Eugenio Figueredo fue procesado con prisión en diciembre de 2015 por diversos delitos relacionados con sobornos y lavado de activos, la mayoría de ellos vinculados con el escándalo de corrupción descubierto ese año en la FIFA, organismo del que era vicepresidente. En aquel momento, la Justicia le otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria por su “delicado estado de salud”.

Una fuente del Poder Judicial aseguró que este tipo de decisiones “son la prueba de que el mal no paga, porque los peores mafiosos, los violadores de derechos humanos más salvajes, los cómplices de las más grandes atrocidades, inevitablemente terminan teniendo unos problemas de salud tan grandes que ni siquiera pueden afrontar la prisión”. A Figueredo lo habían habilitado también a salir una hora diaria para hacer ejercicio, y ayer se lo autorizó a dejar la prisión domiciliaria para trabajar, 12 horas por semana. “Es inhumano”, aseguró ayer uno de sus abogados, y agregó: “Tener a Figueredo sin la posibilidad de robar es como tener a un pájaro sin la posibilidad de volar. Es un verdadero atentado a sus derechos humanos”. La defensa del ex dirigente presentará un recurso para que se le permita “seguir robando igual o un poquito más que antes”. Esto le permitiría “seguir llevando exactamente la misma vida que llevaba antes, pero sin la parte del riesgo de que la Justicia lo atrape, porque en realidad ya está atrapado”. Desde el gobierno consideran “positivo” que Figueredo pueda trabajar, ya que “es la única persona capaz de hacer algo para que el Mundial de 2030 se juegue acá. Desde que lo encarcelaron, desaparecimos del mundo dirigencial del fútbol. Si no somos la tierra de Figueredo, no somos nada, esa es la verdad”, aseguró un representante de la Secretaría Nacional de Deporte.