“¿Quiere que la región de Kurdistán y las áreas kurdistaníes fuera de la región se conviertan en un país independiente?”, se leía en las papeletas de votación, escritas en kurdo, árabe, turco y asirio. Abajo, aparecían las dos opciones posibles: Sí o No. La jornada de votación arrancó temprano. Ya a las ocho de la mañana, en las localidades kurdas autónomas –ubicadas al norte de Irak– se oían los cánticos que salían del interior de las mezquitas, y en las iglesias repicaban las campanas. En algunas zonas, se empezaban a amontonar personas con bombos y pancartas. Hombres, mujeres, niños. La bandera kurda y otros símbolos nacionales se veían, desde hacía días, en las calles, en las casas y en las ropas. Anunciaban que ya no había marcha atrás.

El presidente kurdo, Masud Barzani, lo confirmó el domingo en una conferencia de prensa en la que aseguró que “ningún líder” podía ya “detener el proceso”. Barzani reafirmó la decisión de su gobierno, pero intentó matizarla: “No vamos a declarar la independencia; vamos a celebrar un referéndum y a negociarla con Bagdad”. Sobre esas negociaciones, el líder kurdo precisó que podrían durar “un año o dos o más”, y dijo que se centrarían en cómo Irak y el Kurdistán pueden ser “buenos vecinos”. Finalmente, fue claro en que no volverá al “acuerdo fallido” que firmaron los kurdos con el gobierno iraquí en 2005. Gracias a ese pacto, el Kurdistán fue reconocido en la Constitución iraquí como autónomo. Sin embargo, en el mismo documento, Irak es definido como un Estado federal.

Es en base a esto último que Bagdad sostiene que la independencia kurda es “ilegal”. Al mismo tiempo que Barzani pronunciaba su discurso, el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi, anunciaba desde Bagdad que el gobierno no reconocerá el resultado de la consulta para la formación de lo que describió como un “Estado racista”. Dijo en cadena nacional que “el referéndum de secesión es una decisión unilateral, contrario a la Constitución y la convivencia pacífica”, y consideró que la autodeterminación de los kurdos “incitará una nueva confrontación en Irak”. Por eso, aseguró que daría “pasos para preservar la unidad de Irak”.

No demoró mucho. Poco después de finalizado el discurso, el Consejo de Ministros para la Seguridad Nacional –encabezado por Al Abadi– exigió al Kurdistán la entrega del control de sus pasos fronterizos, entre ellos los aeropuertos, y pidió a la Fiscalía General que persiga a todos los funcionarios públicos “que participen en los trámites para la celebración del referéndum”. A la vez, el Parlamento iraquí pidió al primer ministro el despliegue de fuerzas de seguridad en las zonas disputadas con la región autónoma del Kurdistán, así como el cierre de los pasos terrestres, según informó un diputado a la agencia de noticias Efe. Los legisladores, que votaron en ausencia de los diputados kurdos, también solicitaron que se prohíba a las empresas instalarse en cualquiera de las cuatro provincias que constituyen la región autónoma del Kurdistán iraquí –la capital Erbil, Dohuk, Suleimaniya y Halabja–.

Ayer había urnas en esas cuatro regiones y en las llamadas “zonas en disputa” –Kirkuk, Diyala y Nínive–, que son reivindicadas tanto por el gobierno kurdo como por el de Bagdad. Estas últimas se encuentran en su mayoría bajo control de las fuerzas militares kurdas (conocidas como peshmergas) desde que el Ejército iraquí las abandonó ante el avance del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en 2014. Es decir que administrativamente dependen de Bagdad, pero son controladas de hecho por los peshmergas.

En total, más de cinco millones de personas podían votar en la consulta de ayer, en su mayoría kurdos, pero también integrantes de otras etnias. El único requisito era ser mayor de 18 años y estar registrado como residente en las zonas bajo control kurdo. Cuando todavía faltaba una hora para el cierre de los centros electorales, la participación era de 76%, de acuerdo con el canal kurdo Rudaw.

La Alta Comisión Electoral del Kurdistán no dio detalles sobre cuándo dará a conocer los resultados, pero algunos observadores dijeron a Efe que podrían tardar entre 24 y 48 horas.

Desde afuera

Además de recibir la censura del gobierno iraquí, el referéndum independentista kurdo fue rechazado por otros países y organismos internacionales. Los primeros en oponerse fueron Irán y Turquía, países vecinos de Irak que comparten fronteras con el Kurdistán y que se manifestaron inquietos por el efecto que tendría la consulta en sus propias comunidades kurdas. Los dos gobiernos coincidieron también en que una independencia del Kurdistán desestabilizaría la región.

Después de hablar por teléfono con Al Abadi, el presidente iraní, Hasan Rohani, dijo en un comunicado que su país se opone a “cualquier movimiento contrario a la unidad nacional de Irak” y abogó por enviar un “mensaje claro” de rechazo al referéndum. El domingo, Irán suspendió los vuelos desde y hacia el Kurdistán iraquí y advirtió que, si la región finalmente se separa de Irak, cerrará las fronteras comunes y pondrá fin a todos los acuerdos “militares y de seguridad” entre Teherán y la región kurda.

Por su parte, Turquía calificó la consulta de “ilegítima y nula” y se refirió a sus promotores como “perturbadores de la estabilidad y la seguridad en la región”. La semana pasada, el gobierno turco inició maniobras militares en la frontera con el Kurdistán y ayer amenazó con bloquear las exportaciones de petróleo como represalia al referéndum, una idea con la que también coqueteó Irán.

Lejos de la región, Estados Unidos y los países miembros de la coalición internacional que combate a EI en Siria e Irak consideraron que la consulta es “inoportuna” en plena batalla contra los últimos bastiones del grupo yihadista. Los países que no apoyan el referéndum defienden, entre otras cosas, las bases del acuerdo Sykes-Picot que hace un siglo sirvió a franceses y británicos para trazar el mapa del Medio Oriente y que, entre otras cosas, partió en cuatro –entre Irak, Irán, Siria y Turquía– el Kurdistán. Para Washington, además, la autonomía de los kurdos podría debilitar a Al Abadi de cara a las elecciones del año que viene, lo que reforzaría en la región a Irán, país con el que no mantiene buenas relaciones.

En tanto, el jueves, el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas se mostró a favor de “la soberanía, la integridad territorial y la unidad de Irak”, en una declaración que cayó como un balde de agua fría al gobierno de Barzani, que insiste en que el pueblo kurdo debe tener garantías para ejercitar el derecho a la autodeterminación reconocido por el organismo. El rechazo masivo queda más claro cuando se tiene en cuenta que el único país en hacer público su apoyo al referéndum fue Israel.