Se cumplió ayer un año de que Dilma Rousseff fuera condenada a dejar su cargo de presidenta de Brasil, en un cuestionado juicio político. En distintos pronunciamientos que surgieron desde la izquierda brasileña por el aniversario del impeachment, se destacó que la ex presidenta no es acusada de ningún delito, mientras que sí lo son dos de los gestores de esa destitución. El actual presidente, Michel Temer, y el entonces titular de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, son investigados por sus vínculos con la red de corrupción en Petrobras y por obstrucción de la Justicia.

Referentes del Partido de los Trabajadores (PT), de sindicatos y de otras organizaciones civiles recordaron los tramos del discurso que Rousseff pronunció hace un año, mientras se defendía en el Congreso. “Lo que está en juego son las conquistas de los últimos 13 años”, advirtió Rousseff en ese entonces. La bancada de senadores del PT señala en un comunicado que, “de hecho”, este último año se redujeron los presupuestos de programas sociales, se perdieron derechos laborales, se redujo el salario real y aumentó el desempleo.

“Brasil está en un proceso acelerado de destrucción en todos los niveles. Nunca se destruyó tanto en tan poco tiempo”, lamentó el PT en un comunicado firmado por su presidenta, Gleisi Hoffmann. Tal como ha dicho la propia Rousseff en otras instancias, Hoffmann advirtió que quienes dieron el “golpe” hace un año empezaron con la destitución que ayer cumplió un año y pretenden terminar con la inhabilitación del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva para las elecciones de 2018.