La previa de la cumbre del Grupo de los 20 (G20) estuvo marcada por los llamados a liberar las relaciones comerciales y a frenar el cambio climático, políticas a las que se opone el presidente estadounidense, Donald Trump. La canciller alemana, Angela Merkel, intentaba negociar ayer con él para llegar con puntos comunes a la cumbre, que comienza hoy en su país, en la ciudad de Hamburgo. El encuentro también fue marcado por las protestas contra la globalización y los enfrentamientos entre policías y manifestantes.

“Promoveremos la prosperidad de Estados Unidos, la protección de los intereses de Estados Unidos y el sostenimiento del liderazgo de Estados Unidos”, esas serán las prioridades del gobierno de Trump en la cumbre del G20, informó el consejero de Seguridad Nacional, el teniente general Herbert R McMaster, antes de que el presidente estadounidense llegara a Hamburgo.

Mientras tanto, los jefes de la Organización Mundial del Comercio, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional emitieron un comunicado conjunto en el que pidieron a los países que participan en la cumbre que promuevan el comercio internacional. “El bienestar económico de miles de millones de personas depende del comercio. Una mayor integración comercial, junto con políticas económicas que apoyen la actividad local, pueden ayudar a elevar los ingresos y acelerar el crecimiento global. Esto requiere acciones decisivas de los líderes mundiales reunidos en la cumbre del G20”, manifestaron.

Varios países se han mostrado favorables a una mayor apertura comercial o han dado señales en este sentido recientemente. En Europa las fotografías de los últimos días muestran a Merkel con el presidente chino, Xi Jinping, y por otro lado, a dos jerarcas de la Unión Europea como Jean-Claude Juncker y Donald Tusk con el primer ministro japonés, Shinzo Abe. En ambos casos se trató de poner en escena la apuesta por el libre comercio. En el caso de las fotos con Abe, estas fueron tomadas en el marco de reuniones en las que se firmó un consenso político para alcanzar un tratado de libre comercio que se prevé que esté pronto para fin de año. “A pesar de que algunos creen que los tiempos de la desintegración y el aislacionismo han vuelto, hoy demostramos que no es así”, aseguró Tusk, presidente del Consejo Europeo, y Juncker, titular de la Comisión Europea, dijo que “cerrar el mundo no es bueno ni para las empresas, ni para los trabajadores, ni para nadie”. Por su parte, Merkel se reunió ayer con Trump en un intento de acercar posiciones, tal como reconoció el gobierno alemán en un comunicado que emitió después.

Hay dos temas fundamentales que se pondrán sobre la mesa en la cumbre, en los que quedarán claros los disensos entre Estados Unidos y las otras grandes economías del mundo. Uno de ellos es el grado de apertura comercial: Trump defiende el proteccionismo que impulsa en Estados Unidos, mientras el resto de los países del G20 buscan una apertura cada vez mayor. El otro es el cambio climático: Estados Unidos abandonó el Acuerdo de París mientras el resto del mundo busca mantenerlo, si no reimpulsarlo. Se prevé que ambos puntos estén presentes en la declaración con la que se cierre la cumbre, mañana.

Otro punto de tensión estará fuera de las reuniones, en las calles de Hamburgo, donde están convocadas unas 30 manifestaciones para los próximos dos días. Desde hace varios días se llevan adelante movilizaciones, y en los tribunales se promueven acciones contra la medida adoptada por las autoridades de prohibir las manifestaciones en un área de 38 kilómetros cuadrados. La Policía y los servicios de inteligencia esperan que lleguen a Hamburgo unas 100.000 personas para participar en las protestas. La Policía asume que unas 8.000 están dispuestas a recurrir a la violencia, y que algunas de estas están vinculadas con un incendio que ocurrió el miércoles de noche en una concesionaria de la marca de autos Porsche.

Ayer se desplegó la principal movilización contra el G20, justo en el momento en el que la mayoría de los jefes de gobierno de las economías más grandes del mundo estaban llegando a Hamburgo. Los organizadores, varios grupos anticapitalistas, eligieron denominarla “Bienvenidos al infierno”. Estaba previsto que los manifestantes intentaran evadir las prohibiciones dispuestas por las autoridades de Alemania, entre ellas la de cortar calles. Ni bien comenzó la manifestación ocurrieron los primeros enfrentamientos con la Policía, que les exigía que se descubrieran las caras, en las que llevaban capuchas o máscaras de los líderes que participarán en la cumbre.