Con un gol postrero de Matías Zunino, que cuando se cerraba el partido deslizó con la derecha y desde la entrada del área la pelota contra el caño izquierdo del arquero Iván Arboleda, Nacional venció a Banfield 1-0 y cerró la serie con un global de 3-2 para clasificarse al grupo 4 de la próxima fase de la Libertadores junto con Estudiantes de La Plata, de Argentina, Santos, de Brasil, y Real Garcilaso, de Perú.
Ese gol fue el definitivo, pero Nacional construyó su pasaje a la clasificación por medio del cero defensivo, cimentado por la enorme labor de Esteban Conde, que tuvo tres o cuatro atajadas únicas e irrepetibles. Fue un partido durísimo, con mucha tensión y emoción, y en una llave muy pareja el tricolor fue un justo clasificado.
Marque con una cruz
El primer tiempo decidieron tacharlo. Como en esas competiciones en las que los contendientes pueden descartar un resultado, una competición, sin ningún acuerdo ni mucho menos negociación, jugaron de tal manera, defendiendo sus intereses, protegiendo sus posibilidades, que podría no haberse jugado. Pero esto no fue así por abulia, desdén, falta de compromiso o ineptitud para jugar en instancias tan elevadas, sino porque Nacional lo utilizó como pensada estrategia para llegar a destino con la clasificación, mientras que Banfield, visita en Montevideo, respetuoso rival de la historia tricolor, entendió que debía redoblar atención y concentración sin asumir riesgos, sin gastarse los riesgos que debería guardar para resolver en la segunda parte la incómoda situación con la que llegó a Uruguay.
Así las cosas, los tricolores, que salieron de los vestuarios con el 0-0 ganador, jugaron un partido tranquilo, cuidado, seguro y reforzado, remachado en su zona defensiva con la aparición de Diego Polenta, a quienes comentaristas y aficionados le buscaban un lugar en el equipo. Alexander Medina se lo encontró al poner a marcar al lateral izquierdo y mandar a Alfonso Espino al banco.
Esa seguridad, esa simpleza, esa solvencia en la neutralización asistida –porque Banfield no podía hacer mucho con la pelota en los pies– hizo de Nacional otra vez un equipo compacto, corto, solidario, pero esta vez con menos movilidad en bloque de cara al arco contrario.
Aun así, teniendo la pelota sin dormirla pero sin agitarla, moviéndola en el campo seguro y, de vez en cuando, llevándola con el vértigo con que se sacuden los contragolpes de banda a banda, los tricolores tuvieron un par de lindas oportunidades de abrir el marcador. Moviendo la guinda con cadencia tanguera, pero metiéndole un par de riffs de Tabaré Viudez o la verticalidad a veces suntuosa, a veces torpe, de Matías Zunino, Sebastián Fernández quedó en situación de casi gol. Pudo haber sido, pero el cero les sentaba bien a los tricolores, tanto como ese gol a favor que no fue, mientras que para Banfield era como si ya hubiese recibido el que finalmente recibiría cuando se moría el partido.
Agítese antes de usar
En la segunda parte sucedió lo que casi todos suponíamos: Banfield salió a buscar su resultado, para lo que necesitaba convertir. Y entonces el elenco tricolor ya no estuvo tan cómodo; por el contrario, empezó a pasar muy mal, tan mal que Conde protagonizó una doble atajada extraordinaria ante un penal con barrera ejecutado por Jesús Dátolo y un remate a quemarropa de Darío Cvitanich que, a 30 centímetros, el arquero de Young evitó con su cara y la mandó al córner. Ese ojo negro fue lo que mantuvo el marcador en blanco.
La oncena del Cacique debió buscar otro lugar en el campo de juego para reacomodarse. Por eso trató de atacar a los argentinos, de manera de alejar el peligro del arco propio. Una forma de reubicación en el juego, teniendo en cuenta que aquel cero en el arco local seguía dándoles la clasificación a los bolsos.
Esa nueva racha de partido se vio en la zona de ataque tricolor, fundamentalmente cargando por la banda derecha. Un par de centros peligrosos pusieron otra vez a Nacional cerca, pero seguramente la jugada más peligrosa haya sido una de Viudez, que cortó en el área, enganchó moviendo sus caderas y cuando amartilló el derechazo, un cierre increíble de Renato Civelli impidió que Nacional abriera el marcador cuando iban 18 minutos de la segunda parte. Banfield siguió creciendo y nuevamente llevó peligro al arco de Conde, lo que, sumado a la decisión del cuerpo técnico de Nacional de sustituir a Viudez para dar ingreso en la media cancha a Sebastián Rodríguez, empezó a generar dramatismo en la cancha y, más que nada, en las tribunas y frente a los televisores.
El juego pasó a escenificarse casi exclusivamente en campo de Nacional, y Banfield, sobre todo por la banda izquierda, con Jesús Dátolo, Nicolás Bertolo y Pablo Mouche cargando sobre la zona de Jorge Fucile. Al final, tanto nervio y tanta tensión tuvieron su válvula de seguridad en el golazo de Zunino, pero la clasificación había sido de a cero, de acero, con Coco Conde llevando a su equipo a la zona placentera de la Copa Libertadores.