“Ya no vamos a construir naciones, vamos a matar terroristas”. Con esa frase podría resumirse la nueva estrategia de Estados Unidos en Afganistán, que fue anunciada por el presidente Donald Trump el lunes de noche, con un discurso en el que no anticipó modificaciones concretas, pero sí dejó claro que se está impulsando un cambio “dramático” en el enfoque.

Trump dijo que su “instinto original” era retirar las tropas y reconoció que los ciudadanos de su país están “cansados” de esta guerra, que comenzó hace ya 16 años. Pero señaló que “una retirada apresurada crearía un vacío que los terroristas [...] llenarían de inmediato”, especialmente Al Qaeda y el grupo yihadista Estado Islámico (EI). “Estados Unidos se fue de Irak de forma equivocada y apresurada”, dijo, y consideró que eso permitió que EI se extendiera en su territorio. Por eso es que serán “las condiciones en el terreno”, y no “los plazos arbitrarios”, los que determinen las decisiones referentes a las tropas estadounidenses.

Según un informe del Pentágono dado a conocer en junio, 20 grupos armados operan en Afganistán, lo que convierte a ese país en el lugar donde se registra “la concentración de extremistas y grupos terroristas más grande del mundo”. Según otros informes, Al Qaeda y el Talibán dominan 80% del sur de Afganistán y 43% de todo el país, un porcentaje del territorio que está aumentando desde 2015.

De todos modos, Trump dijo en su discurso que Estados Unidos seguirá trabajando con el gobierno afgano siempre que vea “determinación y avances”, y advirtió: “Nuestro compromiso no es ilimitado y nuestro apoyo no es un cheque en blanco. El pueblo estadounidense espera ver reformas reales y resultados reales”. También se refirió a eventuales acuerdos políticos y dijo que “algún día [...] tal vez será posible tener un acuerdo político que incluya miembros del Talibán”.

Por otra parte, el presidente estadounidense lanzó varias advertencias a Pakistán, país vecino de Afganistán que, según especialistas, ex diplomáticos y corresponsales, tolera al Talibán, que tiene allí, en la frontera con Afganistán, un territorio en el que esconderse. Usualmente Estados Unidos no hace referencia a esa situación, y considera a Pakistán un aliado clave en la guerra de Afganistán, pero Trump volvió a cambiar la pisada y le advirtió a ese país que tiene “mucho que perder” si sigue siendo “un refugio para organizaciones terroristas”. En ningún tramo de su discurso el presidente se refirió a cuándo o cómo terminaría esta guerra.

Por turnos

El discurso generó múltiples repercusiones. En primer lugar, se difundió mientras los medios informaban, citando fuentes anónimas, que Trump aprobó un plan del secretario de Defensa, James Mattis, de incorporar unos 4.000 soldados a las tropas estadounidenses en Afganistán. Consultado por esta cifra, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, dijo que “está por verse”, con lo que confirmó que habrá un nuevo envío de tropas. Actualmente Estados Unidos tiene desplegados a unos 8.400 soldados que trabajan en el asesoramiento de las fuerzas de seguridad afganas y en el combate al terrorismo.

Una de las primeras respuestas llegó desde la OTAN, que aseguró que está “completamente comprometida” con la posición de Estados Unidos en Afganistán. “Espero con ansias discutir la forma de avanzar con el secretario Mattis y nuestros aliados y socios internacionales”, manifestó en un comunicado el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg. La alianza cuenta con 12.000 soldados en Afganistán, informó la agencia de noticias Reuters. También varios países que pertenecen a la coalición manifestaron su respaldo a la nueva estrategia de Trump, entre ellos Reino Unido y Alemania.

Otra de las respuestas llegó desde Pakistán. En un comunicado, la cancillería de ese país consideró “decepcionante” que Estados Unidos “ignore los enormes sacrificios que ha hecho” para luchar contra el terrorismo en Afganistán, cuyos efectos asegura haber sufrido como “ningún otro país”. El texto agrega que “en lugar de apoyarse en falsas narrativas, Estados Unidos necesita trabajar con Pakistán para erradicar el terrorismo”, y también expresa que la solución al conflicto afgano no se encontrará sólo por el camino militar, sino también por una negociación política entre los afganos. Mientras Pakistán respondía al discurso de Trump, el secretario de Estado, Rex Tillerson, aseguraba que Estados Unidos va a “condicionar” su relación con ese país a que este adopte un “enfoque diferente” ante el Talibán. Advertía, además, que el gobierno estadounidense está dispuesto a utilizar la ayuda militar que brinda a Pakistán como una medida de presión.

El gobierno afgano celebró los anuncios de Trump, mientras que el Talibán condenó la decisión de mantener e incluso aumentar las tropas en Afganistán. El presidente afgano Ashraf Gani emitió un comunicado en el que manifestó que está “agradecido” por la “confirmación del apoyo” a los esfuerzos de su país por alcanzar “la autonomía” y a “la lucha conjunta para liberar a la región de la amenaza del terrorismo”. Por su parte, el Talibán advirtió que continuará con la yihad hasta que todos los soldados estadounidenses hayan dejado el país. “Si Estados Unidos no retira todas sus fuerzas de Afganistán, convertiremos a este país en el cementerio del siglo XXI para el imperio estadounidense”, dijo en un comunicado uno de sus portavoces, Zabihullah Mujahid.