Desde agosto de 2018 a julio de 2019, la deforestación de la Amazonia brasileña alcanzó 9.762 kilómetros cuadrados. Es la cifra más alta desde 2008, cuando ese fenómeno afectó a casi 13.000 kilómetros cuadrados, un área similar a la del departamento de Cerro Largo. Durante los 12 meses que terminaron en julio, la deforestación de la Amazonia brasileña creció 29,5% en relación con los 12 meses anteriores, según datos del Instituto Nacional de Investigaciones Especiales (INPE, por sus siglas en portugués). Los números surgen del Proyecto de monitoreo de la deforestación en la Amazonia legal por satélite.
La pérdida de selva registrada hasta julio coincidió con la llegada al poder de un gobierno con un discurso hostil hacia la preservación del medioambiente y la delimitación de áreas protegidas, y después de que la Amazonia fuera afectada en agosto por una cantidad de incendios considerada la mayor en una década. El presidente Jair Bolsonaro responsabilizó a organizaciones sociales, mientras que distintos políticos y activistas apuntaron a las quemas como mecanismo de deforestación y de preparación de tierras para la explotación agrícola. Incluso este mes se hizo una convocatoria de productores a quemar tierras, según informaron medios brasileños.
Los encargados de dar a conocer los números del estudio del INPE fueron el ministro de Ciencia y Tecnología, Marcos Pontes, y el de Medioambiente, Ricardo Salles, y lo hicieron en una declaración a la prensa en la que no respondieron preguntas de periodistas, informó Globo. “Los motivos del aumento [de la deforestación] son los conocidos desde 2012 en adelante: la presión de las actividades económicas, en su mayor parte ilegales. Necesitamos estrategias para contener eso”, dijo ayer Salles, que mencionó entre esas actividades la minería, la extracción de madera y la ocupación de tierras. Dijo que el gobierno quiere un “ambientalismo de resultados” y una “alternativa de economía sustentable” para la región de la Amazonia, y afirmó que mañana se reunirá con los gobernadores de los nueve estados amazónicos del país.
Buena parte de la deforestación, 84%, se concentra en cuatro estados. El principal es Pará, donde se registró casi 40% del total, 3.862 kilómetros cuadrados. Lo siguen Mato Grosso (17,26%), Amazonas (14,56%) y Rondônia (12,75%).
Según citó Globo, varias organizaciones civiles enfocadas en el medioambiente cuestionaron al gobierno de Brasil. El coordinador de Políticas Públicas de Greenpeace, Marcio Astrini, dijo a ese medio que el gobierno dejó de fiscalizar y de dar “un mensaje correcto de respuesta al problema”, y señaló que en la Amazonia “es mucho más barato combatir la deforestación que reforestar”, porque “es un lugar de difícil acceso y la reposición forestal ocurre después de décadas”. Agregó que las pérdidas ocurren “principalmente dentro de áreas protegidas, que no tienen más retorno”. En un comunicado, la organización Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su sigla en inglés) manifestó que “la deforestación creció de forma vertiginosa, y si el gobierno federal no modifica radicalmente su postura en relación con el tema, tenderá a crecer todavía más el próximo año, lo que haría que el país retrocediera 30 años en términos de protección de la Amazonia”.