“Esta vez no pudieron. El amor le ganó al odio”, dijo en una conferencia de prensa Andrea, la nieta 126 recuperada por Abuelas de Plaza de Mayo. La mujer, de 40 años, dijo que está “feliz de haber conocido la verdad” y afirmó que se le “completó la vida” con la información acerca de su identidad. “Pasé de ser abandonada, vendida, regalada, no deseada, de vivir con eso, a sentir que fui querida, deseada, buscada y que tengo una familia hermosa. Tengo una abuela, no lo puedo creer”, dijo.

Andrea conocerá a su abuela Blanca Díaz de Garnier en Concepción del Uruguay, donde ella vive y donde nació su padre. Es hija de dos desaparecidos, Violeta Ortolani y Edgardo Garnier, y nació en enero de 1977 durante el cautiverio de su madre. Violeta nació en la ciudad de Buenos Aires y se mudó a La Plata para estudiar ingeniería química en la facultad, donde comenzó su militancia política y conoció a Edgardo. Ambos militaron en el Frente de Agrupaciones Eva Perón. Ella militó también en la Juventud Universitaria Peronista y él, en la Juventud Peronista. Se casaron en agosto de 1976, cuando Violeta estaba embarazada de tres meses.

En diciembre, Violeta fue secuestrada. Edgardo la buscó “por cielo y tierra”, pero no la encontró, contó la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto. Tres meses después de que Violeta fuera secuestrada, también lo fue Edgardo. Los dos permanecen desaparecidos.

Más acá en el tiempo, Andrea recurrió a Abuelas de Plaza de Mayo porque alguien de su entorno familiar le dijo que no era la hija biológica de quienes la habían criado, que ya habían muerto, contó la organización en un comunicado. Fue derivada a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad, donde aportó información y una muestra de ADN; fueron los resultados de esas pruebas los que confirmaron que es la hija de Violeta y Edgardo. “Inmediatamente accedió a acercarse a Abuelas para encontrarse con su familia y con compañeros de militancia de sus padres”, agrega el texto.

En la conferencia, Andrea –a quien sus padres querían llamar Vanessa– llamó a quienes tengan dudas sobre su identidad a acercarse a Abuelas, como lo hizo ella. La organización manifestó en el comunicado que este caso subraya la importancia de que “quienes tienen algún dato sobre un posible hijo de desaparecidos hablen con él” para ayudarlo “a vivir en la libertad que sólo ofrece la verdad”.

En el texto también se menciona que la partida de nacimiento de Andrea, que es falsa, está firmada por Juana Fanicevich. Desde 2015 la Unidad Especializada en casos de apropiación investiga 93 partidas de nacimiento firmadas por esta obstetra, ya fallecida, después de que se detectara que había falsificado varias. Uno de los grandes obstáculos que enfrentan los casos que están siendo investigados es que no siempre quienes podrían ser hijos de desaparecidos quieren brindar voluntariamente una muestra de ADN y no todos los jueces están dispuestos a exigirla. Esta investigación tuvo como consecuencia que, en octubre de 2016, se restituyera el nieto 121, Maximiliano, hijo de Ana María Lanzillotto y Domingo Menna. Maximiliano fue contactado y brindó una muestra de ADN voluntariamente después de que se detectara que su partida de nacimiento tenía inconsistencias y estaba firmada por Fanicevich.

En el comunicado emitido ayer, las Abuelas replican el llamado a toda la sociedad para que colabore. “Vamos quedando pocas Abuelas, hace pocos días tuvimos la tristeza de despedir a dos grandes compañeras”, afirman, antes de pedir, “con la urgencia del tiempo que corre”, colaboración para encontrar a los más de 350 nietos que siguen sin ser identificados.