El uso y goce del espacio público es un factor que influye en forma directa en la calidad de vida de las personas y la vocación más o menos democrática de una ciudad. La accesibilidad de estos espacios y de otros servicios de necesidad básica para el desarrollo de la vida moderna en sociedad está determinada, entre otros factores, por la movilidad y el transporte público; en este último punto será en el que nos enfocaremos. Hoy se intercambia con frecuencia acerca de la necesidad de un sistema de transporte multimodal y se instala la discusión entre corredores, sendas preferenciales y BRT*, se encierra el transporte público en discusiones acerca de herramientas y se comete con frecuencia el error de separar a estas de su finalidad. A nuestro entender, el sistema de transporte debe ser democrático, inclusivo y garantizar la conectividad de ciudadanos y ciudadanas.
La conectividad y el acceso al sistema, independientemente de nuestra condición económica, física o ubicación geográfica, debe estar garantizada. El transporte debe ser parte de un servicio público, debe ser amigable con la ciudad y sus espacios, debe estar al servicio de sus cometidos y actividades centrales, y tener capacidad de adaptación y flexibilidad que acompañen todo esto.
El convencimiento de que el transporte y la movilidad son parte central del bienestar en la vida humana es la razón por la cual, como militantes de izquierda comprometidos con la transformación de la sociedad, dedicamos nuestras horas a ver cómo perfeccionarlo.
Es fácil detectar que la relación de hombres y mujeres con el transporte no se limita a la teoría, y difícilmente se perfeccione el sistema apelando solamente a ella. Es claro que las personas desarrollamos un vínculo con el transporte que es incluso sentimental: podemos llegar, literalmente, a odiar al 100, el 103, el 137, el 402 o cualquiera de los ómnibus que día tras día nos llevan de origen a destino.
Ahora bien, ¿todo esto cómo se explica y se mezcla en un departamento tan diverso como Montevideo?
Somos parte activa de estos casi 30 años de gobierno frenteamplista en Montevideo y, por ende, somos artífices de sus aciertos y errores en todas las áreas. Estamos transitando una nueva Rendición de Cuentas, proyectando un presupuesto para 2018 y encarando algunas mejoras para el sistema mediante la herramienta del Concejo Consultivo de Transporte, razón por la cual entendemos necesario realizar algunas reflexiones y dar a conocer algunas ideas que tenemos para mejorar la vida de todos y todas.
Como departamento, Montevideo es tremendamente diverso y el Sistema de Transporte Metropolitano (STM) no escapa a esa realidad que lo condiciona. Estructuralmente, el STM es un sistema con varios sistemas dentro de sí, en el que cada empresa es prácticamente un sistema en sí mismo: las rigen líneas generales, pero tienen características y formas operativas propias.
Saliendo de la estructura interna, nos preguntamos si la cobertura de necesidades, el vínculo afectivo y el nivel de satisfacción son los mismos para todos los ciudadanos y ciudadanas. ¿Son los mismos los de quienes viajan de una zona central y urbana de la ciudad a otra de iguales características y los de quienes se desplazan desde la periferia hacia el centro? ¿O desde las zonas rurales hacia el centro de la ciudad? Un amigo que vive en Barrio Lavalleja me hacía saber que desde su barrio no tiene un ómnibus que ingrese a la Ciudad Vieja (donde trabaja), y que, además, las frecuencias no son las mejores. ¿Esto es así en otros barrios? Seguro que no; condiciones, frecuencias y tiempos de viaje son totalmente distintos. Incluso, en algunos barrios de las zonas más lejanas del centro de la ciudad hay diferencias entre quienes pueden pagar un boleto común o un diferencial, y eso no nos convence. Por eso, sabiendo que no es lo mismo, pero entendiendo lo necesario de algunos servicios, hemos propuestos líneas semidirectas que, con un boleto de igual costo, tengan una cantidad menor de paradas. Gracias a la buena disposición y preocupación que existe del conjunto de actores que tenemos que ver con esto, el sistema está en marcha, y esperamos que el 103 semidirecto funcione y, si es así, pensaremos nuevos recorridos con estas características.
Nos preguntamos, a su vez, si es la misma realidad la de una madre o un padre que camina 20 cuadras cargando con tres o cuatro gurises para llegar a la parada, que la del que viaja en otras condiciones y otras distancias. En este sentido, el departamento de Movilidad está trabajando fuerte con vecinos del eje de Camino Maldonado para conectar distintos barrios al intercambiador José Belloni, cosa que apoyamos y sostenemos, viendo ese sistema como posibilidad de salida. Hace dos semanas, se inauguró la línea L31, que une Avenida de las Instrucciones y Belloni con barrios de la zona, barrios llenos de gurises que antes caminaban tres kilómetros para llegar a tomar un ómnibus para ir a la escuela y hoy tienen por lo menos eso solucionado. Hay muchos recorridos nuevos para crear; son, por suerte, cada vez menos, pero por la conformación nueva del departamento hay lugares por los que todavía el ómnibus no pasa. Por eso la flexibilidad es un elemento necesario en los sistemas de transporte actuales.
Lamentablemente, las diferencias de oportunidades que existen en la sociedad toda están también en el sistema de transporte, y aun hay formas en las que todavía se expresan.
¿Los reglamentos de convivencia deben ser los mismos en todo el sistema? Hay líneas en las que claramente son muchos más los niños y niñas que viajan, tanto solos como acompañados, y también son más las personas mayores y enfermas. Tal vez allí debamos pensar en una cantidad mayor de asientos preferenciales, en frecuencias mayores y en más unidades con accesibilidad universal.
Respecto de la convivencia, hemos propuesto la realización de campañas en conjunto con los artistas callejeros (hoy, en sus últimos pasos de regularización para ingreso formal al STM), apostando a actuaciones que concienticen sobre el asunto para mejorar la convivencia en las unidades, entendiendo que es una responsabilidad de todos y todas quienes allí convivimos.
Respecto del servicio en general, entendemos que sería bueno poder ligar el subsidio que todos los ciudadanos damos a las empresas al cumplimiento de cuestiones tales como limpieza, puntualidad y cumplimiento de frecuencia, buen trato a usuarios, etcétera. Con relación a esto último también se está trabajando en talleres de capacitación con el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional, en los que hay que pensar en la mejor forma de implementación para no perjudicar al funcionariado y buscar su mayor participación.
En síntesis, las mejoras del sistema en su totalidad y la premisa de búsquedas de igualdad y salida para las situaciones más complicadas son, como gobierno, nuestra responsabilidad, pero deben ser, como ciudadanos y ciudadanas, uno de nuestros mayores objetivos.
Martín Nessi
* BRT es un sistema de transporte masivo sobre ruedas que combina estaciones, vehículos, carriles exclusivos, planes operacionales flexibles y tecnologías para un servicio de alta calidad enfocado en el usuario, que tiene como características altas frecuencias, altas velocidades, alta capacidad, confort y costo-efectividad.