“La energía de las calles no se traduce en energía política”, aseguró la directora de Greenpeace Internacional, Jennifer Morgan, al cierre de la primera semana de reuniones en la cumbre del clima de la Organización de las Naciones Unidas, la COP25. “Lo más importante no ha sucedido dentro de Ifema [el predio donde se celebran los encuentros], sino en las calles de Madrid”, agregó, en referencia a las grandes movilizaciones del viernes, en las que miles de personas les reclamaron más medidas a los líderes mundiales.

La semana pasada fue la de las reuniones preliminares, con una fuerte presencia de organizaciones civiles, instituciones internacionales, activistas y científicos que buscaron denunciar el impacto que está teniendo el cambio climático en el mundo y cómo la situación puede agravarse en los próximos años. A partir de mañana comenzarán los encuentros de primer nivel entre los jefes de Estado y de gobierno, en los que suelen buscarse acuerdos, aunque no siempre se alcanzan. Era justamente a ellos a quienes estaban dirigidas las protestas del viernes, que tuvieron réplicas el sábado y el domingo. La activista sueca Greta Thunberg estuvo en una de ellas ayer, después de participar en la Cumbre Global del Clima en la Universidad Complutense de Madrid.

En esa instancia también estuvo la Organización Mundial de la Salud, que reclamó a los países participantes de la cumbre que destinen más recursos a la protección de la salud y los fondos para mitigar el impacto del cambio climático. Es necesario, asegura la organización en sus conclusiones, “adaptar el sistema de salud” y llevar adelante “las intervenciones básicas de salud pública que mejoren el estado de la salud de las personas”.

Los recién llegados

Los líderes mundiales “tienen la obligación moral y democrática de asegurar que el eco de los pasos de la gente se escuche en los pasillos el poder”, agregó Morgan el viernes. Mañana empiezan los encuentros de primer nivel en la cumbre, pero, se teme de antemano, sus conclusiones serán insuficientes.

La cumbre, que sería en Chile, pero luego fue reubicada en Madrid, no contará con la presencia de los principales líderes mundiales, en particular, los de los países contaminantes: ni el estadounidense, Donald Trump, ni el chino, Xi Jinping, estarán presentes en las reuniones; tampoco sus principales ministros.

Las miradas se centrarán, nuevamente, en los activistas: además de Thunberg, estará el ex vicepresidente estadounidense y Nobel de la Paz Al Gore. A nivel político, la mayor fuerza la tendrá la Unión Europea, que, desde la llegada de Trump al gobierno, en este tipo de encuentro ha quedado representada en solitario como uno de los bloques altamente contaminantes en la historia que deberían asumir más responsabilidades por los daños ya causados.

No se espera que se alcance un acuerdo de resolución final al cierre de la cumbre, que es el viernes. Desde que Estados Unidos anunció su salida del Acuerdo de París, firmado en 2015, las iniciativas para luchar contra el cambio climático no han reunido el apoyo necesario para ser impulsadas de forma mancomunada por la comunidad internacional.

Más allá de que esta cumbre del clima cierre sin nuevos compromisos, el año que viene entra en vigor el Acuerdo de París, o al menos aquellos puntos en los que ya hay acuerdo. Uno de los que están pendientes es el que establece cómo funcionarán los mercados de carbono y cuáles serán sus límites.