En una votación bastante ajustada, el Parlamento británico aprobó ayer una enmienda que obliga al gobierno de la primera ministra, Theresa May, a negociar con la Unión Europea (UE) la salvaguarda acordada entre las dos partes para evitar la imposición de una frontera dura entre Irlanda del Norte (que pertenece a Reino Unido) y la República de Irlanda (integrante de la UE) después del brexit. El debate giró en torno a una cláusula propuesta por el legislador conservador Graham Brady que proponía “reemplazar” la frontera física por “arreglos alternativos”.

La iniciativa –que salió adelante con 317 votos a favor frente a 301 en contra– tenía el apoyo explícito de May. De hecho, era una de las propuestas que su gobierno puso arriba de la mesa para intentar terminar con el estancamiento en el Parlamento y que el acuerdo al que llegó la primera ministra con Bruselas en noviembre tuviera finalmente la luz verde de los legisladores.

Antes de la votación, May presionó al sector más euroescéptico de su Partido Conservador para que respaldara la modificación y contribuyera así a incrementar la presión sobre la UE, que ya advirtió en repetidas ocasiones que el acuerdo está firmado por todos los países del bloque y, por ende, ya quedó sellado. “Esta enmienda me dará el mandato que necesito para negociar con Bruselas un acuerdo que pueda apoyar una mayoría en esta cámara”, dijo la gobernante en el debate.

Sin embargo, después de que se conoció el resultado de la votación, el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, reiteró en un comunicado que el acuerdo para la salida de Reino Unido del bloque “no está abierto a la renegociación”.

Uno de los principales promotores de esta modificación es el Partido Democrático Unionista (DUP) de Irlanda del Norte, que justamente votó hace 15 días contra el acuerdo firmado por May porque argumenta que esa frontera puede dejar a Reino Unido integrado en las estructuras de la UE durante años en contra de su voluntad.

El líder del partido norirlandés en el Parlamento, Nigel Doods, negó ayer estas decisiones pudieran poner en peligro el proceso de paz en Irlanda del Norte. De hecho, consideró “indignante” e “imprudente” que legisladores pudieran sugerir esa idea.

Por el contrario, y siguiendo la línea de la UE, el gobierno de la República de Irlanda recalcó en un comunicado que la posición de Bruselas sobre los términos de salida de Reino Unido ya fueron fijados, incluida la frontera irlandesa, y que “eso no ha cambiado”, por lo que no hay chances de que haya una “renegociación”. E insistió: “La mejor manera de lograr una salida ordenada es ratificando este acuerdo”.

Durante la sesión de ayer, el Parlamento británico también aprobó una enmienda no vinculante que rechaza que el país abandone la UE el 29 de marzo sin llegar a un acuerdo. Si bien no tiene peso legal, la medida agrega presión al bloque europeo para evitar una retirada abrupta. En la misma sesión, los legisladores rechazaron otras dos enmiendas que pedían de forma explícita que May solicitara una extensión del plazo para abandonar la UE, si el Parlamento no lograra ratificar un acuerdo antes del 26 de febrero.