El diseño institucional de la Universidad Tecnológica (Utec) incluye cuatro departamentos académicos: el de ingenierías, otro de agrotecnologías y alimentos, uno de medioambiente, y el departamento de programas especiales. Actualmente, los departamentos de agrotecnologías y alimentos y el de medioambiente están en proceso de fusión. La sección de programas especiales cumple una función algo distinta que el promedio de departamentos académicos de cualquier universidad uruguaya. En palabras de su director, Álvaro Pena, no sólo se trata de un conjunto de programas y proyectos sino que funciona como “un departamento de innovación educativa”, o, como a él le gusta llamarlo, “el departamento del por qué no”, en referencia a que todas las ideas son tenidas en cuenta. Si bien señaló que en los otros departamentos de la Utec también se llevan a cabo tareas de innovación, Pena dijo que cuentan con una mayor libertad para hacerlo en la sección que dirige.
El departamento de programas especiales se conformó en diciembre de 2016 bajo la premisa de promover habilidades y competencias del siglo XXI en los estudiantes. Pena explicó que eso quiere decir “trabajar la creatividad, la innovación, el trabajo en equipo, la responsabilidad global y local, de una forma transversal”. El director señaló que ello no quiere decir que todos los estudiantes pasen por el mismo molde con el objetivo de que queden con la misma forma, sino que se desarrolla “una matriz de libre configuración” para ellos, “que son quienes tienen la responsabilidad de construir su propio camino”. “Tratamos de promover su autonomía y que los estudiantes se empoderen de sus aprendizajes, de forma que puedan elegir qué habilidades trabajar más. No es que haya un curso de creatividad y otro de innovación, sino que se realizan varias actividades donde se trabajan estos temas”.
Pero el departamento de programas especiales también tiene una carrera de grado a cargo: se trata del tecnólogo en jazz y música creativa. Además, cuenta con la unidad de relacionamiento internacional y cinco programas transversales: el de fomento de la investigación, desarrollo e innovación, que apunta a que los estudiantes tengan herramientas en la gestión de proyectos y en procesos vinculados a la innovación; el programa de emprendimientos tecnológicos, con un mayor énfasis en la actitud emprendedora, lo que, en palabras de Pena, “no significa que sea para generar empresarios, sino que se trabaja a un nivel de actitud”; el programa de ciencia interactiva, que trata de abordar contenidos vinculados a la ciencias básicas (física, química, biología y matemática) desde una perspectiva de interacción e integración; el programa de evaluación y estadística, que apunta a la interpretación de datos y la evaluación de iniciativas tecnológicas; y el programa de lenguas, a partir del que la Utec apunta a que sus estudiantes manejen un segundo idioma.
“La universidad establece la obligación de que todos los estudiantes salgan con una certificación internacional en inglés; dependiendo del nivel de ingreso es el nivel de egreso que van a tener. También estamos trabajando con otras lenguas; las que vimos que tienen mayor receptividad de los estudiantes fueron el portugués y el chino mandarín”. Este último, incluso, surgió de la demanda de los propios alumnos.
Oídos abiertos
En la Utec cada estudiante va armando su propia trayectoria educativa, y desde la institución entienden que es responsabilidad de la universidad mostrar cuál es la oferta que tiene para elegir en cada carrera. Para ello, por ejemplo, se elabora una ficha para que se entienda cuáles son las competencias que se trabajan en cada una de las propuestas. El director mencionó el trabajo que realiza el programa de lenguas sobre el pensamiento computacional y la cultura de creación, más conocida como cultura maker. Al respecto, explicó que para el departamento “los programas son un medio y no un fin; identificamos a la ciencia interactiva como un medio para trabajar en equipo, [para desarrollar] el pensamiento crítico o lógico, y no tanto como un fin en términos de contenidos”. En suma, evaluó que el departamento “es un gran laboratorio de innovación educativa; ponemos a prueba distintas metodologías y propuestas educativas, algunas exitosas, otras más o menos y algunas que no han funcionado”.
Dentro de la sección que dirige Pena, a la hora del diseño de las propuestas se tiene en cuenta tanto la percepción de los docentes acerca de las habilidades y competencias sobre las que sería interesante profundizar, como lo que demandan los estudiantes. Para esto último, el año pasado se hizo una encuesta a todos los estudiantes de la Utec para consultarles cuáles eran los temas que les interesaría abordar. Los resultados marcaron que, independientemente de la carrera, había mucho interés por los temas medioambientales, y a partir de ello se diseñaron cursos o se incluyeron nuevos contenidos en los ya existentes.
Varias formas
Pena detalló que se parte de que no hay una única metodología de abordaje para lograr los objetivos de aprendizaje en forma más eficaz. “Entendemos que cada individuo es un gestor de oportunidades. No sólo hay que pensar que las oportunidades están y la persona es la que se acerca, sino que uno tiene una responsabilidad en la gestación de esas oportunidades. Para lograr eso en el estudiante se involucra una aproximación bastante diversa. Hay estudiantes a los que les gusta más lo virtual, responden activamente en forma más interactiva, y hay otros que responden mejor a actividades como las maratones de innovación”, señaló. En las maratones se trabaja durante cuatro días intensivos, en equipos interdisciplinarios durante largas jornadas.
“A veces nos cuesta adaptarnos a distintas metodologías con distintos enfoques, sobre todo cuando no fueron metodologías en las que nosotros nos formamos. Tuvimos que ser creativos y no tenemos la respuesta de cuál es la más efectiva”, admitió Pena. Por ejemplo, explicó que el programa de lenguas se ofrece con tres modalidades: la de tutoría virtual acompañada, en la que se conecta por medio de un sistema de videoconferencia y un docente da clase de forma interactiva; un curso virtual autoasistido, en el que cada uno ingresa a una plataforma y avanza a su propio ritmo; y también una modalidad semipresencial más tradicional. El director informó que cada una de las tres modalidades son elegidas por una cantidad similar de estudiantes, lo que demuestra que “hay distintos intereses y metodologías para llegarles”.
De todas formas, desde la Utec se entiende que para que un estudiante desarrolle una actitud emprendedora e innovadora se requiere un proceso, ya que “sería irresponsable decir que alguien que pasa por un curso de 20 horas ya tiene todas sus habilidades desarrolladas”, consideró Pena. Por el contrario, según el director, se requiere el compromiso del estudiante, como parte de un proceso que complementa todo el conocimiento que se desarrolla en la carrera. “Nuestro departamento concilia destrezas, conocimientos y actitudes, y todas ellas requieren que el estudiante lo vaya trabajando. Por eso tenemos un programa de emprendimientos tecnológicos o uno de fomento de la investigación, el desarrollo y la innovación, que ofrecen actividades desde el primer día en que un estudiante ingresa a la Utec. Muchas veces se concibe que el estudiante llega al último año de la carrera y ahí es donde realiza un proyecto de innovación o puede elegir un camino de emprendedor, porque ya tiene una experiencia que le permite llegar a propuestas de mayor complejidad. Hemos entendido que eso es posible desde el día uno, en el entendido de que el estudiante va madurando y descartando ideas a lo largo del proceso”, entendió Pena.
Cultura Utec
En suma, el departamento de programas especiales juega un papel trascendental a la hora de promover entre los estudiantes la “cultura Utec”, que el director describe: “Va a haber miles de ingenieros, pero pocos ingenieros de Utec. En términos numéricos, porque tenemos un número acotado de estudiantes, y por el diferencial que podemos aportar al proceso de desarrollo. La cultura Utec tiene que ver con estudiantes que trabajan fluidamente en equipo, que son capaces de explorar procesos creativos, vincularse en lo social de forma más articulada”.
Esta idea también incluye “la capacidad de pensar en red global”, ya que “en el mundo se habla de cadenas de valor de conocimiento a nivel global, donde cada uno aporta lo suyo”. “Cada vez uno sabe más de cosas más acotadas y por lo tanto depende de otra persona, y eso requiere habilidades blandas”, definió. Para Pena, se necesita cierto trabajo de parte de la universidad, ya que el estudiante que ingrese este año va a egresar en 2022, en un contexto diferente, y quizás necesite terminar de desarrollar sus habilidades profesionales durante varios años más. “No sabemos qué escenario vamos a tener, pero sí está claro que podemos ser protagonistas de determinadas habilidades. Por eso también creemos mucho en la construcción conjunta con los estudiantes, en el entendido de que la mejor forma de predecir lo que pase en el futuro es ver qué es lo que tiene mayor éxito en el presente. Todas las actividades que hacemos en relación al desarrollo de prototipos, impresoras 3D, cortadoras láser, armado, diseño, construcción, todo eso tiene un atractivo muy importante para los estudiantes, independientemente de la carrera, no sólo en mecatrónica. Hay que saber leerlo y entenderlo, porque nos permite desarrollar esa cultura colaborativa dentro de la Utec. Es igual de relevante que manejar conocimientos de mecánica”, opinó el director.
Para Pena, esto se ve claramente en el sector de tecnologías de la información: “Muchas empresas del exterior se vienen a instalar en Uruguay, o están las que nacen acá. Está estudiado que hay un cuello de botella en el desarrollo de capacidades. Uruguay va a ser destacado por la cantidad de programadores que va a generar en los próximos diez años, hay programas que están trabajando para eso, como el Plan Ceibal con Jóvenes a programar, la Utec, la Universidad de la república, UTU, o propuestas de la educación no formal. El siguiente cuello de botella ya no va a estar en tener programadores, sino en quién gestiona los equipos de los programadores, quién introduce metodologías de pensamiento de diseño para pensar soluciones creativas a problemas que están surgiendo en el entorno. Esa capacidad hay que trabajarla y desarrollarla muchísimo. Ahí está la cultura Utec, que nos permite pensar en que nuestros egresados y estudiantes sean protagonistas en ese futuro, en poder leer lo que está sucediendo y poder intervenir y moldear el escenario futuro que se viene”.