La Policía de Israel anunció que encontró méritos suficientes para acusar al primer ministro de ese país, Benjamin Netanyahu, por dos casos de corrupción. Entre otras cosas, se lo acusa de recibir obsequios por un valor cercano a 250.000 dólares para favorecer a algunos empresarios, y de perjudicar a un diario a cambio de una cobertura positiva de su gestión por parte de un competidor. “Netanyahu está un poco desconcertado, porque su principal defensa ante cualquier acusación es el antisemitismo, pero en este caso se trata de policías judíos. De todas maneras, confía en encontrar algún argumento para acusar a quienes lo cuestionan”, aseguró un allegado al primer ministro.
Como primera reacción, Netanyahu calificó la acusación de la Policía de “difamación”, y aseguró que es inocente. “Es inaceptable que la Policía me trate de corrupto. Creo que con mi trayectoria estoy en condiciones de exigir que se me trate como un simple y honesto criminal de guerra, que ha dedicado toda su vida a masacrar inocentes para lograr la expansión territorial de Israel, y lo ha hecho siempre con total transparencia”, declaró ayer en un discurso televisado. El mandatario aseguró que por todas estas actividades “no recibí ningún tipo de compensación material inapropiada, y lo hice simplemente a cambio de un salario más bien discreto de servidor público y la oportunidad de divertirme un poco, algo completamente natural”. La acusación contra Netanyahu repercutió en las relaciones entre Israel y Estados Unidos, que hace un par de días habían registrado un cortocircuito cuando el primer ministro israelí aseguró que su país estaba discutiendo con Washington un plan para anexar Cisjordania, algo que la diplomacia estadounidense negó. Tras conocerse las acusaciones contra Netanyahu, el presidente estadounidense Donald Trump tuiteó: “Tuvimos ciertas diferencias con Netanyahu, pero al ver cómo lo acusaban injustamente, algo que nos tocó vivir, vamos a considerar seriamente la posibilidad de apoyar la anexión de Cisjordania”.