Andrés Manuel López Obrador fue investido presidente de México el sábado en el Congreso, donde prometió construir una “nueva patria”. El líder del Movimiento Regeneración Nacional (Morena), que llegó a la presidencia en su tercera candidatura y generó una gran expectativa de cambio político en el país, dijo que asumió un compromiso con el pueblo y que no tiene “derecho a fallar”.

Durante su gobierno, y “por el bien de todos”, se aplicará “el principio de: primero los pobres”, afirmó, y dijo que “a partir de ahora se llevará a cabo una transformación pacífica y ordenada, pero al mismo tiempo profunda y radical, porque se acabará con la corrupción y la impunidad que impiden el renacimiento de México”.

A lo largo de su discurso, López Obrador se refirió a su iniciativa de promover una ley que establezca que la corrupción es un delito grave y afirmó que “el distintivo del neoliberalismo es la corrupción; suena fuerte, pero privatización ha sido sinónimo de corrupción”. Al respecto, reiteró su posición contraria a que su gobierno impulse investigaciones acerca de quienes hayan ocupado cargos y se hayan beneficiado del poder en mandatos anteriores. “No habría juzgados ni cárceles suficientes y, lo más delicado, lo más serio, meteríamos al país en una dinámica de fractura, conflicto y confrontación”, dijo. Por otra parte, anunció que comenzará de inmediato un proceso de amnistía para personas que están presas por razones políticas o por persecución promovida por representantes de gobiernos anteriores.

Entre los planes que repasó López Obrador, se encuentran los de construir y renovar refinerías para lograr el autoabastecimiento energético, otorgar un millón de pensiones por discapacidad, duplicar el monto de las jubilaciones y lograr que cuenten con la suya todos los adultos mayores. El nuevo presidente también se propone generar diez millones de becas para estudiantes, crear 100 nuevas universidades públicas y promover la contratación de 2,3 millones de jóvenes en empresas como aprendices remunerados, y se compromete a llevar adelante estos planes sin endeudar a México. En cuanto a la seguridad pública, si el Congreso lo aprueba, planea crear una Guardia Nacional liderada por militares y que actúe garantizando el respeto a los derechos humanos, afirmó en su discurso.

López Obrador reiteró que su gobierno va a recortar los sueldos de altos funcionarios, incluido el del presidente, y que impulsará una reforma constitucional para eliminar los fueros para quienes ocupan esos cargos. Además, tiene previsto hacer una consulta, en dos años y medio, para que el pueblo determine si quiere que él continúe en la presidencia y termine el mandato, que en México dura seis años.

Un símbolo del intento de acercar la presidencia a la gente fue la decisión de López Obrador de seguir viviendo en su casa y convertir la lujosa residencia de Los Pinos en un centro cultural, que comenzó a funcionar el mismo sábado. Otro fue el acto masivo en el Zócalo que siguió a la ceremonia formal de asunción. Allí, ante más de 120.000 personas, representantes de 68 pueblos indígenas le entregaron el bastón de mando.

A los presentes en el Zócalo, el presidente les pidió que le tengan “paciencia y confianza”, y agregó: “Nos están entregando un país en quiebra, sobre todo en lo que tiene que ver con la industria petrolera y eléctrica”. Manifestó que “gobernantes revolucionarios” se han quedado sin apoyo por falta de contacto con el pueblo. “No me dejen solo, porque sin ustedes no valgo nada, o casi nada”, dijo, antes de agregar: “Sin ustedes, y esto lo digo con todo respeto –hablando en el terreno político–, los conservadores me avasallarían fácilmente”.