Este fin de semana la violencia en Nicaragua llegó a un nuevo máximo. El viernes, grupos armados afines al gobierno asaltaron la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua con armas de guerra, según manifestaron algunas de las personas que estaban allí. La universidad más grande de Nicaragua estaba ocupada por estudiantes, como muchas otras, pero en este caso la institución –que es autónoma pero se la califica de oficialista– no respalda las protestas.

La irrupción llevó a decenas de estudiantes a huir del edificio y muchos de ellos se dirigieron a la iglesia Divina Misericordia, lugar al que estaban trasladando a los heridos de la ocupación de la universidad. Los jóvenes se atrincheraron en la iglesia, donde también había sacerdotes, periodistas nacionales y extranjeros y médicos. El gobierno no se pronunció sobre la violencia en la universidad, pero esta emitió un comunicado en el que acusó a los jóvenes de haber destruido el lugar.

La iglesia fue rodeada rápidamente por la Policía y grupos paramilitares afines al gobierno. “Sacerdotes, periodistas nacionales y extranjeros y estudiantes heridos, rodeados por paramilitares en [...] la parroquia Divina Misericordia de Managua”, publicó en Twitter el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de esa ciudad, Silvio Báez. Esa red social suele ser utilizada por sacerdotes para informar sobre las situaciones de violencia que se están presentando en las iglesias.

Se desarrolló una negociación que permitió que fueran evacuados de la iglesia los heridos graves y el trabajador del Washington Post Joshua Partlow, que era uno de los dos periodistas extranjeros que estaban en el lugar. El otro, Ismael López, de la cadena BBC, contó en una crónica publicada ayer que eran unas 200 personas las que estaban en el lugar y que el asedio duró 15 horas. Durante ese período, se escucharon constantemente las ráfagas de los disparos. Algunos jóvenes pedían ayuda o enviaban videos a sus familiares, algunos despidiéndose y otros con frases como “Yo no me dejo agarrar viva”.

Rodeados por las fuerzas oficialistas, los heridos empezaron a acumularse dentro del edificio. Algunos sufrieron heridas de bala y otros a causa de los escombros que saltaban cuando estas impactaban en la pared. Los médicos que estaban en el lugar fueron atendiendo como podían a las personas heridas. Un joven, Gerard Chávez, murió dentro de la iglesia, mientras otro, Francisco Flores, falleció afuera del edificio, en una barricada.

La situación terminó gracias a la negociación entre el gobierno y las autoridades eclesiales, que todavía actúan como mediadoras en un diálogo nacional entre el oficialismo y la oposición que está suspendido desde hace semanas. Las personas que estaban en la iglesia fueron trasladadas en varios vehículos a la Catedral Metropolitana, donde fueron recibidas por sus familiares y las autoridades eclesiásticas mientras se cantaban canciones religiosas y el himno de Nicaragua.

Después de un intento infructuoso de negociar una salida a la crisis que atraviesa el país, en las últimas semanas el gobierno ha redoblado la represión de los opositores. Entre otras cosas, está llevando adelante la llamada Operación Limpieza, que consiste en que fuerzas policiales y paramilitares avancen sobre los grupos de la población civil que mantienen bloqueos y barricadas en las calles de algunos barrios. Además, entran a las casas de quienes consideran que son los líderes de esas movilizaciones, denunciaron organizaciones civiles nicaragüenses. En estos avances han muerto decenas de personas. Ayer las muertes fueron cinco, en tres barrios diferentes.