“¿Quién nunca le dio una palmada en la cola a su hijo y después se arrepintió? Pasa”. Esa fue la respuesta del diputado, candidato presidencial y militar retirado Jair Bolsonaro al ser consultado sobre un documento de la CIA en el que se revela que uno de los presidentes de Brasil durante la dictadura sabía que se hacían ejecuciones y ordenó su continuidad.

El memorándum que trascendió la semana pasada es un informe enviado en 1974 por el entonces director de la CIA, William Egan Colby, al secretario de Estado de Estados Unidos, Henry Kissinger. “Decisión del presidente brasileño, Ernesto Geisel, de continuar con las ejecuciones sumarias de subversivos peligrosos, bajo ciertas condiciones”, dice el asunto del memorándum. Geisel fue el penúltimo presidente de la dictadura militar y gobernó Brasil entre 1974 y 1979.

Dos semanas después de asumir se reunió con el jefe del Servicio Nacional de Informaciones, el general João Baptista Figueiredo, y dos militares del Centro de Informaciones del Ejército. Según el relato del director de la CIA, estos últimos le dijeron a Geisel que, desde el golpe de Estado de 1964, habían sido ejecutadas 104 personas, a las que calificaron de “subversivos peligrosos”. Los servicios de inteligencia identificaban a estas personas y era responsabilidad de Figueiredo avalar las ejecuciones. “El presidente, que comentó los aspectos potencialmente perjudiciales de esa política, dijo que quería reflexionar sobre el asunto durante el fin de semana, antes de tomar cualquier decisión sobre su continuidad”, dice el documento, disponible en la página web del Departamento de Estado estadounidense. Dos días después, Geisel le dijo a Figueiredo que “la política debe continuar, pero que adopte extremos cuidados para asegurar que sólo sean ejecutados los subversivos peligrosos”.

Esta es una de las primeras pruebas que se conocen de que existió una práctica sistemática de asesinatos de opositores políticos durante la dictadura de Brasil, de la que se conoce menos que de otras de la región. El documento se suma a una grabación obtenida por el periodista Elio Gaspari, que publicó varios libros sobre el tema, en la que se revela que Geisel aprobó la represión de la guerrilla de Araguaia.

Este memorándum fue hecho público junto a otros cientos en 2015 como parte de la práctica habitual del Departamento de Estado de desclasificar sus documentos secretos más antiguos de forma periódica. Sin embargo, no se supo del texto hasta la semana pasada, cuando el investigador Matias Spektor, de la Fundación Getúlio Vargas, escribió en su columna del diario Folha de São Paulo sobre el documento. Spektor dijo a la edición Brasil del diario español El País que el memorándum es “el documento secreto más perturbador” que leyó en 20 años de investigaciones.

Según un relevamiento hecho por la cadena O Globo, la Comisión de la Verdad, que funcionó entre 2012 y 2014, identificó a 89 personas que fueron ejecutadas entre la asunción de Geisel y el fin de la dictadura. Además, se estima que otras 11 personas pueden haber muerto o desaparecido, y se sospecha que hubo más casos que no han sido confirmados o denunciados.

Al ser consultado sobre este tema en una entrevista con la Rádio Super Notícia, Bolsonaro también atribuyó una voluntad política al hecho de que trascendiera este memorándum. En su opinión, como él está “por llegar” a la presidencia de Brasil –aparece segundo en intención de voto en las encuestas, detrás del ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, que quizás no pueda participar en las elecciones–, los medios de comunicación consideraron que era “el momento” para dar a conocer esta información con la intención de perjudicarlo.

Bolsonaro no fue el único político que justificó la actuación de los militares en la dictadura. “Si las ejecuciones sucedieron, el Ejército no mandó matar a ningún inocente”, escribió en su cuenta en Facebook el pastor evangélico y ex ministro del gobierno de Río de Janeiro Rubens Teixeira, que es candidato a diputado.