En abril, y no en noviembre de 2019 como estaba estipulado inicialmente, se llevarán a cabo las elecciones en Israel. La votación se adelantó debido a que los líderes de los cinco partidos que apoyan al Ejecutivo del primer ministro Benjamin Netanyahu decidieron que no pueden continuar gobernando con una mayoría parlamentaria muy limitada, de apenas 61 de los 120 diputados.

Si bien el gobierno de Netanyahu había quedado muy debilitado en noviembre, después de la salida de la coalición del partido Israel Beitenu, liderado por el ultraderechista Avigdor Lieberman, la gota que desbordó el vaso fue la falta de acuerdos sobre un proyecto de ley para extender el servicio militar obligatorio a los jóvenes judíos ultraortodoxos. Estos jóvenes, que tradicionalmente se dedican al estudio de los textos sagrados, estaban hasta ahora prácticamente exonerados de incorporarse al ejército.

De este modo, Netanyahu se vio forzado a romper la coalición de gobierno ante la amenaza de 13 diputados ultraortodoxos de disolverla si la propuesta era aprobaba.

En Israel es habitual que no se completen los períodos de gobierno –no sucede desde 1988–, pero Netanyahu se ha mostrado confiado en que su partido, el Likud, volverá a contar una vez más con el respaldo popular en las urnas.

Según informó el diario The Times of Israel, durante un encuentro que mantuvo con la bancada de su partido después de anunciar el llamado a elecciones, Netanyahu destacó los “logros” más importantes obtenidos durante el actual gobierno, entre los que enumeró el traslado de la embajada estadounidense a Jerusalén y que el Ejército israelí se hubiera convertido en el octavo más poderoso del mundo.

Netanyahu, que fue primer ministro en cuatro oportunidades –gobernó desde 1996 hasta 1999 y luego desde 2009 en adelante, con tres reelecciones consecutivas: en 2009, 2013 y 2015–, puede convertirse en el primer ministro israelí con más tiempo en el poder si es reelecto en abril, y superaría así al líder histórico David Ben-Gurión. Según las encuestas, es posible que esto suceda.

Un sondeo de intención de voto difundido ayer por el diario israelí Maariv señala que ante la pregunta de “a quién votaría si las elecciones fueran hoy”, el Likud de Netanyahu obtendría 30 escaños en el Parlamento, que es exactamente el mismo número que consiguió en las elecciones anteriores. En caso de que se convierta en el más votado, el Likud deberá establecer alianzas con otras organizaciones políticas para que los diputados elijan a su candidato como primer ministro.

De acuerdo con la encuesta, una nueva formación política encabezada por el ex comandante en jefe del Ejército Benny Gantz lograría 13 escaños, y se convertiría en el segundo partido político de mayor fuerza y poder de decisión, pero difícilmente este nuevo sector se integre a un gobierno de coalición liderado por Netanyahu. Por otra parte, el partido Yesh Atid –centrista y laico–, encabezado por Yair Lapid, pasaría de 11 a 12 cargos en el Parlamento, y el derechista y nacionalista Habait Hayehudi, liderado por Naftalí Bennet, conseguiría tres nuevos diputados –pasaría de ocho a 11 bancas–, la misma cifra que tendría la Lista Árabe Unificada.

Si bien el enrolamiento al Ejército de los ultraortodoxos fue el motivo invocado por Netanyahu para disolver el Parlamento y llamar a nuevas elecciones, tanto políticos opositores como analistas señalan que lo que llevó al primer ministro de derecha a dar este paso son los casos de corrupción por los cuales puede ser imputado. Según informaron a medios israelíes fuentes de la Fiscalía, el equipo de fiscales que investiga varios casos de corrupción que involucran a Netanyahu ha decidido recomendar su imputación al fiscal general del Estado, Avichai Mandelblit. Los medios agregaron que Mandelblit no hará pública su decisión sobre la posible imputación de Netanyahu hasta después de que se celebren las elecciones en abril.

Por otra parte, una imputación no impediría que el actual primer ministro siguiera al frente del gobierno porque la ley no le exige dimitir, y Netanyahu, que afirma que es inocente, dijo en varias ocasiones que no renunciaría a su cargo.

“Netanyahu tiene prisa ahora. Se ha dado cuenta de que la última cosa que necesita es que lo acusen formalmente en medio de la campaña electoral”, dijo al diario español El Periódico el profesor Reuven Hazan, del departamento de Ciencias Políticas de la Universidad Hebrea de Jerusalén.