La posición mayoritaria de los ediles del Frente Amplio en la Junta Departamental de Montevideo en torno al emplazamiento de la imagen de la Virgen María, aunque la respete, no me representa.

La decisión tomada, que obviamente afecta a todos los ciudadanos de Montevideo, ha tenido un gran impacto en la opinión pública. Ha generado un debate por demás relevante acerca de la libertad, la convivencia y los espacios simbólicos que ocupan los diversos grupos religiosos en Uruguay. Un debate que ha ido mostrando múltiples aristas en su desarrollo.

Muchos actores se han expresado en torno a la visión de laicidad que está por detrás de la decisión tomada. Se trata de una visión por demás reduccionista y poco aggiornada, a diferencia de lo que realmente es: un canal para la expansión de libertades, diversidad y pluralidad de visiones.

Otros han colocado sobre la mesa el tema de la convivencia y los espacios públicos, así como el falso dilema entre la tan promovida apropiación de los habitantes de la ciudad, introduciendo incluso nociones como el derecho a la ciudad, y, por otro lado, la preocupación por la privatización de estos mismos espacios públicos por parte de grupos particulares.

Sin embargo, lo que debería estar en el centro de la preocupación legítima, pero lejos de la iniciativa en cuestión, es la construcción de convivencia entre diferentes sin que se produzca la incomodidad que fragmenta, sino la riqueza que surge del encuentro. De nada sirve, entonces, cerrar espacios, sino abrir puertas y ventanas a las más diversas expresiones, para construir un sentido común cada vez más inclusivo. Es esta nuestra posición.

El debate también nos ha llevado a pensar en el significado profundo del respeto al otro, a las sensibilidades que coexisten y que son parte importante, todas ellas, para seguir profundizando la integración social tan anhelada por muchas personas en este país. El Frente Amplio aprobó por consenso, en su IV Congreso Nacional, de noviembre-mayo de 2016-2017, el documento de valores y principios compartidos de la fuerza política. El capítulo 1, “Valores comunes sobre los que desarrollamos nuestra acción política”, plantea en su artículo 10º, acerca de la libertad, que es “lo que permite la participación libre y responsable de personas y grupos en el quehacer individual y colectivo. Libertad que reconoce la existencia de diferentes visiones culturales, religiosas, ideológicas en una misma sociedad y del derecho a organizarse y expresarse socialmente. La libertad es un valor de alta jerarquía, inalienable, no relativizable, ya que constituye un pilar básico del ser humano y de las sociedades más desarrolladas y más solidarias. Constituye un valor central, orientador del sistema de ideas del pensamiento frenteamplista”. Asimismo, el artículo 28 del documento aprobado expresa que “el pluralismo debe reflejarse en la aceptación plena, en igualdad de condiciones, de la existencia de distintas corrientes políticas, religiosas, ideológicas, culturales y sociales, y el derecho de las mismas a organizarse, cultivar y difundir sus valores”. Es nuestro compromiso seguir trabajando por los valores aprobados. Seamos fieles a nosotros mismos.