La tensión entre Reino Unido y Rusia por el envenenamiento del ex espía Serguéi Skripal se agudizó ayer con la expulsión de 23 diplomáticos rusos y otras sanciones anunciadas por la primera ministra británica, Theresa May, que consideró que Moscú no aportó pruebas “creíbles” de no haber estado detrás del ataque. La decisión fue anunciada horas después de que las autoridades británicas confirmaran que Skripal fue envenenado con un agente neurotóxico de fabricación soviética. El Kremlin reiteró que no tiene ninguna responsabilidad.

El gobierno británico anunció ayer una serie de medidas diplomáticas contra Rusia por el “desprecio” que, según la primera ministra, mostró ese país “ante la gravedad” del ataque contra el ex espía ruso y su hija Yulia, que continúan hospitalizados en estado crítico desde el domingo 4.

La relación entre los dos países se empezó a crispar desde ese día pero tuvo un punto álgido el martes, cuando las autoridades británicas confirmaron que los Skripal fueron atacados con “Novichok”, un agente neurotóxico de grado militar de tiempos soviéticos. May pidió entonces a Moscú que explicara si era responsable del ataque o si había perdido el “control” de la sustancia y terminó cayendo en otras manos.

La primera ministra notificó ayer, ante el Parlamento, que Rusia no aportó ninguna explicación “creíble” y que, en su lugar, respondió con “sarcasmo, desprecio y resistencia”. Además, pidió al Kremlin que aclare “por qué cuenta con un programa de armamento químico no declarado, contraviniendo la legislación internacional”.

La líder conservadora agregó que “romper todo tipo de diálogo” con Rusia no favorece “los intereses nacionales” del país, pero sostuvo que tras “un incidente tan espantoso”, la relación entre los dos países “no puede ser la misma”. Por eso, anunció la expulsión de 23 diplomáticos rusos, que fueron identificados como “agentes de los servicios secretos encubiertos”, y les dio una semana para abandonar el país.

El gobierno británico también incrementará los controles a ciudadanos rusos que pretendan acceder a Reino Unido y supervisará a los visitantes que pudieran “involucrarse en actividades que amenacen la seguridad nacional”, agregó May. Esto incluirá un aumento de los controles en los vuelos privados, en las aduanas y en el costo del transporte. “Congelaremos los activos del Estado ruso en cualquier parte donde encontremos evidencias de que podrían ser empleados para amenazar la vida o propiedad de nacionales o residentes en Reino Unido”, dijo May, quien reveló que ya se analiza la manera de introducir una nueva legislación contra las redes de espionaje porque “no hay lugar en el país para las elites corruptas”.

Como parte del paquete de medidas, el gobierno británico también revocó una invitación que había hecho al ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, para visitar Reino Unido, y adelantó que no habrá representación del gobierno ni de la realeza británicos en el Mundial de Fútbol que tendrá lugar en Rusia en junio y julio.

Lavrov ya advirtió que Rusia recién responderá a los requerimientos de Londres diez días después de recibir una “petición oficial de explicaciones”, tal como marca el Convenio para la Prohibición de Armas Químicas. Poco después, el portavoz del Kremlin Dmitri Peskov reiteró que su país no tiene “ninguna relación con lo sucedido en Reino Unido”, aseguró que Rusia “no tiene ningún motivo” para querer envenenar a Skripal y consideró que las acusaciones sin pruebas son “inaceptables”. El gobierno ruso “tampoco acepta el lenguaje de ultimátums”, agregó Peskov, en alusión al plazo dado por May para que Moscú explicara cómo pudo llegar a Reino Unido el gas nervioso que se empleó en el atentado. Al mismo tiempo, defendió que su país sigue abierto a cooperar con la investigación sobre las causas de este incidente, pero “desafortunadamente” no ve “la misma disposición por parte de Reino Unido”. Una de las cosas que exige Moscú a Londres es que le envíe una muestra de la sustancia en cuestión.

La polémica salpicó incluso al canal ruso RT, afín al Kremlin, que podría salir del aire en Reino Unido si se descubre que Rusia es responsable por el envenenamiento de Skripal, explicó el lunes Ofcom, el ente que regula los contenidos de la radiodifusión británica. Al día siguiente, la portavoz de la cancillería rusa, María Zajarova, respondió que si RT es bloqueado, “ni un solo medio británico” podrá trabajar en Rusia.

La similitud del caso con el asesinato en Londres del ex espía ruso Alexander Litvinenko, en 2006, llevó a que la ministra del Interior británica, Amber Rudd, aceptara una petición para volver a estudiar 14 muertes ocurridas en Reino Unido en los últimos años que podrían estar relacionadas con Rusia.

Como si ya no hubiera suficiente material para investigar, el lunes fue hallado muerto en su casa otro exiliado ruso que vivía en territorio británico, Nikolai Glushkov, por causas que hasta ayer se desconocían. Glushkov era amigo íntimo del empresario Boris Berezovsky, quien murió en 2013, aparentemente por suicidio.