El presidente de la República, Tabaré Vázquez, anunció que pedirá el pronunciamiento de la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep) ante un posible conflicto de intereses por la contratación de su consuegro, Enrique Estévez, como su chofer para desplazamientos oficiales. Consultado por la prensa, el mandatario defendió su decisión de contratarlo argumentando que “es un excelente profesional, y, además, tiene que fumarse a un moralista como mi hijo de yerno, así que sentí que tenía que compensarlo de algún modo”. Otro de los motivos que esgrimió para justificar la contratación fue que el chofer de un presidente tiene que ser “de extrema confianza”. “Alguien que, sin ser familiar mío, tenga como objetivo en la vida ser mi chofer, lógicamente no me inspira ninguna confianza; no ya para manejar el auto presidencial, sino lisa y llanamente para manejar cualquier auto”, explicó. El mandatario adelantó que en caso de un fallo contrario de la Jutep, cesará a Estévez. Tanto desde la oposición como desde el oficialismo reconocieron que sería “lo que corresponde”, aunque varias voces sugirieron que hay “más de una manera” de solucionar el conflicto de intereses. “Recordemos que acá el problema es que un familiar del presidente trabaja en la misma dependencia que él. Si el consuegro de Tabaré Vázquez renuncia, el problema quedaría solucionado. Pero si Vázquez renuncia, también se solucionaría el problema. Y a lo mejor hasta salimos ganando”, aseguró un legislador nacionalista. Dentro del oficialismo también hay quienes apoyan esta fórmula. “Tabaré no está tan mal ahora, pero recordemos que tiene casi 80 años. A esa edad pueden venirse abajo en muy poco tiempo. El otro día, en la discusión con los autoconvocados, cuando se puso a gritar ‘Uruguay, Uruguay, Uruguay’, me preocupé un poco. Y naturalmente cuando estaba [Raúl] Sendic como vicepresidente nadie quería que Tabaré renunciara, pero ahora no sería tan grave”, declaró un integrante de la Mesa Política del Frente Amplio.