Ganó Danubio y punto. No fue una tarde en la que abundara el buen fútbol, y el espectáculo dejó en evidencia el mal momento que viven los danubianos y los cerveceros. Es cierto que los franjeados vienen con un cambio de cara que los hace crecer, y que esta victoria les da confianza y esperanza para lo que viene, pero el fútbol faltó con aviso.
Fue una tarde fría, muy fría, en Jardines del Hipódromo, que hoy tendrá a elección de los socios franjeados un nombre para acompañar esa denominación, conjuntamente con una identificación para las cuatro tribunas. Las opciones son diez: Raúl Bentancor, Juan Burgueño, Ruben da Silva, Hugo Forno, Juan Lazaroff, María Micheff de Lazzaroff, Miguel Lazaroff, Álvaro y Armando Olivera, Urbano Rivera y Carlos Romero. Con ese panorama, y un mal partido, el equipo de Gastón Machado fue más que su rival pero con un fútbol un poco austero y sin un estilo claro.
El local se plantó con un neto 4-4-2, con un equipo relativamente joven que sufría varias ausencias. El principal déficit estuvo en la falta de coordinación en el juego y en muchos balones en profundidad que no llegaban a destino. El juego por las bandas, con Jorge Graví o Diogo Silvestre, no fue efectivo, y por eso Machado apostó al interior del campo, en el que también le costó.
Lo de Racing fue poco y nada en la cancha danubiana. Ney Morales alineó un 4-3-1-2, con Leandro Sosa como enganche, pero la pelota no llegaba. El cervecero tuvo poco la pelota, y la más clara fue un tiro libre de Mauro Estol, a distancia, que el arquero Salvador Ichazo pudo mandar al córner. El mal momento de los de Sayago, junto a la falta de juego y cierta inestabilidad en el plantel, hace que el equipo tenga muchas dudas, y eso lo paga caro.
Danubio estuvo más firme, su defensa fue más sólida y algunas chances aparecieron, con errores del fondo albiverde que pudieron haberse convertido en gol. En el inicio del complemento, en una contra muy bien ejecutada, con un Racing mal parado, tras un centro rastrero, el panameño Abdiel Arroyo abrió la cuenta para su equipo y dio la calma necesaria a sus compañeros. El delantero, integrante de la selección de su país, había ingresado a los 22 minutos del primer tiempo para suplantar al lesionado Jorge Graví.
Desde ese momento hasta el final, un manto de dudas se cernió sobre ambos. Danubio estuvo más cerca del segundo que Racing del empate, producto de ese nerviosismo que había en la cancha y de la falta de eficacia, pero el partido estaba para cualquier cosa. Lo ganó el local, un resultado que le sirve para enfrentar el mal momento que atraviesa, pero deberá trabajar para mejorar. En Sayago el panorama es complejo y no hay cerveza que lo cure.