En la inauguración del 72º debate de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el presidente brasileño, Michel Temer, dio un discurso que en algunos puntos no coincide con sus políticas. Por su parte, el estadounidense Donald Trump redobló su apuesta por el nacionalismo, el patriotismo y el enfrentamiento con Corea del Norte e Irán. Por fuera de los focos, otro de los centros de la primera jornada de debate fue Venezuela, país al que se refirieron varios presidentes latinoamericanos.

“El compromiso de Brasil con el desarrollo sustentable [...] permea nuestras políticas a nivel nacional e internacional [...] Brasil se enorgullece de tener la mayor cobertura de bosques nativos del planeta”, aseguró Temer en su discurso. Sin embargo, su gobierno intentó, hace sólo unas semanas, aprobar mediante un decreto una reforma para habilitar la minería privada en una parte de la Amazonia, y dentro de su equipo de gobierno hay varios representantes del agronegocio que han sido acusados por organizaciones civiles de perseguir a ambientalistas e indígenas. “La deforestación nos preocupa, especialmente en la Amazonia”, añadió el mandatario, para luego asegurar que “los primeros datos del año pasado indican una disminución de más de 20% en la deforestación en esa región”. Probablemente Temer hiciera referencia a datos de la organización civil Imazon, que indicó que la deforestación legal en la Amazonia se redujo por primera vez en cinco años; según Greenpeace, la deforestación creció 29% en el mismo período, que para ambos casos es de julio de 2015 al mismo mes de 2016.

En otro tramo de su discurso, Temer se jactó de que Brasil es un país que se propone como un líder alternativo y desde ese lugar impulsa un mundo multipolar y reclama una reforma del Consejo de Seguridad de la ONU para que se adapte a “la realidad del siglo XXI”. Sin embargo, esa política no surgió por iniciativa suya, sino de sus antecesores, Luiz Inácio Lula da Silva y Dilma Rousseff. Ya terminando su discurso, Temer dijo que Brasil se está recuperando de la crisis económica más grande de su historia y que está aprendiendo una importante lección: “Sin responsabilidad fiscal, la responsabilidad social no es más que un discurso vacío”. Así, Temer defendía la política económica de su gobierno, que tiene como principal prioridad declarada el cumplimiento de la meta del déficit, para lo que ha recortado programas sociales y congelado la inversión pública en servicios como educación, salud y vivienda.

El discurso de Temer fue seguido por el de Trump, que insistió con un fuerte mensaje nacionalista, contradiciendo al secretario general de la ONU, António Guterres, que había llamado a reforzar la multilateralidad. “Nos referimos a nosotros mismos como la comunidad internacional. Debemos actuar como una”, dijo Guterres en la apertura. El discurso de Trump también generó aplausos, como el del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, que lo calificó de “el más audaz y valiente” que escuchó “en más de 30 años de experiencia en la ONU”.

Trump dijo que para que la ONU “tenga cualquier esperanza de éxito al enfrentar desafíos” debe estar integrada por naciones “fuertes, soberanas e independientes”, que “estén arraigadas en sus historias y que hayan invertido en sus destinos” y, “lo más importante de todo”, que sean países “que son el hogar de patriotas, de hombres y mujeres dispuestos a sacrificarse por sus países, sus conciudadanos y todo lo mejor del espíritu humano”. El gobernante continuó: “No podemos esperar por nadie más [...] debemos resolver nuestros problemas para asegurar nuestra prosperidad”. Ante los demás presidentes, puso su política nacionalista como un ejemplo a seguir. “Estamos llamando a un gran despertar de las naciones, por el resurgir de sus espíritus, su orgullo, su gente y su patriotismo”, agregó.

Trump dijo que su país tiene “paciencia” pero “está forzado” a defenderse a sí mismo y a sus aliados. “No tendremos otra opción que destruir totalmente a Corea del Norte. El Hombre Cohete [en referencia al líder norcoreano, Kim Jong-un] está en una misión suicida para él y para su régimen”, dijo, antes de afirmar que “es hora de que Corea del Norte se dé cuenta de que la desnuclearización es su único futuro aceptable”. Las últimas sanciones fueron impuestas a Corea del Norte hace una semana por el Consejo de Seguridad, que mañana volverá a tratar el tema.

A continuación, Trump habló acerca de Irán, y dijo que para su país es “una vergüenza” el acuerdo nuclear firmado en 2015 –junto a Alemania, China, Francia, Inglaterra y Rusia– sobre el programa nuclear iraní, aunque no se refirió a la posibilidad de abandonarlo. A esto también aludió el presidente francés, Emmanuel Macron, quien consideró un “gran error” criticar el acuerdo sin ofrecer alternativas. Por su parte, Netanyahu dijo que “si nada cambia, Irán será como Corea del Norte”, y pidió la disolución del pacto.

Asunto en común

Venezuela fue otro de los temas recurrentes en varios discursos de la Asamblea General de la ONU. “Nos duele Venezuela. Nos duele la destrucción paulatina de su democracia”, dijo el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en su ponencia ante la asamblea, donde también lamentó la “persecución a la oposición política” y “la violación sistemática de los derechos de los venezolanos”. Por su parte, el presidente brasileño advirtió que “la situación de los derechos humanos en Venezuela continúa deteriorándose” y que “ya no hay más espacio para alternativas a la democracia” en América del Sur. Las palabras de Trump fueron mucho más duras: “La situación es totalmente inaceptable. No podemos quedarnos a un lado y mirar [...]. El pueblo venezolano está hambriento y su país está colapsando”, dijo, antes de pedir acciones contundentes en ese país, en el que “el problema” es que “el socialismo se ha implementado fielmente”. Estos pronunciamientos llegaron después de que el domingo, en una cena a la que convocó Trump, varios presidentes latinoamericanos se encontraran para tratar la situación de Venezuela. Al cierre del encuentro, Santos dijo que le había reiterado a Trump que rechazaba una alternativa militar para el país caribeño. Hubo una respuesta a todas estas declaraciones de parte del presidente venezolano, Nicolás Maduro, que acusó a Estados Unidos de estar buscando un cambio de gobierno “por la fuerza” y a Trump, de ser “el nuevo Hitler” de la política internacional. Además, Maduro dijo que había interpretado que Trump lo amenazó de muerte, probablemente cuando el estadounidense dijo que su país “está preparado para tomar más acciones si el gobierno de Venezuela persiste en el camino de imponerse de forma autoritaria sobre el pueblo venezolano”.