Los alrededores del Congreso argentino se tiñeron ayer de verde, el color con el que se identifica la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, en una jornada que organizaciones y personalidades políticas, sociales y del espectáculo calificaron de “histórica”. Puertas adentro, en una sesión de cuatro comisiones de la Cámara de Diputados, comenzaba el debate sobre el proyecto de ley que busca despenalizar la interrupción voluntaria del embarazo.

Nueve proyectos están en debate, pero el que tiene más respaldo es el que presentó la Campaña Nacional, que establece que toda mujer tiene derecho a pedir la interrupción de su embarazo dentro de las 14 semanas de gestación o, más allá de ese plazo, si corre riesgo la vida o la salud de la mujer, o si el embarazo es producto de una violación.

Esa iniciativa llegó al Congreso el 6 de marzo, con la firma de 71 diputados. Sin embargo, el presidente de la Comisión de Legislación General de la cámara baja, el oficialista Daniel Lipovetzky, aseguró que ya son 115 los que votarían a favor. Pasada esta etapa de debate en las comisiones, se estima que el proyecto será discutido en Diputados en junio.

Está previsto que participen en la discusión cerca de 600 expositores, todos representantes de organizaciones civiles, académicos, abogados, médicos y personalidades de la cultura. Durante la sesión de ayer, hablaron 30: 15 a favor de legalizar el aborto –que se subieron al estrado durante la mañana– y 15 en contra –que tuvieron su turno de tarde–.

Temprano, profesionales de la salud y del derecho defendieron la despenalización del aborto desde sus respectivas áreas. El primero en hablar fue el abogado constitucionalista y doctor en Derecho Andrés Gil Domínguez, quien aseguró que no existe “ningún impedimento para incorporar el aborto” a la legislación, ni desde el punto de vista “constitucional” ni desde el “convencional”.

En tanto, el director ejecutivo del Centro de Estudios Legales y Sociales, Gastón Chillier, defendió que “el argumento de que el embrión es persona y sujeto de derechos humanos no tiene sustento en el sistema internacional”. Y agregó: “Si el aborto se lo practicaran los hombres, ya se habría despenalizado”. Por su parte, la abogada Nelly Minyersky, que integra la Campaña Nacional, afirmó que “los derechos que amplían posibilidades a las personas son salud para la población [...] Igualdad ante la ley y ante la vida, eso supone legalización y despenalización del aborto”.

Después, una integrante de Católicas por el Derecho a Decidir, Marta Alanis, insistió en que el debate no es una cuestión de fe y que, por eso, “hay que despojarse de las creencias personales a la hora de legislar y garantizar los derechos de las mujeres”. Fue bastante clara acerca de su postura: “Estamos a favor de la legalización del aborto porque las católicas también abortamos”.

Los profesionales de la salud, por su lado, aseguraron que los abortos clandestinos aumentan los índices de mortalidad materna, en tanto obliga a las mujeres a prácticas que ponen en riesgo su vida.

También defendió la despenalización del aborto el periodista Luis Novaresio, quien lamentó que las mujeres argentinas “están condenadas a la clandestinidad y la muerte” por someterse a “abortos inseguros”. Luego, apuntó contra la presidenta de la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados, Carmen Polledo, que se manifestó en contra del proyecto. “Carmen, no puede dejar que las mujeres se sigan muriendo. No puede imponer al resto de las mujeres una posición ideológica. No puede seguir favoreciendo que las mujeres ricas accedan al misoprostol y las pobres a la rama del perejil. No puede obligar a los que pensamos distinto a vivir en un sistema teocrático”, lanzó. Ella, que no estaba habilitada para contestar, lo hizo de todos modos: “¿Sabe que una nena de 13 años no está autorizada para comprar cerveza pero va a poder abortar sin autorización de los padres?”.

A favor de la iniciativa también se posicionaron las actrices Verónica Llinás, Carla Peterson y Griselda Siciliani, quienes leyeron una carta abierta en representación de un colectivo integrado por 400 colegas.

Pasado el mediodía, quienes se oponen al proyecto comenzaron a exponer sus argumentos. La primera en hacerlo fue Úrsula Basset, doctora en Ciencias Jurídicas de la Universidad Católica Argentina, quien afirmó que, en algunos casos, “el embarazo producto de violación frenó los abusos”.

A su turno, el director de la organización ProFamilia, Oscar Botta, dijo que la despenalización del aborto “no se trata de una cuestión de salud pública” sino “demográfica”, y cuestionó la “falsa educación sexual en los colegios”, que “aumenta todos los indicadores que supuestamente desea bajar, como las tasas de embarazo adolescente, las enfermedades de transmisión sexual y la tasa de aborto criminal”.

Posteriormente, el jefe de Obstetricia del Hospital Austral, Ernesto Beruti, se basó en una serie de estadísticas para explicar que mueren más mujeres por accidentes de tránsito que por practicarse abortos. Después protagonizó un momento inusual. Mostró la imagen de un embrión y planteó a la audiencia: “Díganme si esto no es un ser humano”.

Mientras tanto, afuera del Congreso, la cosa se movía. Con los ya emblemáticos pañuelos verdes en cuellos, cabezas, muñecas, a modo de top o como bandera, miles de mujeres acompañaron el debate con diversas actividades que incluyeron, entre otras cosas, talleres informativos, manifestaciones artísticas, un “pañuelazo” y hasta una radio abierta.