El presidente estadounidense, Donald Trump, consideró ayer que los inmigrantes que cruzan ilegalmente la frontera sur de su país deben ser deportados sin la oportunidad de iniciar un proceso judicial. “No podemos permitir que esta gente invada nuestro país. Cuando alguien entra, debemos inmediatamente, sin jueces o casos judiciales, enviarlos de vuelta por donde vinieron”, publicó Trump en Twitter. “Nuestro sistema es una burla a la buena política de inmigración y a la ley y el orden. La mayoría de los niños viene sin padres [...] Nuestra política de inmigración, de la que se ríe todo el mundo, es muy injusta para todas aquellas personas que han llegado de manera legal y llevan años esperando en fila”, agregó el gobernante en otro mensaje.

Si se llegara a adoptar, esta medida supondría una violación del principio del debido proceso, que establece que el Estado tiene que respetar el derecho de las personas a unas garantías mínimas para que el resultado de un proceso judicial sea justo y equitativo. Esto incluye el derecho a comparecer ante un juez.

Las declaraciones de Trump tuvieron lugar cuatro días después de que se viera obligado a firmar un decreto para ponerle fin a la separación de niños y adolescentes inmigrantes de sus familiares en la frontera, uno de los puntos que incluía la política de “tolerancia cero” que su gobierno impulsó en abril para frenar la inmigración ilegal. La orden que firmó establece que, a partir de ahora, los menores de edad deberán ser encerrados con sus padres mientras estos se enfrentan al proceso para ser deportados.

Como consecuencia de ese decreto, el Departamento de Seguridad Nacional aseguró el sábado que reunió a 522 niños inmigrantes con sus familiares. Se esperaba que otros 16 niños se reencontraran con sus padres ayer, según un comunicado de esa cartera. Todavía faltan unos 2.000 más, que esperan encerrados en albergues del Departamento de Salud y Servicios Sociales. Las condiciones en las que viven allí son “indignantes” y “bárbaras”, de acuerdo con la descripción de unos 20 legisladores demócratas que durante el fin de semana visitaron varios centros en el estado de Texas.

Mientras ellos se indignaban, Trump reavivaba el debate en un acto del Partido Republicano en Las Vegas en el que dijo que si su gobierno demostraba “alguna debilidad”, “millones” de indocumentados cruzarían ilegalmente la frontera con México. Por eso, continuó, es necesario construir el muro en esa zona.

En la misma línea, el presidente dijo que su gobierno “quiere” que lleguen inmigrantes al país, pero bajo un sistema migratorio “basado en el mérito”. “Queremos gente que pueda amar a nuestro país y que quiera hacer a Estados Unidos grande de nuevo”, agregó, citando el lema de campaña que adoptó en 2016 y, desde entonces, incluye en todos sus discursos.

La defensa de sus políticas migratorias no terminó ahí. El mismo día, más tarde, Trump recibió en la Casa Blanca a una decena de padres cuyos hijos fueron asesinados por inmigrantes indocumentados. “Estos son los ciudadanos estadounidenses permanentemente separados de sus seres queridos, porque los mataron inmigrantes ilegales criminales. La palabra en la que tienen que pensar es ‘permanentemente’”, dijo Trump, en un intento por minimizar el alejamiento temporal de los niños apartados de sus familiares en la frontera, una medida que generó rechazo en Estados Unidos y el mundo.