La Unión Europea (UE) aprobó la renovación de la licencia del glifosato por cinco años. La aprobación fue posible debido a que el ministro de Agricultura de Alemania, Christian Schmidt, dejó de abstenerse y pasó a votar a favor de la extensión de la licencia. La decisión contradice un dictamen del Parlamento Europeo emitido hace poco más de un mes.

La canciller alemana, Angela Merkel, criticó públicamente a su ministro después de que este decidiera cambiar el voto de Alemania en la reunión de la UE que se llevó a cabo el lunes. “No era este el proceder pactado en el gobierno, en el que se había acordado una abstención”, advirtió Merkel. “Lo sucedido no debe repetirse y así se lo he advertido al gobierno”, agregó. La abstención de Alemania era la que había impedido hasta ahora que se renovara durante cinco años la licencia para el uso del glifosato en todos los países del bloque europeo. Hasta la reunión del lunes había 14 países a favor de la renovación –entre ellos España y Reino Unido–, ocho en contra –liderados por Francia e Italia– y cinco habían decidido abstenerse –entre ellos Alemania–. Para aprobar la renovación era necesario el voto de 55% de los países que representaran a 65% de la población de la UE, lo cual matemáticamente era muy difícil sin el respaldo de Francia o Alemania.

La decisión de Schmidt de abandonar la abstención y votar a favor cambió la ecuación, arrastró a Polonia, Bulgaria y Rumania, y permitió que 18 de los 28 estados miembros de la UE aprobaran la renovación de la licencia del agroquímico inventado por Monsanto. Después de esto, un pedido de que se amonestara al ministro fue planteado por parte del Partido Socialdemócrata alemán, que actualmente es socio de gobierno de la Unión Cristianodemócrata de Merkel en una alianza que la canciller pretende renovar. Se espera que las negociaciones entre ambas formaciones comiencen en 2018.

La licencia para el glifosato estaba vigente hasta el 15 de diciembre y su renovación se discutía desde hace dos años. Producto de esa negociación, se definió que la renovación se dispusiera por cinco años y no por15, como se proponía originalmente.

En este período de dos años hubo acciones en contra de la renovación. Una es la resolución del Parlamento Europeo aprobada el 24 de octubre en la que se pide a la Comisión Europea la eliminación total del glifosato –tanto para la venta como para el uso– para 2022, y que proponía como primeras medidas la prohibición de su uso no profesional y su aplicación en espacios públicos. Otra acción contra el glifosato fue la presentación de una iniciativa ciudadana que pedía que no se renovara la licencia, que reunió más de un millón de firmas en un año.

Además, en julio se conoció un estudio de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer de la Organización Mundial de la Salud que concluye que el glifosato es un posible cancerígeno. La Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas contradijo este estudio y en marzo concluyó que no hay pruebas para clasificar al glifosato como cancerígeno.

Poco contentos

Bélgica y Francia rechazaron la renovación de la licencia del glifosato y anunciaron que adoptarán medidas. El gobierno belga afirmó que se pondrá en contacto con otros países que votaron en contra de esta medida para buscar alternativas que permitan la eliminación de ese producto. El ministro de agricultura de ese país, Denis Ducarme, advirtió que con esta decisión “se ha abierto una brecha profunda” entre los países de la UE y también en la opinión pública. Por su parte, el presidente francés, Emmanuel Macron, aseguró que en su país la prohibición será inmediata, “como máximo en tres años”.

El malestar también surgió del Parlamento Europeo. El eurodiputado del partido verde Equo, el francés Florent Marcellesi, aseguró que su organización política irá “país por país” para conseguir la eliminación del glifosato. Además, dijo, propondrán “una comisión de investigación sobre el glifosato y los conflictos de intereses de los lobbys”. Esto se sumaría a otra investigación sobre este tema: la que en agosto abrió la Comisión Europea sobre la compra de la estadounidense Monsanto por parte de la empresa alemana Bayer. Se busca determinar si la unión de las dos firmas respeta la legislación comunitaria, si perjudica la libre competencia en los varios mercados que abarca y si en la discusión para la compraventa influyó el hecho de que la UE tuviera pendiente su definición sobre el glifosato.

Por su parte, el sector agrícola europeo celebró la decisión adoptada por la UE. “La prohibición del glifosato afectaría de manera global a la agricultura europea”, dijo Paula Triviño, directora de la Federación Europea para la Agricultura de Conservación, al diario español El Confidencial. Tanto esta como otras organizaciones que reúnen a agricultores advierten desde hace años que la eliminación del glifosato generaría un perjuicio enorme para los productores europeos y los pondría en desventaja con los de otros países, que ofrecerían productos a menores costos gracias al uso del herbicida.