El subsidio para las personas trans que fueron discriminadas durante la dictadura se transformó en uno de los puntos más polémicos de la llamada “ley trans”, que obtuvo media sanción el martes en la Cámara de Senadores. Un integrante de un colectivo que se opone a la ley reconoció: “De haber sabido que la gente se iba a poner tan mal por un subsidio que se otorga a 20 personas, no habríamos armado tanto lío con el tema de si se podía o no cortarles el pito a los menores de edad y nos habríamos concentrado en eso. Seguro que a esta altura no tendríamos ley”.

El otro punto polémico fue el costo de los tratamientos de reasignación de género. El debate a propósito de este tema, que tuvo lugar fundamentalmente en las redes sociales, derivó en una polémica sobre si el dinero de estos tratamientos debería ser destinado a tratar a los pacientes oncológicos. Una fuente gubernamental reconoció: “La verdad es que no sé bien cómo estos dos temas terminaron relacionados, pero para nosotros es bueno, porque si sacamos los subsidios a los trans perseguidos por la dictadura, la gente va a dejar de romper las pelotas con la falta de medicamentos. Yo todavía no entiendo muy bien por qué, pero aparentemente sería muy fácil hacer desaparecer esta repentina preocupación por la salud, que antes de la ley trans no existía. Y la verdad es que tampoco quiero ponerme a averiguar por qué se estableció este vínculo, por aquello de que a caballo regalado no se le miran los dientes”.