En Uruguay, tras la victoria de Fray Marcos, la revuelta de Aparicio Saravia parece tener a Montevideo al alcance de sus jinetes. En Panamá, Estados Unidos se queda con el canal que le permite unir los dos océanos sin bajar al estrecho de Magallanes. Rusia comienza su guerra con Japón. Y precisamente en ese país se desarrolla la acción de Madama Butterfly, la ópera que Giacomo Puccini estrena en la Scala de Milán el 17 de febrero de 1904. No es un Japón real, sino que está tamizado por las nieblas de un libreto que se basa, entre otros textos, en Madame Chrysanthème, de Pierre Loti (1887), el príncipe del orientalismo. Tal origen no es obstáculo para que Puccini, que venía de brillar con Tosca (1900), componga otra pieza en la que vuelve a dejar en evidencia, con las limitaciones de su tiempo, las dificultades de ser mujer en un mundo donde parecían abundar los canallas.

Transcurrieron más de 114 años desde entonces. El viernes 30 de noviembre de 2018, en el Auditorio del SODRE, subió a escena la puesta de Pablo Maritano (hoy, a las 20.00, es la última función). En la noche del debut el rol protagónico lo cantó Eiko Senda. El lunes 3 lo hizo, con mucha solvencia, la soprano nacida en Maldonado, Sandra Silvera. La acompañó el también fernandino Andrés Presno, que luego de un comienzo algo dubitativo se adueñó de su personaje. Habrá que estudiar, en algún momento, por qué ese departamento produce tan buenos cantantes líricos, si se piensa, por ejemplo, en el antecedente de la soprano Luz del Alba Rubio.

La versión de Maritano plantea una puesta que desborda color y brillo, apelando a la proyección de imágenes como parte de la escenografía. En ese rubro su mejor logro es reflejar, en el escenario, la arquitectura de la casa tradicional japonesa del flamante matrimonio de Cio-Cio San y Pinkerton. En otros momentos, sin embargo, abusa de la redundancia visual. Como cuando el aria más bella de esta ópera (“Un bel di vedremo”) es innecesariamente ilustrada por un gigantesco acorazado que rompe las olas en amenazante bogar hacia la platea. Similar desacierto parece ser la apuesta al video-collage en los entreactos, sin entender que el lujo de tener en el foso a la Sinfónica del SODRE es un atractivo más que suficiente. El final recupera el rumbo. Con un dramatismo algo gore, a medida para la escena que marca el clímax, se cierra el telón virtual de una función que, pese a sus altibajos, confirma que también en el campo lírico Montevideo logra generar espectáculos de calidad.

Madama Butterfly | De Giacomo Puccini. Dirección musical: Diego Naser. Dirección escénica: Pablo Maritano. Con la Orquesta Sinfónica del SODRE, el Coro Nacional del SODRE y un elenco integrado por Carlos Ventre, Eiko Senda, Omar Carrión y Cecilia Díaz, entre otros. Hoy a las 20.00 (última función) en el auditorio Adela Reta.