Una norma aprobada el mes pasado por el gobierno brasileño habilita la instalación de free shops en la frontera con Uruguay. El propietario de uno de estos establecimientos aseguró que esto representa “una competencia muy fuerte” a la que es muy difícil hacerle frente, ya que “cuando un empresario ve amenazada su rentabilidad, lo primero que hace es decir que no le preocupa su situación personal, sino la del país”. “Pero nosotros le vendemos a gente que compra acá porque no quiere pagar impuestos en el país. Andá a convencerlos de que no compren del otro lado de la frontera, por el bien del país”, apuntó. El empresario aseguró que tanto él como muchos de sus colegas consideran que es “casi imposible” competir contra los free shops brasileños, ya que “ellos son muchos más corruptos que nosotros”.

Es que, según datos oficiales, si bien las ventas legales son una importante fuente de ingresos para los free shops, el fuerte de sus ingresos proviene de “actividades irregulares, turbias o lisa y llanamente delictivas”. El entrevistado opinó que la corrupción uruguaya es “cambio chico al lado de la que hay en Brasil”. “Allá hay un mercado gigantesco. Acá una maniobra de contrabando de whisky que involucre 2.000 litros es gigantesca. Allá, por menos de 200.000 litros la Policía ni se inmuta. Creo que el gobierno debería hacer algo para promover el robo a gran escala en Uruguay, como para que podamos competir en las grandes ligas del delito”, sostuvo.