El viernes tuvo lugar en el Liceo 1 de Salto una charla organizada por “un grupo de madres comprometidas en la lucha contra el aborto” (tal es el aborto de nombre que las organizadoras se autoimpusieron). En el evento se repartieron folletos con la imagen de la virgen María, se habló contra los métodos anticonceptivos y se entregaron fetos de juguete como forma de demostrar que cualquier postura puede ser defendida recurriendo a golpes bajos y maniobras de marketing. Quiso el azar (o el Dios en el que el grupo de madres comprometidas con el aborto creen) que justo el viernes estuviera de visita en Salto la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, y que atinara a visitar el liceo en el mismo instante en que un grupo de estudiantes protestaban contra la actividad, arguyendo que violaba la laicidad.
“Es algo realmente repudiable” hubiera dicho la ministra, de hablar con nosotros. “¿Para qué gastar plata en folletos y fetos de silicona, si Salto ya tiene la mayor tasa de médicos retrógrados objetores de conciencia?”.