Desde que asumió la dirección de la Orquesta Sinfónica del SODRE (OSSODRE), en 2018, Diego Naser marcó un quiebre en su historia reciente. A los pocos meses, la OSSODRE ya comenzaba a transitar una nueva etapa: se presentó en el Centro Cultural Kirchner, en la que fue su primera salida internacional en 29 años, con una respuesta tan favorable del público y la crítica que este 2019 el centro los volvió a invitar (en 2020 irán también a Brasil); la temporada oficial comenzó con una gira nacional junto con el Primer Festival Clásico Barroco, con el que interpretaron obras clásicas y barrocas en 12 departamentos; llegaron importantes referentes internacionales (como el israelí Pinchas Zukerman, considerado uno de los violinistas más trascendentes del siglo XX); se duplicó la cantidad de ballets en los que participó (en un año, Manon es el cuarto con orquesta en vivo); y se creó la figura del artista residente: por el período 2019-2020 el elegido fue el tenor uruguayo Carlo Ventre, que en la próxima temporada ofrecerá una gala lírica junto con el destacado barítono uruguayo Darío Solari y la soprano japonesa Eiko Senda.

En paralelo a este recorrido, hace unos días circuló la noticia de que, en 2020, Naser será el principal director invitado de la Orquesta de las Américas, un ensamble integrado por un centenar de músicos –menores de 30 años– de 25 países, con sede en Washington. Al mismo tiempo, será su catedrático: durante los ensayos brindará ponencias, charlas y clases, y compartirá los distintos procesos que implican los proyectos educativos, ya que Naser también se ha dedicado a la educación musical en Alemania y Uruguay.

Lo positivo de esta etapa, cuenta Naser a la diaria, es que la orquesta se profesionalizó: “Antes se llamaba YOA [Youth Orchestra of the Americas], pero ahora sólo se llama Orquesta de las Américas, porque se consideran que es una orquesta profesional, ya que el promedio de los músicos que la integran es de más de 20 años. Lo que hacen es reunir a los mejores jóvenes postulantes de distintos países de América”. Este año, por ejemplo, participó un músico de la OSSODRE, el violinista Gastón Bentancor, que a los diez años ya integraba el Sistema de Orquestas Sinfónicas Infantiles y Juveniles de Uruguay.

¿Qué implica ser director residente? Trabajar cerca del director titular de la orquesta, Carlos Miguel Prieto; llevar adelante muchos ensayos y dirigir algunos conciertos. Además del desafío habitual de estos encuentros, Naser explica que también lo vinculan con los jóvenes y nuevos profesionales del continente. “La invitación responde a que ellos consideran que hay directores que somos referentes musicales, como el chileno Paolo Bortolameolli, que también fue director residente, y ahora me incorporaron a mí como referente americano. Eso es importante, ya que es un destacado centro de formación y, además, los preparadores de los músicos (integrados por importantes orquestas, como la Filarmónica de Nueva York y la Metropolitan Opera, por ejemplo), trabajan minuciosamente con los vientos, las cuerdas y la percusión, para que recién después lleguen los directores, y se dediquen al ensamblado y a darle un arreglo final”.

Naser –que también es violinista de Daniel Berenboim en la West Eastern Divan Orchestra– subraya que lo positivo de este nombramiento es que, indirectamente, también posiciona a nivel internacional a la institución del SODRE, ya que los miles de postulantes se interesan en conocer a los profesores y directores de la orquesta.

El SODRE como prestador de servicios

Desde que asumió como director de la OSSODRE, Naser decidió hacer una donación personal de conciertos de viola a la Administración Nacional de Educación Pública, “con la única condición de que me llevaran a los centros educativos para que así el director de la OSSODRE fuera a buscar a los chiquilines, y además de tocar, se acercara para conversar sobre música y para presentar al SODRE como un prestador de servicios”. “Si les preguntás [a los niños] qué hace UTE o Antel, te lo dicen sin problema, pero si les preguntás por el SODRE te dicen que es un lugar donde se hacen espectáculos. No lo entienden como un proveedor de servicios que ya está pago, porque el SODRE tiene escuelas de formación y espectáculos gratuitos, y podés aprender instrumentos sin costo en la orquesta juvenil, pero la mayoría lo desconoce. Lo que hay que hacer es trabajo de campo, hay que ir a buscarlos”, sostiene.

El año pasado, en paralelo a la temporada de la orquesta, dio 51 conciertos gratuitos en centros educativos. Cuando se reunía para conversar con los estudiantes, Naser los invitaba a una segunda instancia: ir al Auditorio para ver a la OSSODRE y volver a tener un ida y vuelta. “En dos años, esto generó que nos encontráramos con alrededor de 30.000 estudiantes y adultos mayores. Es 1% de la población, y si contás la población infantil, todavía es más. Y no nos costó una inversión extra. Lo que empezó a cambiar”, advierte, “es que hoy la orquesta realmente está siendo utilizada como una herramienta de comunicación real”.