponer su respetuoso planteo, el musculoso le propinó una paliza memorable. Mientras tanto, aprovechando la distracción y como una pequeña venganza, Tupac se montaba a Isabel.

Sí, puede que este tipo de imágenes echen un poco a perder la delicadeza de nuestro barrio. Pero no hay por qué alarmarse. Al final, somos todos animales.

Jacinto