“¿Qué nos mueve, progresistas?” era la premisa principal del debate que el lunes reunió a representantes de distintos partidos de izquierda de América Latina y militantes independientes. El encuentro, que fue organizado por el Frente Amplio y la fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (Fesur), giró en torno a cuatro ejes: feminismos, juventud, fundamentalismos y militancia en redes.

La pregunta que disparó la reflexión sobre los feminismos fue: “La nueva ola feminista: ¿estímulo o problema para los partidos progresistas?”. Las encargadas de responder fueron Ana Catelén (de las Juventudes Socialistas de Argentina), Luana de Souza (Juventud del Partido de los Trabajadores de Brasil) y Constanza Schönhaut (Movimiento Autonomista/Frente Amplio de Chile). Las tres expusieron las distintas realidades que vive el movimiento feminista en sus países y, a grandes rasgos, coincidieron en que se trata de una revolución que, lejos de constituir un obstáculo para los partidos de izquierda, tiene mucho para aportar, precisamente porque los interpela.

En Brasil, el movimiento Ele Não, que invadió las calles en repudio al candidato presidencial de extrema derecha Jair Bolsonaro, es el más representativo de este momento de efervescencia feminista. Para De Souza, esta movilización está estrechamente vinculada con los objetivos de las izquierdas, en cuanto se erigió “en contra de todos los retrocesos sociales, en contra de la violencia y en contra de todo lo que representa Bolsonaro”.

La militante brasileña explicó que el movimiento Ele Não mostró que “las mujeres pueden cambiar el escenario político” del país. Y aclaró que, con el tiempo, se convirtió en algo más que un “no” a Bolsonaro, porque las brasileñas se organizaron también para “empoderarse” y “reivindicar su papel en la sociedad”. Agregó que como la izquierda de Brasil está “a favor de los derechos de las mujeres y del lado de la lucha de los mujeres”, no hay manera de concebir el feminismo en un escenario distinto al que predica este espectro político. “Las bases políticas que participaron en el Ele Não deben entender que el feminismo se impone en este momento”, agregó.

La imagen de las mujeres apoderándose de las calles también es visible en la Argentina actual: tomó impulso después de la primera marcha Ni Una Menos contra la violencia de género y se vio este año mientras el Congreso debatía la ley para legalizar el aborto. Catelén dijo que otro ejemplo de cómo se masificó el movimiento feminista en su país es la cantidad de mujeres que participaron en el último Encuentro Nacional de Mujeres, que tuvo lugar hace diez días. “El primer Encuentro Nacional de Mujeres en Argentina fue en 1986 y reunió a 1.000 mujeres de todo el país. El último, que fue en Trelew, en una zona de la Patagonia bastante alejada del centro del país, unió a 65.000 mujeres de todo el país, de todas las clases sociales y de todos los estilos de feminismos, porque feminismo no hay uno solo”, explicó.

Después, consideró que un movimiento como el feminista “no puede ser un problema” para los partidos progresistas porque, entre otras cosas, “es sumamente heterogéneo, atraviesa todas las clases sociales, ha logrado crecer a través del tiempo y practica distintas estrategias para conquistar derechos”. Y agregó: “¿Qué otro movimiento conocen ustedes que dialogue con tanta fluidez con otros sectores y movimientos, como puede ser, por ejemplo, el de la diversidad sexual?”.

La chilena Schönhaut quiso aclarar, antes de empezar su exposición, que el feminismo “no es una suma de demandas”, sino “una lucha estructural por el poder”. Por lo tanto, precisó, “la idea de si a las fuerzas de izquierda les va a dificultar o les va a entusiasmar la idea del feminismo pasa por qué tan dispuestos y dispuestas, pero principalmente dispuestos, estemos a renunciar a nuestros privilegios y distribuir este poder que algunos tienen con la otra mitad de la población que normalmente no lo tiene”.

La dirigente chilena hizo un repaso de todas las conquistas que alcanzaron las mujeres a lo largo de la historia en su país –desde el derecho al voto hasta al aborto legal en tres causales– para concluir que el feminismo es “un avance civilizatorio”. Como tal, agregó, tiene que formar parte de la agenda de las izquierdas. En este sentido, aseguró: “Las fuerzas que no sean capaces de integrar el feminismo no como una demanda de mujeres, sino como la sangre viva que corre por las venas de los partidos, se van a estar perdiendo una oportunidad excelente de dar un paso más hacia el socialismo. Para mí, hoy en día el socialismo no puede ir si no es de la mano de la democracia, el feminismo y el internacionalismo”.