El Instituto Nacional de Estadística de Portugal informó que el ascenso del Producto Interno Bruto (PIB) durante el último trimestre del año fue de 2%, algo que responde a incrementos en la demanda interna -particularmente por la recuperación de la inversión- y a la aceleración de las exportaciones.

Estos datos superaron el cálculo elaborado por la Comisión Europea (CE) en febrero. Para el órgano ejecutivo de la Unión Europea (UE), el PIB luso iba a ser impulsado en el segundo semestre por el turismo, pero cerraría 2016 con un crecimiento de 1,3%. Esta misma cifra es la que esperaba el Fondo Monetario Internacional (FMI), otro de los miembros de la troika que supervisó las decisiones tomadas en materia económica cuando el país solicitó asistencia financiera.

En 2007 Portugal tenía un déficit de 3% del PIB y una deuda pública de 68,4% del PIB, originada en la acumulación de déficits de los años anteriores. En ese momento, el problema de la economía portuguesa no era, como en el caso de otros países, una fuerte exposición a la “burbuja” inmobiliaria, sino un débil crecimiento del PIB y un bajo (o nulo) crecimiento de la productividad. En mayo de 2011, incapaz de financiarse en los mercados -que le exigían intereses prohibitivos-, pidió -y obtuvo- un rescate a la troika formada por la CE, el Banco Central Europeo y el FMI. El rescate tuvo un valor de 78.000 millones de euros y se extendió durante tres años. A cambio, el gobierno del conservador Aníbal Cavaco Silva aplicó un plan de austeridad sin precedentes en Europa, que incluyó un recorte drástico de los ingresos de los funcionarios públicos, las pensiones y las jubilaciones, y un aumento de impuestos del orden de 30%.

Entre 2008 y 2012 el PIB per cápita del país cayó de 24.816 dólares (uno de los más bajos de la zona euro) a 20.732; el desempleo pasó de 8,6% en enero de 2008 a 17,3% en enero de 2013; y uno de cada cinco portugueses estaba bajo el umbral de pobreza. La deuda pública llegó a 129% del PIB en 2013, cuando en 2008 era de 71,7%. Portugal vivió tres años consecutivos de recesión entre 2011 y 2013. Tras esos años, la economía portuguesa creció 0,9% en 2014 y 1,6% en 2015.

En mayo de 2014, Portugal se convirtió en el segundo país europeo en salir del plan de rescate, en busca de recuperar su autonomía financiera y su capacidad de tomar decisiones en materia económica. Siguió los pasos de Irlanda, pero la salida de los inspectores de la troika de acreedores no supuso el fin de la política de austeridad. “Hemos recuperado la confianza de los inversores, pero el camino por recorrer aún es largo. La disciplina presupuestaria sigue”, advertía el primer ministro Pedro Passos Coelho.

Vencedores vencidos

En octubre de 2015 la coalición de centroderecha que gobernó durante los cuatro años de la crisis ganó las elecciones, pero sin la mayoría necesaria para gobernar sin aliados. Finalmente, el Partido Socialista (PS), aunque tenía menos votos, logró unificar a la izquierda y reunir el respaldo suficiente para formar gobierno. Ese primer año de la izquierda en el gobierno luso, la posibilidad de un segundo rescate estuvo planeando, pero encontró siempre una negativa cerrada del Poder Ejecutivo. “Señor primer ministro, Alemania habla de un segundo rescate”, le dijo un periodista de la agencia de noticias Reuters a Antonio Costa en setiembre del año pasado. “Eso es una estupidez”, contestó el gobernante.

Por esos días, el banco alemán Commerzbank publicó un análisis dramático sobre Portugal. Le siguió el diario Financial Times con un artículo de opinión en el que se afirmaba que ese país estaba “en el centro de una tormenta perfecta de crecimiento débil, caída de la inversión, baja competitividad, déficit presupuestario y un sector bancario subcapitalizado que tiene mucha de la estratosférica deuda del Estado”. Los socialistas en el gobierno interpretaron estas presiones como un intento de la CE, tras el brexit, de enviar a los países del sur de Europa un mensaje para que cumplan sus compromisos.

El ministro de Finanzas, Mario Centeno, ha dicho que el gobierno aspira a que la UE retire a Portugal del grupo de países sujetos a sanciones por infringir las reglas fiscales del bloque. Usó al influyente Financial Times para asegurar que el déficit de 2016 está “muy cerca de 2%” del PIB, el más bajo desde que se restauró la democracia en el país, en 1974, y dijo que podría alcanzar un superávit primario de 2,3%, el más alto de la zona euro, detrás de Grecia. Recordó que la economía portuguesa crece desde hace 13 trimestres consecutivos, y declaró que “si esto no es suficiente para que un país salga del procedimiento de déficit excesivo, habrá que preguntarse qué es necesario”.

Si las autoridades de Europa permiten que Portugal abandone este procedimiento, el país estaría en condiciones de recibir mejoras en las calificaciones crediticias y, por esta vía, reducir el costo del financiamiento. “Es importante que las agencias de calificación entiendan que hoy Portugal es diferente del Portugal de 2012. La reducción sostenida de la deuda de los hogares y empresas ha sido asombrosa”, agregó Centeno en esa entrevista.

Cuando se le mencionó el abultado déficit fiscal (que en 2015 fue de 4,4% del PIB frente al 3% que permiten las leyes de la UE), Centeno dijo que por eso se implementaron “políticas que generan crecimiento, consolidación fiscal y cohesión social”, pero fue enfático al destacar que “las personas tienen derecho a entender por qué tenían que hacer sacrificios y empezar a recoger los frutos”.

El gobierno detuvo las medidas de austeridad más resistidas, pero mantuvo un fuerte compromiso con los objetivos fiscales y realizó esfuerzos para cumplirlos. Sin embargo, la CE y el FMI continúan advirtiendo acerca de una “desaceleración” de las reformas económicas para aumentar la productividad.

La aceleración del crecimiento del PIB en la segunda mitad de 2016 y el creciente superávit primario en las finanzas públicas llevaron a que, en febrero, el vicepresidente de la CE para el Euro, Valdis Dombrovskis, dijera que Portugal podría salir del procedimiento por déficit excesivo si se confirma en abril la tendencia positiva en esas estadísticas.

Queremos todo

La comunión entre socialistas, comunistas y otros partidos de izquierda ha logrado mejorar los datos económicos, pero también los sociales. “Aquello que parece lo más improbable, como que las vacas vuelen, puede llegar a no serlo y que las vacas puedan volar”. De esta manera respondió Antonio Costa a la pregunta “¿cómo se explica que Portugal haya mejorado en prácticamente todos los aspectos?”.

El gobierno de Costa, nacido tras negociaciones del PS con el Bloque de Esquerda y el Partido Comunista -que históricamente han mostrado reticencia uno hacia el otro- desbancaron a la derecha e impusieron algunas condiciones que no siempre van juntas: aumentar los salarios, mejorar los indicadores sociales y continuar reduciendo el déficit de las cuentas públicas.

La reducción del IVA hizo pasar su tasa básica de 23% a 13%; los sueldos de los funcionarios públicos, recortados en 2011, fueron restaurados; y el salario mínimo pasó de 505 euros a 530, y la previsión es aumentarlo a 557 en 2017. Además, las pensiones y jubilaciones incrementaron su valor, y se aplica una tarifa social en la energía a 700.000 familias. El presupuesto en salud y educación creció más de 250 millones de euros cada uno, el de cultura creció 30 millones, y el de ciencia y tecnología unos 75. Estas políticas generaron la reactivación del nivel de actividad que ahora toma por sorpresa a la troika.

Los diarios portugueses publicaron hace unos días una encuesta que revelaba que existe en la población una “sensación de éxito gubernamental”. De los encuestados, 63% considera “buena o muy buena” la gestión del Ejecutivo encabezado por Costa. La encuesta agrega que si hubiera elecciones parlamentarias hoy, el PS bordearía la mayoría absoluta, una excepción en el panorama político europeo.

De todas maneras, persisten algunos nubarrones. Cayeron las inversiones extranjeras y la prima de riesgo subió de 184 puntos en diciembre de 2015 a 338 puntos, lo que alimenta especulaciones sobre la necesidad eventual de un nuevo rescate. Pero en el gobierno tienen claro que están allí porque trataron de hacer que las vacas vuelen.