Todo parecía indicar, anoche, que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, iba a lograr su primera victoria en el Congreso después de varios fracasos: de tarde, la Cámara de Representantes aprobó su gran reforma fiscal que, al cierre de esta edición, recién empezaba a debatirse en el Senado, donde los republicanos cuentan con una ajustada mayoría.

La iniciativa, que llegó a los legisladores tras varias semanas de negociaciones, recibió en la cámara baja 227 votos a favor –todos republicanos– y 203 en contra –la mayoría demócratas, más 12 republicanos–. El resultado, en sí, es polémico, porque no es habitual que el Congreso apruebe leyes de tanto peso sin un acuerdo bipartidista.

Consciente de la férrea oposición de los demócratas a su plan fiscal, Trump concentró sus esfuerzos en negociar con legisladores de su propio partido. De hecho, el texto recién quedó en una posición favorable para ser votado en el Congreso el viernes, cuando logró el apoyo necesario gracias al respaldo de los senadores republicanos Marco Rubio y Bob Corker, que en un principio se habían opuesto.

El proyecto de ley busca, fundamentalmente, recortar impuestos a las rentas más altas y a las empresas. En concreto, los impuestos individuales más grandes se reducirán de 39,6% a 37%, mientras que los cargos impositivos a las empresas se reducirán de 35% a 21%. La reforma, además, propone siete tramos impositivos a las personas físicas y aumenta el crédito tributario por hijos de 1.000 dólares a 2.000.

Entre sus aspectos más controvertidos, la legislación deroga, a partir de 2019, también el mandato de seguro individual requerido por la reforma de la salud del ex presidente Barack Obama. Permite, además, la perforación en busca de petróleo en una parte del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico.

En cambio, la norma no deroga el impuesto al patrimonio o el impuesto mínimo alternativo para individuos, ambos, objetivos fijados a largo plazo por los republicanos. Pero sí aumenta los montos de la exención.

“Como candidato, prometí que aprobaría un recorte tributario masivo para las familias trabajadoras estadounidenses, que son la columna vertebral y el latido de nuestro país. Ahora estamos a sólo unos días de lograrlo”, dijo Trump el domingo en Twitter. En tanto, el líder de la bancada republicana en el Senado, Mitch McConnell, aseguró que antes de que se inicie el debate en esa cámara el Congreso “está al borde de una oportunidad histórica”. Agregó: “Esto es lo que nos proponemos hacer: sacar dinero de los bolsillos de Washington y ponerlo en los bolsillos de los estadounidenses de clase media”.

Al igual que sucedió en la Cámara de Representantes, se esperaba anoche que los republicanos no contaran con ningún voto demócrata a favor en el Senado, lo que muestra la impopularidad que genera este proyecto tanto en la oposición como en una gran parte del país.

El fin de semana, ante esta situación, el líder de la bancada demócrata en el Senado, Chuck Schumer, alertó a los republicanos de las consecuencias de sus actos. “Bajo este proyecto de ley, la clase trabajadora, la clase media y la clase media alta son apuñaladas mientras que las corporaciones ricas y adineradas se convierten en bandidos. Es justo lo contrario de lo que Estados Unidos necesita, y los republicanos lamentarán el día en que lo aprueben”, advirtió.

El senador progresista Bernie Sanders opinó en Twitter que la aprobación de la ley en la Cámara de Representantes significa “una victoria para las corporaciones más grandes y rentables en el país, que, a pesar de las ganancias récord, ahora verán cientos de miles de millones de dólares en desgravaciones fiscales a expensas de las familias trabajadoras”.

De ser aprobada por las dos cámaras, la reforma –la primera que se hace al sistema tributario en Estados Unidos desde 1986– podría ser promulgada hoy mismo por Trump.