“De ganar la presidencia Andrés Manuel López Obrador, serán cerradas todas las iglesias católicas y pasarán a ser propiedad del gobierno. Los sacerdotes serán expulsados. Se suspenderá el culto. Di NO a Morena”, dice un volante que circuló en redes sociales. A lo largo de la campaña para las elecciones mexicanas del 1º de julio se repitieron las acusaciones contra el líder del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) y candidato de la alianza Juntos Haremos Historia. Una y otra vez, López Obrador afirmó que existe una “guerra sucia” en su contra.

En abril, decenas de medios de comunicación, organizaciones sociales y universidades lanzaron una iniciativa de periodismo colaborativo, Verificado 2018, para detectar la información falsa. A un mes de su creación, el proyecto registró la existencia de distintos medios digitales dedicados a publicarla. Uno de ellos, www.retroceso.com, había divulgado en ese período 13 artículos con información inventada, 12 contra López Obrador (el otro, contra el candidato independiente Jaime Rodríguez Calderón). En uno de los artículos se incluían falsas declaraciones del dirigente de izquierda: “Al diablo con los empresarios, que se larguen”. En otro se presentó como su hijo a un hombre fotografiado junto a un auto de lujo, un Lamborghini, y en un tercero se hablaba de supuestos “sicarios” contratados por el dirigente.

Esas publicaciones se difundieron ampliamente en las redes sociales, en las que también se crearon cuentas destinadas a divulgar información falsa contra el candidato, que alcanzaron a miles de seguidores. Según informó Verificado 2018, una de estas cuentas, Amor a México, en Facebook, llegó a publicar que la esposa del candidato, Beatriz Gutiérrez Müller, “es nieta del general Heinrich Müller, de la división de la SS y criminal de guerra nazi, conocido como ‘Gestapo Müller’”.

También circularon en las redes sociales falsos volantes firmados por Morena y otros dos partidos que integran la coalición Juntos Haremos Historia (el Partido Encuentro Social y el Partido del Trabajo) en las que se atacaba a la Virgen de Guadalupe, que cada año mueve a millones de peregrinos en México. “La iglesia católica es parte de la mafia del poder”, decía el volante, y continuaba: “No permitamos la manipulación que hace la iglesia católica a través del fanatismo y la utilización de diversos símbolos como el cuento de la Virgen de Guadalupe”.

López Obrador acusó a sus “adversarios” de haber lanzado ese folleto. “Agregaron a la guerra sucia la distribución masiva de un volante según el cual ofendemos a la virgen de Guadalupe”, dijo. “Estoy consciente de que el pueblo de México venera a la virgen, como tiene veneración por Benito Juárez, como la tiene por las madres, por la patria. Entonces no vamos a ofender las libertades del pueblo”, manifestó. El dirigente dijo que su movimiento es respetuoso “de la libertad de creencia” y que entre sus integrantes hay “católicos, evangélicos, libres pensadores”.

Otro modo de disuadir a los votantes de Juntos Haremos Historia fueron los mensajes anónimos disfrazados de encuestas telefónicas en las que una voz grabada decía: “Si no has decidido tu voto o simpatizas con López Obrador, este mensaje te interesa todavía más. Como tú sabes, López Obrador propuso que se les dé amnistía a quienes han participado en delitos de narcotráfico. ¿Tú estás a favor o en contra de que se perdonen delitos a quienes cometieron delitos relacionados con el tráfico de drogas?”.

El líder de Morena ha sido acusado –ahora y en campañas anteriores– de querer implantar en México un modelo venezolano. “Ni chavismo, ni trumpismo. Sí juarismo, maderismo, cardenismo, mexicanismo. Que no te asusten”, aclaró. Se ha dicho que si gana habrá una crisis económica, que el político ya tiene demasiados años, que su salud está deteriorada. “Gracias a la ciencia y al creador, estoy bien de salud”, respondió. “Quieren asustar, es parte de la guerra sucia”, insistió.

En esta campaña circuló una foto en la que López Obrador está en consulta con un médico (que según el candidato es una imagen de hace cinco años), así como un audio en el que habla arrastrando la voz. “Es que están manipulando videos. Yo, de por sí, hablo despacio, no hablo de corrido, entonces lo que hacen es que le bajan todavía más el volumen”, explicó el candidato. “Están nerviosos mis adversarios porque seguimos creciendo”, dijo.

Con todo

En mayo el gobierno mexicano llamó a los empresarios a no presionar a sus trabajadores para incidir en su voto. “La ley electoral es muy clara, y en esto tenemos que ser todos muy respetuosos. El voto es libre y secreto; nadie, bajo ninguna circunstancia, puede coaccionarlo ni mucho menos inducirlo”, dijo Eduardo Sánchez, coordinador general de Comunicación Social y vocero de la Presidencia. Según informó la agencia de noticias Efe, la intervención de Sánchez fue la respuesta a diversas acciones de algunas grandes empresas del país –entre ellas Grupo México, El Palacio del Hierro, Herdez, Grupo Vasconia y Femsa– que les dieron un mensaje político a sus empleados.

Grupo México les envió cartas, firmadas por su presidente ejecutivo, Germán Larrea, para pedirles que “razonen” al votar, que no lo hagan “enojados” y tengan en cuenta los riesgos del “populismo”. Les dijo que el grupo opera “concesiones mineras, ferroviarias y carreteras” gracias a que ganó licitaciones, y no como “producto ni de compadrazgo ni de corrupción, como afirma injustamente el candidato de Morena”. Así que les recomendó: “Cuidemos todos a nuestra empresa, que es fuente de trabajo, sustento familiar y bienestar”. Otras firmas les ofrecieron a sus empleados cursos sobre “populismo”, o sus dueños manifestaron su posición contraria a López Obrador.

La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), que reúne a 36.000 empresarios, respaldó a Larrea y le hizo al candidato de izquierda “un llamado a la tolerancia”.

Primero, López Obrador denunció que algunos empresarios llamaban directamente a votar por su rival Ricardo Anaya, pero finalmente optó por conciliar y el 5 de junio se reunió con representantes de organizaciones empresariales. “Los empresarios no tendrán problemas en nuestro gobierno, van a ser respetados, se va a buscar la convergencia del sector privado con el sector público y con el sector social”, dijo.

Ya en 2006, cuando se postuló por primera vez a la presidencia mexicana, López Obrador denunció una campaña en su contra. En aquella elección también denunció fraude electoral. Aunque llevaba una amplia ventaja en el comienzo del recuento de votos, finalmente los resultados oficiales dieron por ganador a su principal rival, Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, por menos de 1% de sufragios.

En las encuestas de intención de voto para las elecciones del 1º de julio, el candidato de Juntos Haremos Historia le lleva la delantera por lejos a sus rivales Anaya, de la coalición que lidera el Partido Acción Nacional (Al Frente por México), José Antonio Meade, de la alianza encabezada por el gobernante Partido Revolucionario Institucional (Todos por México), y Rodríguez Calderón, independiente.

A comienzos de junio, una encuesta publicada por el diario Reforma concluía que López Obrador alcanzaba 52% de intención de voto. Si bien sus rivales cuestionaron el sondeo, en otros estudios similares el dirigente reúne un respaldo cercano a 50% y 20 puntos porcentuales de distancia de cualquiera de los otros candidatos.

Incluso en una encuesta de la organización empresarial Coparmex, de principios de junio, López Obrador aparece con 39,5% de apoyo y una ventaja de más de 20% sobre su principal rival, Anaya, que alcanzaba 18,6%, en un país en el que la presidencia se define sin segunda vuelta. En ese sondeo, Meade reunía 12,1% de respaldo y Rodríguez Calderon sólo 2%. El margen de duda lo aportan los encuestados que todavía no definieron su voto, 27,8%, y la campaña, que continúa.