El nuevo capitán del renovado Peñarol marcó ayer por primera vez un doblete con la casaca aurinegra. ¡Pero qué doppietta! Nahitan Nández, el conductor dentro de la cancha que eligió el entrenador debutante Leonardo Ramos, convirtió dos golazos y trajo el recuerdo, dicen algunos, de cuando jugaba de enganche en la selección sub 18 de Maldonado y en Atlético Fernandino.

Siempre trepando por el sector derecho, en esa nueva función que se le adjudicó desde el Campeonato Uruguayo pasado, el 25 metió primero un zapatazo tremendo al ángulo superior derecho de Gonzalo Salgueiro, en el arco de la tribuna Washington Cataldi, y después una definición exquisita -de tres dedoscon la parte externa del botín derecho, que no sólo fue a parar lejos de Salgueiro, sino que la comba fue tal que pasó por el costado de uno de los defensores fusionados. Esas dos anotaciones fueron el segundo y el tercero aurinegro, que le dieron la tranquilidad necesaria para manejar el partido hasta el final.

Luego vendría el cuarto gol, el de Nicolás Dibble, que sentenció el match en el Campeón del Siglo. En la primera etapa se había abierto el score con una arremetida de Gastón Rodríguez que terminó con un rebote en Matías González para el 1-0.

A pesar de las dudas

De atrás hacia adelante. Peñarol ganó un partido que era bravo porque era el debut, porque no venía bien en los últimos partidos oficiales y porque volvía a haber dudas de cómo llegaría a pararse un equipo que otra vez era nuevo, con muchas incorporaciones y poco rodaje. A todo esto había que sumarle la vuelta a jugar en su cancha y con su gente después de todo lo que pasó. En el banco de suplentes también había novedades: nuevo director técnico, que arrancó con el pie derecho.

Por el lado de El Tanque también había muchas cuestiones para analizar. Un equipo que es preso de su presidente, Fredy Varela, que necesitó nuevamente dinero prestado por la empresa Tenfield para participar y que, temporada tras temporada, no ha cumplido con el pago de los salarios de los trabajadores. El Tanque salía a la cancha, a jugar en Primera División, después de un año. Y con caras nuevas. Algunos jugadores que fueron campeones de la B se quedaron y a ellos se sumaron otros que llegaron, como el volante Ademar Martínez. A pesar de algunos tímidos ataques en el primer tiempo -con viento en contra- y un par de bochas que obligaron a a Gastón Guruceaga a estirarse en el segundo -con viento a favor-, no lograron llegar con peso al área de Peñarol, que tenía cuatro debutantes en la línea defensiva: Hernán Petryk, Iván Villalba, Ramón Arias y Lucas Hernández. Los cuatro cumplieron un buen trabajo. En la mitad de la cancha aurinegra estaban los viejos conocidos: Nández, Guzmán Pereira, Marcel Novick y Matías Mier, que en su regreso fue la figura de la cancha con la 10 en la espalda. Arriba, uno que estaba, Gastón Rodríguez, y otro que llegó, Lucas Cavallini. La presión, la intensidad y, sobre todo, los goles mostraron a un Peñarol renovado en la cancha, que irá por más.