“El futuro de la izquierda y de la dignidad humana” fue el nombre del panel con el que el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, y el politólogo español y fundador de Podemos, Juan Carlos Monedero, inauguraron ayer la segunda jornada del Foro Mundial del Pensamiento Político que se desarrolla desde el lunes en Buenos Aires. Los dos analizaron las condiciones que permitieron que haya una primera ola de gobiernos progresistas en América Latina para preparar el terreno de cara a una segunda.

Para eso, García Linera propuso revisar “virtudes, errores y límites” de esos gobiernos. El número dos de Evo Morales dijo que una de las principales cosas que demostró la izquierda latinoamericana es que se puede gobernar de otra manera, una que se basa en la unión entre la “mayoría parlamentaria” y la “mayoría callejera”. En materia económica, destacó la capacidad de los gobiernos progresistas de impulsar “formas alternativas” a las políticas “posneoliberales”. En esta línea, explicó: “Hemos tenido la capacidad de ampliar los bienes comunes, tanto estatales como sociales, de articular de manera selectiva formas de globalización y formas de protección al mercado interno”.

Dijo también que hubo dos batallas que esas gestiones no pudieron librar: la del “sentido común” y la de la “sostenibilidad del crecimiento y la satisfacción económica”. Al ahondar sobre lo primero afirmó que la política “es una lucha por la conducción del sentido común” y que las izquierdas de la región “supieron estar a la altura de la disputa cuando un pedazo del sentido común dominante se resquebrajó”. Fue entonces que esos movimientos llegaron al poder, “aprovechando los estallidos catárticos de América Latina”.

Sin embargo, dijo el vicepresidente, “el nuevo sentido común transformador que las izquierdas traen al llegar al gobierno es apenas una capa superficial que se monta sobre un sedimento conservador muy arraigado. Por eso, si los gobiernos no hacen un esfuerzo planificado para transformar y revolucionar ininterrumpidamente las pautas del sentido común establecido, nos encontramos ante un fenómeno repetido: ¿por qué los compañeros que salieron de la pobreza votan en contra de los gobiernos progresistas que los beneficiaron?”. García Linera analizó que, en retrospectiva, la izquierda entendió que el sentido común “es más que estos aspectos circunstanciales de la catarsis social, es todo un sedimento conservador reproductivo más que transformativo”.

Acerca del “avance” del neoliberalismo y la derecha en el continente, el dirigente fue más optimista que los oradores anteriores. Reconoció que “habrá una noche oscura” conservadora, pero aseguró que “no será una larga” porque “el neoliberalismo está agonizando”. Esto es porque tiene “dos límites intrínsecos: es fosilizado y es en sí mismo contradictorio”. Agregó: “Tenemos un neoliberalismo fallido de corto aliento y un mundo incierto. Se ha agotado el combustible neoliberal, este es un neoliberalismo zombi”.

También participó en el encuentro, que es organizado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, que en una disertación que giró en torno al “derecho de la memoria”, habló sobre la labor de la organización en tiempos de Mauricio Macri.

Más adelante, el ex presidente de Colombia y secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas hasta el año pasado, Ernesto Samper, habló sobre la “profunda crisis política” que vive la región porque, entre otras cosas, “hay poderes fácticos que sustituyen a los partidos”. En clave de autocrítica, Samper dijo que se perdió la “dinámica de los partidos” porque “ya no representan como antaño los intereses sociales y populares, porque se han dedicado al clientelismo”. El ex mandatario propuso, a la vez, “analizar el impacto de las redes sociales”, que, en su opinión, “actúan como enjambre pero no ofrecen una salida”.

Por otro lado, Samper recordó que en diez años de gobiernos progresistas 180 millones de personas salieron de la pobreza, pero que ahora están regresando a esa situación “entre 15 y 20 millones”, según cifras de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe. “Estamos desandando el camino en el que habíamos avanzado”, advirtió.