Después de activar todas las alarmas de la comunidad internacional al amenazar con un ataque inminente con misiles en Siria, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, adoptó ayer una posición más cautelosa. “Nunca he dicho cuándo se producirá el ataque a Siria. Podría ser muy pronto o no tan inmediato”, aseguró el mandatario en Twitter.

El miércoles, en la misma red social, Trump había advertido a Rusia sobre una ofensiva con misiles “bonitos, nuevos e inteligentes” en Siria como represalia por el ataque químico del sábado en la ciudad de Duma. Washington atribuye esta agresión al gobierno del presidente sirio, Bashar al Assad, que cuenta con el respaldo de Moscú.

La aclaración de Trump, que tranquilizó a varios, fue reforzada horas después por las declaraciones del secretario de Defensa de Estados Unidos, James Mattis, quien afirmó ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes que, aunque cree que se produjo un ataque con armas químicas en Duma, aún se trabaja para recopilar las pruebas que lo confirmen. Esto, en su opinión, sólo podría hacerlo un equipo de expertos que trabaje en el terreno, por lo que pidió a Al Assad que autorice una investigación de la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ).

Más tarde, Damasco finalmente anunció que ayer mismo aterrizaría en Duma un primer grupo, integrado por cuatro expertos de esa organización. En declaraciones a periodistas, el embajador sirio ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Bashar Yafari, aseguró que las autoridades sirias están listas para garantizar su seguridad y acompañarlos a “cualquier lugar” al que quieran viajar como parte de su investigación.

La misión de la OPAQ puede determinar qué fue lo que sucedió en Duma, pero no cuenta con mandato para señalar a los responsables. La organización tenía, junto con la ONU, un mecanismo encargado de atribuir responsabilidades por el uso de armas químicas en Siria, y lo utilizó el año pasado en el caso de un ataque gubernamental, pero Rusia vetó su continuidad en noviembre, tras acusarlo de “parcial y poco profesional”.

Mattis aseguró ayer que la intención del Pentágono es actuar contra las fuerzas gubernamentales sirias “junto con sus aliados” europeos y no de “forma unilateral”, aunque no dio más detalles sobre lo conversado con otros países. Además, el funcionario insistió en que el “único objetivo” de su gobierno en Siria es derrotar al grupo yihadista Estado Islámico (EI), por lo que las tropas estadounidenses no tienen intención de “involucrarse en una guerra civil”. En este sentido, defendió que el ataque de abril de 2017 contra una base militar siria en respuesta al uso de gas sarín en la localidad de Jan Sheijun tuvo lugar porque “hay cosas que son sencillamente inexcusables”.

Rusia, por su parte, aseguró ayer que los “mensajes belicosos” que Estados Unidos ha estado enviando en los últimos días respecto de atacar Siria obligan al gobierno a no descartar la posibilidad de que se inicie una “guerra” entre los dos países. “La situación es muy peligrosa y lo hemos dejado muy claro”, advirtió el embajador ruso ante la ONU, Vasili Nebenzia.

La tríada

Mientras tanto, Alemania, Francia y Reino Unido definen de qué manera intervenir. El más contundente fue el presidente francés, Emmanuel Macron, quien no sólo reiteró que planea apoyar una ofensiva militar en Siria, sino que aseguró que tiene pruebas de que se usaron armas químicas en el ataque de Duma y que el gobierno de Al Assad es el responsable.

En una entrevista con el canal TF1, el mandatario sostuvo que el único objetivo de la intervención debe ser impedir que Damasco vuelva a utilizar armas químicas. Aclaró, además, que la participación de su país en Siria estaba destinada solamente a luchar contra EI, pero que el país “alberga varias guerras dentro de la guerra”, en las que “no todo está permitido”.

La primera ministra británica, Theresa May, también está a favor de una respuesta, y ayer convocó a su gabinete para considerar las opciones. Según informó la cadena BBC, la líder conservadora parece dispuesta a participar en una posible acción militar de Estados Unidos sin buscar antes la aprobación del Parlamento, que está en receso hasta la semana que viene. El opositor Partido Laborista cuestionó la actitud de May y pidió a la primera ministra que consulte al Parlamento antes de tomar una decisión. Los laboristas consideran que un bombardeo por parte de Estados Unidos puede agravar la situación política y humanitaria en Siria. El miércoles, May dijo que todo indica que el gobierno sirio fue responsable del ataque contra Duma y advirtió que el “continuo uso de armas químicas no puede quedar sin respuesta”.

En tanto, Alemania se desmarcó de la respuesta belicista. En una conferencia de prensa en Berlín, la canciller Angela Merkel afirmó que su país “no participará en una eventual acción militar” pero que, de todas formas, apoyará “que se haga todo lo necesario para mostrar que el uso de armas químicas es inaceptable”. Argumentó que ella “siempre” prefiere abordar la resolución de conflictos mediante “vías diplomáticas”. Merkel agregó que su postura no la desmarca de la de sus aliados, ya que hay “una gran unidad en el claro rechazo al empleo de armas químicas”. Por otro lado, la canciller dijo que este último ataque en Duma demuestra que la eliminación del arsenal sirio que se llevó a cabo hace unos años en un esfuerzo internacional “no fue total”, porque el gobierno sirio sigue recurriendo a ellas.

Para Al Assad, las reacciones de los países “de Occidente” contribuyen a “aumentar la desestabilización en la región y son una amenaza para la paz y la seguridad internacional”, según opinó ayer en declaraciones a la agencia oficial siria SANA. “Las victorias logradas sobre el terreno vienen con voces de algunos estados occidentales y la intensificación de sus movimientos en un intento de cambiar el curso de los acontecimientos”, agregó.

Cerca de 70 personas murieron el sábado en el ataque perpetrado en Duma. De acuerdo con reportes de un grupo de actores vinculados al sector sanitario en Siria, liderados por la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 500 sobrevivientes fueron atendidos en centros médicos. Presentaban síntomas de exposición a agentes químicos, tales como asfixia, pulsaciones cardíacas lentas y quemaduras en la córnea.