Los partidos que promovieron el referéndum independentista en Cataluña lograron mantener en las elecciones regionales de ayer una mayoría parlamentaria similar a la que les permitió, en 2015, formar el anterior gobierno, liderado por Carles Puigdemont. Sin embargo, esta vez, a primera vista, la conformación de alianzas políticas parece más ardua.

Con 98% de los circuitos escrutados, el partido de derecha Ciudadanos, fuerte crítico de la independencia, fue el más votado ayer en Cataluña. Logró 25,4% de los votos y contará con la mayor bancada del Parlamento, 36 de los 135 escaños, 11 más que en las elecciones de 2015.

También crecieron en votos los independentistas Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), liderado por el ex vicepresidente catalán Oriol Junqueras, y Junts per Catalunya, una alianza integrada por el Partido Demócrata Europeo Catalán, de Puigdemont. Contra lo que preveían las encuestas, Puigdemont superó a Junqueras. En las elecciones anteriores ERC y lo que hoy es Junts per Catalunya se presentaron en una alianza que consiguió 62 escaños. Esta vez, se postularon por separado, y entre los dos superaron esa cifra, con 34 escaños de Junts per Catalunya y 32 de ERC.

En cambio, sufrieron un retroceso la Candidatura de Unidad Popular (CUP), un partido independentista y antisistema aliado del anterior gobierno catalán, y el Partido Popular (PP). Ambos obtuvieron 4% menos de votos que en 2015. La CUP pasó de diez escaños a cuatro, con 4,4% de apoyo, y el PP, que gobierna España, en Cataluña apenas reunió 4,2% de apoyo y tres bancas. También hubo un retroceso, aunque menor, en los votos de la alianza entre Podemos y Catalunya en Comú, de la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, que bajó de 8,9% a 7,4%, y contará con ocho bancas.

Estos cambios no son suficientes para traducirse en una modificación sustantiva del Parlamento catalán, donde una vez más los independentistas tendrán más de la mitad de las bancas y podrían volver a gobernar si se unen, incluyendo a la CUP, y superan así los 68 votos de la mayoría simple.

En los próximos días se irán definiendo las eventuales alianzas, y se establecerá si es posible la conformación de un gobierno de partidos que defienden la independencia, pese a que son organizaciones de distinto signo político. Esta vez, además, llegan al Parlamento después de que quedara por el camino el proyecto de declarar la independencia en octubre y de que los dirigentes de las distintas formaciones cruzaran acusaciones veladas durante la campaña.

Estas elecciones fueron convocadas por el gobierno de Mariano Rajoy a partir de la aplicación del artículo 155, que implicó la disolución del Parlamento de Cataluña y la destitución de su gobierno. La aplicación del artículo 155, según su implementación publicada en el diario oficial, termina cuando el Parlamento conforme el nuevo gobierno, pero el Ejecutivo de Rajoy puede optar por disponer alguna modificación.

Antes de las elecciones, Puigdemont había manifestado que la única forma de recuperar la soberanía era utilizar la votación para devolverle el cargo de presidente catalán, del que fue destituido con la aplicación del artículo 155. A su entender, Junts per Catalunya, era el único “voto útil para el país”.

Uno de los datos electorales que fue celebrado por todos los partidos es el de la participación, que superó la de instancias anteriores. Anoche todavía no se contaba con la cifra definitiva, pero a las 18.00, dos horas antes del cierre de urnas, había participado 68% del padrón electoral, 5% más que a la misma hora en las elecciones de 2015. Según una encuesta a boca de urna del diario La Vanguardia, el porcentaje aumentaría a 84%.

Antes de la celebración de las elecciones, sectores contrarios a la independencia aseguraban que la participación aumentaría porque una “mayoría silenciosa” de catalanes que se sienten españoles optarían por acudir a las urnas para darles un mensaje a los independentistas. Sin embargo, la alta participación no evitó que estos lograran una representación mayor en el Parlamento.