La coalición nacionalista Por Córcega logró una holgada mayoría en la segunda vuelta de las elecciones regionales del domingo, lo que la deja en mejor posición para reclamar al gobierno francés el estatuto de autonomía plena que persigue desde hace años.

La alianza formada por los autonomistas de Gilles Simeoni y los independentistas de Jean-Guy Talamoni obtuvo el domingo 56,5% de los votos, 12 puntos porcentuales más que los alcanzados en la primera vuelta.

Los nacionalistas están al frente de las instituciones corsas desde las elecciones de 2015. Entonces, Simeoni quedó como el presidente del Consejo Ejecutivo –equivalente a un Ejecutivo regional– y Talamoni quedó al frente de la Asamblea o Parlamento corso.

Los resultados de las últimas elecciones muestran que la alianza tendrá todavía más control sobre la nueva colectividad, que desde enero fusionará la región –Córcega– y los dos departamentos que la componen –Alta Córcega y Córcega del Sur–. De acuerdo con las proyecciones, Por Córcega se quedaría con 41 escaños de la Asamblea, de un total de 63. En las elecciones anteriores, había conseguido 24 –de un total de 51–.

Los líderes nacionalistas celebraron los resultados y coincidieron en la necesidad de dialogar con París. Talamoni fue el más duro: dijo a una radio local que los resultados de los comicios demuestran “la confianza masiva” de los corsos en la alianza nacionalista y aseguró que el gobierno francés “no podrá mantenerse mucho tiempo negando la democracia”. Advirtió que, de hacerlo, los nacionalistas reaccionarán “con movilizaciones populares”.

Por Córcega no plantea en su programa electoral la búsqueda de la independencia, sino un estatuto de autonomía al que se llegue en los próximos tres años y que pueda aplicarse plenamente dentro de una década. El plazo impuesto se debe a que, según el nacionalismo corso, es necesaria una etapa previa para garantizar el desarrollo económico de Córcega, la región menos desarrollada de la Francia metropolitana.

Los nacionalistas también reclaman al gobierno de Francia que la lengua corsa sea oficial, junto al francés, y un estatuto de “residente” que suponga una preferencia respecto de otros franceses que acuden a Córcega. Además, exigen que los corsos que están encarcelados por delitos de terrorismo –a quienes consideran “presos políticos”– vuelvan a la isla, con el argumento de que el Frente de Liberación Nacional de Córcega abandonó las armas en 2014.

Si bien el triunfo de la dupla Simeoni-Talamoni no era el escenario ideal para el Elíseo, el gobierno del presidente francés, Emmanuel Macron, se mostró dispuesto a dialogar. El mandatario francés felicitó el mismo domingo de noche a Simeoni y le dijo que está dispuesto a recibirlo. Por su parte, el ministro del Interior francés, Gérard Collomb, reiteró el lunes en un comunicado la “disponibilidad del gobierno para, con un espíritu de escucha, de diálogo y de respeto mutuo, acompañar la creación de la nueva colectividad y responder a las numerosas demandas manifestadas por los corsos en este escrutinio”.

Más tarde, Simeoni dijo a la radio France Info que estaba “satisfecho” por la actitud del gobierno, pero aclaró que las cosas tienen que ir más allá de esa “amabilidad protocolaria”.