El Comité del Nobel de Noruega decidió otorgar el Premio Nobel de la Paz 2019 al primer ministro de Etiopía, Abiy Ahmed, una de las figuras más prestigiosas de la política africana en la actualidad.

Como argumento de la decisión la entidad con sede en Oslo -el de la Paz es el único Premio Nobel que se decide allí y no en Estocolmo, la capital sueca- expresó que dio la distinción al mandatario etíope por sus “esfuerzos para lograr la paz y la cooperación internacional y, en particular, por su decisiva iniciativa para resolver el conflicto fronterizo con la vecina Eritrea”.

De acuerdo a un comunicado, el comité noruego expresó que con este premio pretende reconocer a los “interesados en trabajar por la paz y la reconciliación en Etiopía y en las regiones del este y el noreste de África”. En ese sentido el organismo reconoció la tarea del presidente de Eritrea, Issaias Afewerki. “A la paz no se llega únicamente gracias a las acciones de una sola persona. Cuando el primer ministro Abiy tendió la mano, el presidente Afewerki la aceptó y contribuyó a dar forma al proceso de paz entre los dos países”, señaló la institución nórdica.

Abiy Ahmed, de 43 años de edad, quien es ingeniero informático y además militar, es el líder -ya sea presidente, primer ministro o dictador- más joven de todo el continente africano. Asumió el cargo de primer ministro de Etiopía en abril del año pasado, en remplazo de Hailemariam Desalegn, quien renunció luego de seis años de mandato en los que aumentó la represión contra algunos grupos étnicos de esta vasta nación situada en el cuerno de África, en la que viven cerca de 99 millones de personas. Los conflictos internos dentro del país generaron el desplazamiento de más de tres millones de personas, con las consecuencias humanitarias que ello acarrea para una nación con una historia milenaria, pero que sigue teniendo problemas estructurales y de desarrollo significativos.

Ni bien asumió el puesto Abiy Ahmed, que pertenece a la etnia oromo, la primer minoría del país, comenzó la tarea de pacificación interna, entre otras cosas decretando la liberación de los presos políticos y además puso en marcha el proceso de paz con la vecina Eritrea, territorio que hasta comienzos de los años noventa formó parte de Etiopía. Si bien la separación de los países no implicó un conflicto bélico inmediato, la relación entre los dos países nunca fue fluida -estuvieron en guerra entre 1998 y 2000- y recién comenzó a normalizarse tras el acuerdo firmado por el premiado y por el presidente eritreo Afewerki en setiembre del año pasado.

Un comunicado difundido por la oficina del primer ministro divulgado por agencias internacionales manifestó la satisfacción por el otorgamiento del galardón, que además del valor simbólico que tiene, premia a su ganador con 9 millones de coronas suecas (aproximadamente 900.000 dólares). “Estamos orgullosos como nación”, dice el comunicado oficial emitido por el Ejecutivo etíope, que consideró el premio como una “victoria colectiva para todos los etíopes y un llamamiento a fortalecer nuestra resolución para convertir a Etiopía -el nuevo horizonte de esperanza- en una próspera nación para todos”.

Para el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas, el portugués Antonio Guterres, el acercamiento entre Eritrea y Etiopía es un “impulso para la estabilidad de la región”. El acuerdo de paz “abrió nuevas oportunidades para la seguridad y la estabilidad en la región y el liderazgo del primer ministro Ahmed ha brindado un ejemplo formidable a los países de África y de otros lugares que buscan superar las resistencias del pasado y dar prioridad al interés de la población”, declaró Guterres, en un comunicado.