Durante este año celebrarán elecciones Brasil, México y Colombia, entre otros países de América Latina. Estas votaciones llegan después de que la derecha volviera al poder en Brasil, Argentina y Chile, pero también después de que la izquierda retuviera el gobierno en Ecuador de la mano de Lenín Moreno. La incertidumbre no abarca sólo quiénes ganarán las elecciones, sino también quiénes competirán.

Costa Rica

El año electoral empezará en Costa Rica, con las presidenciales y legislativas del 4 de febrero. Según las encuestas, hay grandes posibilidades de que regrese a la presidencia el Partido Liberación Nacional, al que pertenecen los ex presidentes Laura Chinchilla y Óscar Arias. Si bien esta formación se autoproclama como socialdemócrata, en los últimos años han surgido cuestionamientos internos e incluso escisiones de sectores críticos que consideran que las políticas impulsadas en los últimos gobiernos son por completo liberales.

El candidato del Partido Liberación Nacional, uno de los tradicionales de Costa Rica, es Antonio Álvarez, y encabeza las encuestas. Es seguido por Juan Diego Castro, del Partido Integración Nacional, que protagoniza un resurgimiento: la formación conservadora no logra contar con diputados desde las elecciones de 1998, pero en las últimas elecciones municipales consiguió varios cargos. Este crecimiento es atribuido a la figura de Castro, un abogado que durante la campaña ha recorrido Costa Rica acompañado de una escoba, prometiendo que va a barrer la corrupción en el gobierno y el crimen en la sociedad. Tercero en las encuestas figura el candidato del otro partido tradicional de Costa Rica, el Partido Unidad Social Cristiana, Rodolfo Piza. Recién cuarto figura el candidato oficialista, Carlos Alvarado.

Cerrando los sondeos, con cerca de 4% de intención de voto, está el diputado Edgardo Araya, candidato del Frente Amplio, una formación de izquierda creada en 2004, que cuenta con la tercera bancada, de ocho diputados, en un Parlamento de 57 bancas. Araya llamó la atención, entre otros motivos, porque abrió una cuenta en Tinder mediante la cual busca “una cita con la ciudadanía este 4 de febrero en las urnas”.

Todos los candidatos aparecen con una intención de voto inferior a 20%, en un país en el que si ninguno de ellos obtiene 40% de apoyo, el presidente se elegirá en segunda vuelta. Los analistas consultados por medios costarricenses no descartan que ocurra una sorpresa en el balotaje, tal como sucedió en las elecciones pasadas, cuando el actual presidente, Luis Guillermo Solís, se mantuvo durante la campaña con 10% de intención de voto en las encuestas pero ganó en las dos instancias.

Paraguay

En Paraguay todavía es incierto el panorama político que dejarán las elecciones del 22 de abril, en las que se elegirán, además de presidente y vicepresidente, gobernadores, senadores y diputados. Si bien todavía no se han publicado encuestas, todo indica que será un choque entre el gobernante Partido Colorado y la alianza conformada por el Partido Liberal Radical Auténtico y el Frente Guasu.

En el oficialismo, las elecciones internas de diciembre le dieron la victoria al candidato que representa al sector opositor al gobierno de Horacio Cartes, el senador Mario Abdo Benítez. Hijo del ex secretario privado de Alfredo Stroessner que lleva su mismo nombre, Abdo lideró en el Senado la conformación de una bancada colorada disidente que en reiteradas ocasiones se alió con la oposición para frustrar el avance de legislación impulsada por Cartes.

Como compañero de fórmula incluyó al ex presidente de la Cámara de Diputados, Hugo Velázquez. Esto favoreció que, después de su victoria en las internas, Abdo se hiciera con el dominio de ambas cámaras, ya que el respaldo del candidato presidencial es considerado clave en las campañas de diputados y senadores.

Una votación parlamentaria que tuvo lugar en los primeros días de diciembre permitió a Abdo demostrar su fuerza: las dos cámaras rechazaron un veto parcial que Cartes había impuesto al presupuesto votado por el Parlamento para 2018, en particular sobre los artículos que otorgaban aumentos salariales a funcionarios de salud, educación y otras instituciones estatales vinculadas a servicios sociales.

En la alianza opositora, la candidatura fue obtenida por Efraín Alegre, líder de los liberales, quien irá a las elecciones acompañado por el periodista Leonardo Rubín, nombre propuesto por el Frente Guasu. Gran Alianza Nacional Renovada es el nombre bajo el cual se presenta esta coalición, que reedita la que en 2012 llevó a Fernando Lugo al poder, y que terminó abruptamente cuando el presidente fue destituido en un criticado juicio político.

Estas elecciones estuvieron antecedidas por un intento del Partido Colorado y del Frente Guasu de habilitar la reelección, prohibida por la Constitución paraguaya, para permitir que se presentaran tanto Cartes como el ex presidente Fernando Lugo, que era el favorito en las encuestas.

Colombia

En Colombia las elecciones serán claves para definir el futuro del acuerdo de paz firmado en 2016 con las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y de las negociaciones que se mantienen con la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional. Es tradición en el país que se evalúen las elecciones legislativas, que tienen lugar dos meses antes, como una especie de “primera vuelta” para la configuración de alianzas con miras a las presidenciales, que en esta oportunidad están convocadas para el 27 de mayo.

Por esa razón todavía no está del todo claro cuáles son los candidatos que llegarán a mayo, y las encuestas no muestran a ningún postulante que se perfile como favorito, sino más bien a varios dirigentes con una intención de voto que no superan el 15%. De hecho, en las encuestas el mayor porcentaje (29%) se lo llevan los votos en blanco. Los nombres que más se destacan en la contienda, según la última encuesta, publicada por el diario El Universal, son los del ex alcalde de Medellín y ex gobernador de Antioquía Sergio Fajardo, que lidera con 15% de apoyo, y el del ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro, que cuenta con un respaldo de 13%.

En ambos casos se trata de dirigentes muy populares por sus gestiones, pero que no cuentan con el respaldo de los grandes partidos colombianos, por lo que se prevé que irán perdiendo apoyo en la medida en que otros nombres se vayan fortaleciendo. Esos otros nombres serían, entre otros, los de Germán Vargas Lleras, el ex vicepresidente que pertenece a Cambio Radical, Iván Duque Márquez, un senador que hace poco fue confirmado como candidato por el Centro Democrático, el partido del ex presidente Álvaro Uribe, y Humberto de la Calle, el ex negociador del acuerdo de paz que fue designado por el Partido Liberal.

Estas elecciones serán históricas porque en ellas participará por primera vez un ex integrante de la guerrilla que durante más de 50 años mantuvo un enfrentamiento armado con el gobierno colombiano: Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko, quien representará en los comicios al partido conformado por la guerrilla desmovilizada, llamado Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC).

Mientras los dirigentes políticos debaten sobre cuáles serían las eventuales alianzas, cómo se elegirán los candidatos o si el proceso de paz dejó buenos resultados o representa la impunidad, las principales preocupaciones de los colombianos son la inseguridad, la salud y la situación económica del país.

México

El 1º de julio llegará el turno de México, donde, nuevamente, el izquierdista Andrés Manuel López Obrador aparece como favorito. Sin embargo, los sondeos muestran casi un empate técnico entre tres candidatos que representan a tres frentes. El oficialista Partido Revolucionario Institucional (PRI) se alió con Los Verdes para candidatear a José Antonio Meade, quien fue ministro de Hacienda en el gobierno de Enrique Peña Nieto, pese a lo cual no milita en el oficialismo. La popularidad del partido gobernante está en caída por los escándalos de corrupción y la falta de resolución a la crisis de violencia. Resolverla era una de las promesas de campaña de Peña Nieto, que acusaba a su predecesor, Felipe Calderón, de no saber enfrentar ese problema que ha causado miles de muertes en el país. Sin embargo, no se menosprecia el poder del PRI, que tiene un amplio despliegue en todo el país y es el partido que ha gobernado México por más tiempo, más de 80 años, y que ganó todas las elecciones desde 1929, excepto dos.

Por otra parte, Por México al Frente es el nombre con el que se designó la alianza del derechista Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), que fue fundado como una organización de izquierda. Los dos aliados llegaron a una serie de acuerdos programáticos para unirse y sumar votos en las elecciones de julio. Su candidato es Ricardo Anaya, que como presidente del PAN ha marcado un tímido giro a la izquierda de la formación.

López Obrador, el eterno favorito que ya ha disputado dos elecciones y que ha asegurado que esta es la última vez que se presenta, cuenta con el respaldo del Movimiento Renovación Nacional, el partido que creó después de abandonar el PRD. También sumó el apoyo del Partido del Trabajo y el Partido Encuentro Social, que sostiene posturas conservadoras como el rechazo al aborto o al matrimonio entre personas del mismo sexo. La coalición que conformaron se llama Juntos Haremos Historia.

Por otra parte, López Obrador es el candidato que genera más rechazo en el electorado, algo que es alimentado por los señalamientos de sus contendientes, que lo critican y lo acusan de querer aplicar en México un modelo venezolano. López Obrador ha intentado moderar su discurso de izquierda en la búsqueda de más votos. Por ejemplo, anunció que su programa en materia económica será redactado por un empresario del norte de México, Alfonso Romo.

Varios factores hacen particulares estas elecciones mexicanas. Uno de ellos es que se rompió un récord en la cantidad de jóvenes que podrán votar, que alcanzó los 24 millones, uno de cada diez votantes. Otro es que participará en ellas, aunque de forma indirecta, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que en el 24º aniversario de su levantamiento armado ha respaldado públicamente a la primera mujer indígena que se postula a la presidencia de México, María de Jesús Patricio Martínez, conocida como Marichuy.

Brasil

La gran pregunta en materia electoral en América Latina es si el ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva podrá participar en las elecciones del 7 de octubre. Condenado por un caso de corrupción en el que se declaró inocente, Lula está a la espera de que su apelación sea tratada el 24 de enero.

“Lula es el candidato, no existe plan B”, dijo en octubre la presidenta del Partido de los Trabajadores (PT), Gleisi Hoffmann, para acallar las conversaciones internas que empezaban a surgir para evaluar alternativas por si el ex mandatario quedara inhabilitado. Lula se ha encargado en estos meses de defenderse ante la Justicia pero también de hacer caravanas por el país para reforzar su presencia y el respaldo de sus seguidores.

Por su parte, el PT se ha dedicado a presentarlo como su único candidato viable. Destaca que es el que tiene mayor intención de voto (con un amplio margen ante todos los eventuales contrincantes) y asegura que su inhabilitación implicaría violar el derecho que tienen los ciudadanos a elegirlo. Dirigentes del PT y de organizaciones sindicales cercanas al partido confirmaron a la diaria en varias entrevistas, en los últimos meses, que no hay conversaciones paralelas para buscar una alternativa. Pero si Lula es inhabilitado, el PT, el partido con mayor intención de voto en Brasil –independientemente de si el ex presidente es candidato–, deberá salir de apuro a buscar otro postulante.

Fueron varios los nombres que sonaron, aunque ninguno de ellos parece reunir mucho apoyo: el líder del Movimiento de los Trabajadores sin Tierra Guilherme Boulos, el ex gobernador de Bahía y hombre de peso en el PT Jacques Wagner, el ex alcalde de San Pablo Fernando Haddad, e incluso el de la presidenta de la formación, Hoffmann. Una encuesta elaborada por el Instituto Paraná consultó a los brasileños sobre los escenarios con otros nombres del PT y el que logró un mayor respaldo, de 13,4%, fue el de la ex presidenta Dilma Rousseff, pero no se manejó la posibilidad de que ella sea candidata.

Las encuestas de Instituto Paraná y de Datafolha atribuyen a Lula 36% o 37% de intención de voto. Si él no participara, la victoria sería para el defensor de la dictadura, militar retirado e integrante de la llamada bancada evangélica Jair Bolsonaro, que supera el 20% de respaldo en casi todas las encuestas. Con alrededor de 10%, en tercer lugar, se ubica Marina Silva, la ecologista que se presentará por tercera vez a las elecciones, en este caso con el respaldo de su partido, Rede Sustentabilidade.

Cuarto o quinto, dependiendo de quiénes sean los demás candidatos, figura el gobernador de San Pablo, Geraldo Alckmin, que durante setiembre fue designado presidente del Partido de la Social Democracia Brasileña, lo que prácticamente lo confirma como postulante de esa fuerza. Por su parte, ningún postulante que presente el Partido del Movimiento Democrático Brasileño, al que pertenece el presidente Michel Temer, consigue una intención de voto mayor a 2%.

Sin embargo, todavía falta tiempo para que comience oficialmente la campaña electoral, y entonces esos dos partidos contarán con una gran ventaja: por los votos obtenidos en 2014 serán, junto con el PT, los que tengan más tiempo de propaganda televisiva, algo que se ha revelado como una herramienta clave en un país de las dimensiones de Brasil.

En todo caso, si Lula participa en las elecciones y se confirman las previsiones de las encuestas, la segunda vuelta enfrentará, el 28 de octubre, al PT y al Partido Social Cristiano, fundado en 2016 por Bolsonaro. De esta forma, quedarían afuera de la disputa todos los partidos que impulsaron el juicio político contra Rousseff y aprobaron su destitución. Al menos institucionalmente, ya que Bolsonaro, que pertenecía en aquel momento al Partido Progresista, también votó a favor de la destitución. De hecho, lo hizo, según sus palabras, “por la memoria del coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra”, un conocido represor de la dictadura brasileña que fue quien torturó a Rousseff mientras estuvo presa, entre 1970 y 1972.

Cuba

El 11 de marzo los cubanos votarán a los nuevos integrantes de la Asamblea Nacional, que elegirá a un nuevo presidente para que en abril Raúl Castro deje el cargo. El calendario electoral cubano empezó el año pasado, con votaciones para elegir concejales, y fue suspendido por el desastre causado por el huracán Irma. Por esta razón, se prorrogó el mandato de los cargos electos y la presidencia de Castro, que en un principio iba a finalizar en febrero.

Todo indica que el próximo presidente cubano será el actual vicepresidente primero, Miguel Díaz-Canel, que tiene 57 años. Si bien Díaz-Canel será el primer presidente que no pertenece a la familia Castro desde la revolución, se prevé que mantenga la política actual y que continúe profundizando los cambios impulsados por Raúl Castro en su gobierno.

Venezuela

“En 2018, llueva, truene o relampaguee, vamos a las elecciones presidenciales como manda nuestra Constitución, y confío en el voto del pueblo, en su conciencia”, dijo el presidente venezolano, Nicolás Maduro, en noviembre. La oposición ha manifestado su desconfianza acerca de que se cumpla el calendario, y también hacia el sistema de votación y las autoridades electorales. Al respecto, Maduro aseguró que se van a utilizar “las mismas máquinas” y que “va a ser la misma Tibisay Lucena quien dirá quién ganó la presidencia”, en referencia a la presidenta del Consejo Nacional Electoral.

La desconfianza de la oposición implicó que sus principales partidos no participaran en las municipales del 10 de diciembre. El gobierno acusó a esos partidos de intentar boicotear las elecciones y amenazó con impedirles participar en las presidenciales. Esa amenaza no se concretó; lo que sí sucedió fue que la Asamblea Nacional Constituyente emitió un decreto con el que obliga a los partidos que no participaron en las elecciones pasadas a inscribirse ante el Consejo Nacional Electoral para participar en las próximas.