La universalización del acceso a la educación terciaria para todos y todas es más que una promesa electoral, es un proyecto país. Así lo sintetizó Daniel Martínez en Maldonado cuando presentamos las diez propuestas de Educación, fruto del trabajo del equipo en permanente diálogo con actores de la enseñanza y con las bases programáticas del Frente Amplio. No se trata de cifras y porcentajes, sino de un proyecto que tras los quince años de logros, errores y aprendizajes, nos proponemos como utopía para compartir con la sociedad. Para ello pensamos en la necesaria visión integral del sistema nacional de educación que fortalezca la presencia de los estudiantes y potencie la experimentación pedagógica para alcanzar una transformación profunda que, manteniendo lo bueno, nos permita hacerlo mejor.

En primer lugar, garantizar el acceso universal a los niños de tres años. Estamos muy cerca y con el desarrollo de las obras comprometidas además de la nueva carrera de Maestro de Inicial, es factible alcanzar la meta valorando el carácter innovador y creativo que la didáctica de Inicial tiene para el ingreso de todas y todos al sistema.

Al mismo tiempo se encaminará el carácter universitario de la formación docente. De esta forma, la investigación y la extensión serán parte de la formación y de la carrera de los educadores. Se estimulará la publicación de trabajos sobre las experiencias didácticas y la formación continua a través de los acompañamientos didácticos y la realización de posgrados. Esto permitirá además reorganizar el sistema de elección de horas en Educación Media (respetando los derechos laborales) a partir de un componente formativo y con la posibilidad de estimular el desarrollo de prácticas de innovación y extensión en la zonas que más inversión y audacia pedagógica requieran. Maestros y profesores estarán más y mejor formados, con posibilidades de participar en congresos, difundir sus prácticas, aprender con otros y al mismo tiempo, volcar sus sentidos de enseñanza y vocación en las zonas que más lo necesiten. Será una cuestión de negociación política el camino a transitar. La creación de una nueva Universidad necesita de mayorías especiales que la oposición ha bloqueado. Pero el auspicioso acuerdo entre ANEP y UDELAR permite explorar un sendero alternativo que no modificaría lo esencial del cambio: la formación universitaria no es una cuestión de título, de sello en una ventilla o status. Sino el reconocimiento al carácter avanzando de una práctica y un saber específico que, si aspiramos a una mejor educación de veras, no se resuelve desde una mirada instrumental sobre la formación de sus actores.

Vamos a cambiar los tiempos. Nos proponemos generar más tiempo educativo para estudiantes y docentes, de forma tal que niños y jóvenes puedan vivir más experiencias de formación, en clave diversa y no necesariamente “más horas de aula”. Atendiendo a una demanda social de los arreglos familiares contemporáneos, escuelas y centros de educación media deben ofrecer más tiempos para vivir experiencias de formación de nuestros hijos. Para ello se incrementarán las escuelas de tiempo extendido (combinando talleres con aula) y se articulará la integración de liceos y escuelas técnicas con otras instituciones educativas de los territorios para dar una mayor cobertura al tiempo pedagógico. A su vez, docentes y educadores trabajarán en los centros reconociendo que en su carga horaria realizan una labor que pedagógica que va más allá del aula: tareas de planificación, acompañamiento, participación en proyectos, trabajos comunitarios, atención a la inclusión y formación permanente.

En tal sentido, se potenciarán los programas de Maestro Comunitario, el trabajo en binas, el Sistema de Protección de Trayectorias y se desarrollará una Dirección Específica (Uruguay Proyecta) para fomentar y multiplicar la experimentación pedagógica como política de transformación educativa de alcance nacional. Respetando los saberes didácticos y disciplinares de los educadores, apoyando el trabajo interdisciplinario y la conformación de equipos en los centros que, con la incorporación de prácticas de la educación no formal y la colaboración transversal de psicólogos, psicopedagogos y trabajadores sociales, potencie el cambio educativo de forma situada e incremental. Será fundamental el fortalecimiento de los equipos de Dirección y la construcción de un nuevo sentido de las inspecciones para que cumplan un rol de coordinación y apoyo a las nuevas formas que los educadores den a sus propuestas, evitando burocratismos que desalienten las propuestas o las conviertan en una mala copia del ensayo inicial.

La idea central es potenciar la tarea de los educadores como intelectuales transformadores en constante diálogo con los intereses y la participación de los estudiantes para encontrar diversos formatos de clases, proyectos, salidas didácticas, participación en olimpíadas o acciones de responsabilidad ambiental. Con la consecuente mejora de la motivación, la experimentación y la significancia de los aprendizajes. Y al mismo tiempo acercar a las familias a través de los consejos de participación previstos por la ley, de forma tal que los temas a trabajar resulten de especial importancia para la comunidad local o barrial. Estos cambios profundos en el diseño de los centros, anclados en la potencialidad de los saberes didácticos de los docentes y una mejor interacción entre familias, estudiantes y centro educativo, tendrán como correlato al final del ciclo obligatorio la oportunidad de ingresar a una Educación Media Superior reformada.

El objetivo es terminar con la rigidez de los bachilleratos de Secundaria (Utu está más avanzada en eso) y promover la navegabilidad dentro del sistema de forma tal que los estudiantes puedan elegir los énfasis de materias que quieran realizar de acuerdo a su vocación. Con el complemento necesario y vital de acreditar los saberes en función de otras experiencias formativas que los jóvenes comienzan a transitar a partir de los 15 años: deportes, artes, primeras experiencias laborales. En vez de ser un freno a la continuidad, el sistema educativo debe modificar los aspectos necesarios para que quien inicie una experiencia de futbolista, de bailarina o de ayuda económica a sus padres en el emprendimiento familiar, vea en ello un complemento a su educación, reconociendo los saberes que tal situación le aportan a él y sus compañeros.

Por último, nos proponemos continuar con la extensión de las grandes transformaciones iniciadas bajo los gobiernos del Frente Amplio, que son pilares reales desde donde el diseño de cambios se vuelve factible. Continuará el acceso gratuito a los sistemas de transporte para que ningún estudiante vea impedida su concurrencia por razones económicas. Se extenderá el Plan Ceibal a la Educación Media Superior, y será un gran aporte para la dinámica de Uruguay Proyecta como política educativa en clave de siglo XXI (ciudadanía digital, cyberbulling, reconocimiento de noticias falsas, uso responsable de la redes). Crearemos Polos Lingüísticos regionales para fortalecer el Uruguay Plurilingüe con la universalización de la enseñanza del inglés y la introducción del chino. Se potenciará también el proceso de descentralización de la Universidad de la República y la extensión de la UTEC, de forma tal que los jóvenes de todas partes del país tengan la oportunidad real de seguir estudiando y trabajando sin el desarraigo que décadas atrás suponía aspirar la formación terciaria. Todo lo anterior en un marco de articulación integral del sistema y con la participación de los actores supone una plataforma republicana, actualizada y democratizadora de la enseñanza como pilar de un país con más oportunidades.