Ganarle a Fénix ayer no fue una tarea nada fácil para los tricolores. De hecho, fue uno de los partidos más duros para el equipo dirigido por Martín Lasarte, que se volvió a hacer fuerte en el Tróccoli, el mismo lugar en el que la semana pasada se llevó tres trabajados puntos al enfrentar a Cerro. Pero hubo algo, un momento, una señal o lo que sea, que hizo que los tricolores se sintieran fuertes y lograran limar asperezas. Algo tiene este grupo, que recibe pruebas todas las fechas y las supera, más allá de sus limitaciones.
Ya es habitual encontrar cambios en los de La Blanqueada. Por sanciones, lesiones o problemas físicos, en numerosas ocasiones Lasarte se ha visto en la situación de variar el equipo, y siempre parece encontrarle la vuelta. Ayer el entrenador plantó un conocido 4-2-3-1 para enfrentar a los de Capurro, esta vez con Gonzalo Porras junto a Diego Arismendi más atrasados, con Brian Lozano, Sebastián Rodríguez y Rodrigo Aguirre por delante de ellos. Arriba estuvo el de siempre, el que no para de colaborar, de solidarizarse y de ser un claro ejemplo del luchado juego tricolor: Hugo Silveira, que siempre se acomoda allá arriba cuando todo parece jodido.
Fénix también juega y es peligroso. El triunfo tricolor se engrandece por la propuesta futbolística de los albivioletas, que no dejaron pasar este partido para hacer sentir su reclamo de que no se moverán de su escenario sobre la bahía de Montevideo, con una pancarta que mostraron sus jugadores antes del inicio del partido: “#ElCapurroNoSeToca”.
En el primer tiempo dominó las acciones el equipo de Gustavo Ferrín.
Un eficaz dispositivo táctico 4-3-3 puso contra las cuerdas a los tricolores y podría haber generado complicaciones mayores de no haber sido por buenas intervenciones del arquero Esteban Conde. El Lolo Fabián Estoyanoff, que viene jugando muy bien en este campeonato y además siempre se motiva en estos choques, tuvo dos chances claritas. En una de ellas, a poco de haber comenzado el partido, la pelota dio en el travesaño, cuando pateó con poco ángulo; en la otra, la acción ofensiva del ex delantero aurinegro fue muy bien controlada por el golero de Young.
Pero además los de Capurro también estuvieron cerca de abrir el marcador con un remate cruzado de Mathías Acuña, que fue bien desviado por el guardameta tricolor.
Nacional tuvo ayer un pobrísimo primer tiempo. Los tricolores tuvieron de a ratos la pelota en su poder pero fueron tremendamente apáticos en la función ofensiva. Durante los primeros 45 minutos los tricolores sólo tuvieron una jugada de peligro, con un desborde por la derecha del Huevo Brian Lozano y un anticipo del infatigable Silveira que pudo controlar el arquero capurrense Darío Denis.
Bajo la manga
Dicen que las segundas partes nunca fueron buenas, pero esa premisa parece no existir para Nacional.
Una vez más, pudo sacar el partido adelante, y Lasarte fue astuto al mover las piezas cuando el camino hacia la victoria no se veía por ningún lado. A lo primero que recurrió el entrenador, como casi siempre, fue al ingreso del floridense Martín Ligüera, que suplantó a Gonzalo Porras.
A pesar de resignar marca, cuando los albos ya tenían bastante controlada la mitad de la cancha, la apuesta absolutamente necesaria en ese momento era sumar juego y tenencia de balón. Y le salió bien a Lasarte. El equipo fue más dúctil cuando tenía la pelota pero no lograba interpretar cómo avanzar para generar peligro en el arco rival. De todos modos, le costó. El gol, finalmente, apareció con una fórmula que a veces da resultado: la pelota quieta. El ingresado Ligüera mandó la pelota al área con precisión desde el córner, Diego Polenta ganó bien de cabeza dentro del área, y Huguito apareció en el área chica, con la posición ya ganada, para pudrir la pelota en el arco y festejar, como lo celebra él, a pura sonrisa. Porque Huguito está.
El gol le pegó fuerte a Fénix, que de a poco resignó campo y perdió fuerza en ataque con el cansancio y las sustituciones de Agustín Canobbio y Mathías Acuña. Estoyanoff, con más ímpetu que juego, buscó inquietar con su velocidad en compañía de Cecilio Waterman, pero no le salió.
El ingreso del Tata Álvaro González en Nacional aportó más control en el mediocampo, ya con un 4-3-1-2, con una marca escalonada en el medio. Pero el equipo no pudo capitalizar el ataque, algo que sufrió hasta el final. Otra vez Rodrigo Aguirre fue peligroso, aunque a pesar de pelearla no tuvo ninguna ocasión clara de gol, y en la mitad de la cancha Sebastián Rodríguez mostró buenas condiciones, algo que se destaca en la rotación del equipo.
Quedan tres fechas. Nacional le lleva dos puntos a su más cercano perseguidor, Defensor Sporting. El camino tricolor indica que deberá enfrentar a Rampla Juniors, a los violetas de Punta Carretas y, en el cierre del torneo, a Sud América.
En el último tramo, con el resto por echar, será crucial para los tricolores no fallar. La Copa Libertadores, en la que esta semana reciben a Chapecoense en el Parque Central, también puede contribuir a hacer su presión. Hasta ahora, todo va bien y los tricolores lo disfrutan.
Pasito a pasito.