Nació en Francia hace 31 años, pero vivió prácticamente 20 en Argentina, tierra natal de sus padres. Actualmente Paula Forteza ocupa un escaño como diputada en el Parlamento francés por el partido gobernante, La República en Marcha, y lo hace en representación de los franceses que viven en América Latina y el Caribe. La semana pasada, como parte de su trabajo parlamentario intercontinental, Forteza visitó Uruguay y, en diálogo con la diaria, hizo una evaluación del primer año de gobierno del presidente Emmanuel Macron y habló de las movilizaciones sociales que hoy sacuden al país europeo.
¿Cómo llegó a La República en Marcha?
Mis primeros pasos en la política fueron en el Partido Socialista [PS] francés, pero en determinado momento me alejé. Estaba desilusionada con el funcionamiento del PS, un partido bastante tradicional, jerárquico y rígido, que no dejaba mucho espacio a los jóvenes. El año pasado, cuando apareció el movimiento de Emmanuel Macron, me volví a entusiasmar, porque vi algo mucho más espontáneo, más horizontal y con una dinámica más abierta. La historia de cómo me uní es interesante porque explica hasta qué punto este movimiento vino a revolucionar la vida política francesa. Para las candidaturas legislativas, el movimiento puso una plataforma online en la que cualquier persona podía proponerse como candidata para tener el apoyo del partido para la campaña. Era un proceso totalmente abierto. La idea era, justamente, promover la renovación de la clase política, alejada de los políticos de carrera, y hacer una apertura a la sociedad civil. Yo propuse mi candidatura y quedé, en parte porque conozco bastante América Latina y el Caribe, pero a la vez porque conozco las instituciones francesas y su funcionamiento.
¿Cómo es su trabajo y su vínculo con América Latina y el Caribe?
Yo vivo en París y, como estoy en la Comisión de Leyes del Parlamento, tengo una agenda bastante cargada allí. De todas formas, viajo una vez por mes para visitar a los franceses de dos o tres países de mi circunscripción. Entonces voy a los liceos franceses y a las alianzas, y visito a los representantes consulares y a las diferentes asociaciones, para tratar de entender cuáles son sus preocupaciones. También tenemos una preocupación más geopolítica, que tiene que ver con la relación entre Francia y América Latina, y las oportunidades que puede haber en materia de cultura, cooperación y comercio. El cambio climático y los derechos de las mujeres también son temas que interesan a las dos partes. Justamente, antes de venir a Uruguay, viajé a Buenos Aires para exponer en el Congreso sobre el proyecto de ley para despenalizar el aborto. Me gustó poder contribuir con el país en el que viví tantos años por una causa en la que creo realmente. También el actual gobierno francés trabaja acerca de los derechos de las mujeres, y manifestó que la causa nacional de los cinco años de mandato iba a ser la igualdad entre los hombres y las mujeres. Para eso tenemos una secretaria de Estado [de Igualdad entre Mujeres y Hombres, Marlène Schiappa] que tiene un presupuesto importante y muy buenas iniciativas. Ella quiere llevar adelante lo que llama una “diplomacia feminista a la francesa”, y yo trato de llevar esa promesa por América Latina. Por otro lado, también hay temas para trabajar en conjunto en todo lo vinculado a lo digital y las nuevas tecnologías.
La semana próxima Macron cumple un año en el gobierno. ¿Qué evaluación hace La República en Marcha de este primer año de gestión?
Estamos muy orgullosos de lo que se pudo hacer en tan poco tiempo. La mayoría de las promesas de campaña se cumplieron, y estamos en un ritmo muy acelerado de reformas estructurales.
¿Cuáles fueron los obstáculos más difíciles a los que se ha enfrentado el gobierno?
Desde hace algunas semanas hay unas movilizaciones sociales bastante fuertes en Francia. Creo que es algo que era de esperarse, porque estamos haciendo reformas muy profundas. Hay actores que han acumulado privilegios o se han acomodado en ciertas situaciones, y es lógico que haya resistencias cuando uno toma decisiones y quiere ir para adelante. Durante mucho tiempo, esas decisiones no se han tomado en Francia, hubo una especie de inercia y una voluntad de no chocar contra estos intereses establecidos. Pero nosotros estamos convencidos de que vamos en la dirección correcta y de que todas estas personas van a estar satisfechas cuando vean el resultado y el impacto de las reformas que estamos llevando a cabo. Así que seguimos tratando de explicar el sentido y las razones de lo que hacemos, seguimos tratando de hacer mucha pedagogía y de pedirle a la gente un poco de confianza y de paciencia, para que llegue a ver los frutos.
¿Eso significa que no están abiertos a un diálogo para lograr un consenso con los sectores que se oponen a las reformas?
Por supuesto que estamos abiertos a un diálogo. El ADN de las políticas que estamos llevando a cabo se basa en la concertación. Antes de lanzar todas las reformas, hacemos consultas con los actores que están implicados. Eso se hizo en la reforma laboral, por ejemplo, y funcionó muy bien. A cada momento, todos los ministros están abiertos al diálogo y se reúnen con los manifestantes. El propio presidente va a las manifestaciones a establecer un diálogo con las personas y a tratar de escuchar cuáles son las reivindicaciones, algo que es inédito en la vida política francesa. La cultura del diálogo está siempre. Pero sí hay ciertas convicciones que son las que hemos establecido en el programa inicial, por las cuales los franceses nos han dado el mandato en las últimas elecciones, y no las vamos a poner en cuestión.
Durante la campaña, Macron rechazó posicionarse a la izquierda o a la derecha del espectro ideológico. Sin embargo, a un año de su llegada al gobierno y luego de varias iniciativas aprobadas, muchos consideran que la balanza de La República en Marcha se inclinó más hacia la derecha. ¿Cómo se definen ustedes?
Yo vengo de la izquierda, como Macron, y también sentí en un momento esa necesidad de ir más allá de estas antiguas divisiones que ya no están adaptadas a los desafíos de hoy en día. Actualmente, vemos desafíos que son completamente transversales, que son globales, que no entran en las casillas de esta lectura izquierda-derecha. Hay que pensar soluciones más pragmáticas, que a veces tienen ingredientes de la izquierda y también de la derecha. Pero hay nuevas causas. Por ejemplo, ecología, feminismo, cómo utilizamos y regulamos las nuevas ideologías, son nuevos desafíos que no han sido pensados en estas ideologías del pasado y que no encuentran respuestas eficaces en esos bagajes ideológicos. Yo creo que todas las personas que formamos parte de La República en Marcha estamos abocadas al diálogo y la apertura, porque incluso dentro de nuestro partido somos todos muy diferentes y venimos de profesiones diferentes, de partidos políticos diferentes, incluso de países diferentes. Pero también nos define ese pragmatismo de querer partir primero de la comprensión de los problemas para poder encontrar después las soluciones, y no venir desde una lectura con a prioris que nos cierran el universo de los posibles. Otra cosa que nos caracteriza, y también al personaje de Macron, son esas ganas de libertad y de no querer que nos encasillen. Queremos poder traerle a cada problema la solución adecuada, sea de izquierda, de derecha, de centro o de lo que sea. Ya no leemos las cosas de ese modo.
¿Cuáles son los principales objetivos que tiene establecidos el gobierno de Macron desde acá hasta el final del mandato?
Uno de los grandes estandartes de Macron es el de construir una Europa fuerte, que pueda tener un peso a nivel internacional, que sea una instancia más democrática y más cercana para la población europea, y que tenga más capacidad financiera. Hay muchos desafíos que sólo pueden resolverse a nivel europeo, como los temas ligados a lo digital, por ejemplo. Yo, personalmente, quiero trabajar muchísimo en las nuevas tecnologías para aumentar la participación ciudadana y la transparencia de la acción política. En este sentido, hemos lanzado varias plataformas de intercambio con los ciudadanos. Yo trato de ser lo más transparente posible, pongo mi agenda y mis gastos online para que la gente pueda verlos. Por último, me interesa trabajar sobre la participación de las mujeres en el sector digital, que es mucho menor que la de otros sectores de la economía. Ese es otro combate que voy a liderar en los próximos meses.