El jueves a las 21.00, con una cena de gala en el hotel Radisson, la Asociación de Críticos Teatrales del Uruguay (ACTU) hará su ceremonia de premiación y, por primera vez desde 1962, lo hará sin su fundador, Yamandú Marichal (alejado por problemas de salud).

Este año, el cambio de formato profundizó las controversias habituales que rodean al premio: la cena organizada por Juan Herrera Producciones, con un ticket de 1.800 pesos (como informó El Observador), sustituyó a las ceremonias con entrada gratuita del teatro Solís, y sólo se ofrecerá una invitación por nominado, sin contemplar a los demás integrantes de los elencos.

El director nacional de Cultura, Sergio Mautone, dijo a la diaria que, desde que asumió el cargo, respetó la tradición de contribuir para la realización del premio (por intermedio del Instituto Nacional de Artes Escénicas se aportan 400.000 pesos), una distinción que “obedece a un formato que se sostuvo en el tiempo y que hoy requiere repensarse”. “Es un tema complejo, porque se trata, además, de un premio esencialmente capitalino, vinculado a una época en la que la crítica contaba con otro tipo de incidencia, y hoy hay un alejamiento por distintas circunstancias”, agregó. En ese sentido, Mautone plantea que el Florencio “requiere un pienso de todo el subsistema, para que se conforme no sólo en un mecanismo de validación de trabajos sino también en un elemento dinamizador”, a la vez que se “atiende y preserva” su larga tradición, sostenida “a pulmón y militancia”.

María Rosa Carbajal, presidenta de la ACTU, reconoce que están acostumbrados a estas discusiones, y que este año se propusieron recategorizar el premio. Desde esa línea, recuerda que, cuando el Solís estuvo cerrado, ellos hacían este tipo de cenas en distintas chacras –en las que también se cobraba ticket–, que eran transmitidas por televisión. “Este año la producción nos planteó hacer una ceremonia de estas características. Nuestra idea siempre fue visibilizar a la gente que hace teatro, porque nosotros somos personas de bajo perfil y no nos interesa la exposición. Con este cambio vimos que era posible elevar el nivel –algo que Daniela Bouret entendió, porque teníamos comprometido el teatro Solís–, y volver a la televisación”, que aún está en trámite.

En cuanto a las críticas porque la mayoría de los integrantes del jurado (integrado por José Luis Añón, Jorge Bolognia, Myriam Caprile, Carbajal, Carlos Cassina Gustavo Habiaga y Ernesto Olesker) está alejada de los medios de comunicación tradicionales, la presidenta admite que no le preocupa porque lo hacen “por amor al teatro” y de modo honorario. “El dinero que le pedimos al INAE, a Cofonte [Comisión del Fondo Nacional de Teatro] y, este año, al Municipio B [el alcalde Carlos Varela informó que el organismo destinó unos 100.000 pesos en apoyo al premio, ya que “el 90% de las salas se encuentran en el municipio”] se destinó a la compra de estatuillas y plaquetas, no a los integrantes de ACTU”. Aclara que la estatuilla tiene “un costo importante”, porque nunca se modificaron los materiales, y que mientras cuenten con los apoyos correspondientes apostarán por continuar haciéndola de esa manera.

Lila García, presidenta del Sindicato Uruguayo de Actores, dijo que al cobro de entradas “hay que contextualizarlo” y que la asociación luchó históricamente por adquirir “otra visibilidad”. Para García, esta necesidad “es consecuencia de un país que no apoya al teatro independiente” y de “una institución muy frágil económicamente como es ACTU”. “No estoy capacitada para evaluar el nivel del jurado, pero muchos aseguran que no les interesa, y sus reclamos demuestran que sí. Desde afuera es muy fácil ver la fragilidad de cualquier estructura, pero esos mismos denunciantes no dedican diez minutos de su vida a trabajar en esto. Hay que apoyar a quien gestiona, y las críticas deberían ser constructivas”, ya que, “sean buenos o malos”, “son los premios históricos del teatro”, sostuvo.