Más de una vez, María Noel Riccetto reconoció que llevaba mucho tiempo pensando en su retiro pero que aún no lograba imaginar cómo sería vivir lejos del escenario. Mañana, con el protagónico de Manon, la primera bailarina del Ballet Nacional del SODRE (BNS) se despedirá del elenco y comenzará a sondear nuevas variantes de su arte.

“Siempre he dicho que ella es una bailarina de transmisión; que su fortaleza está en la conexión que mantiene con el público”, dice el director del BNS, Igor Yebra, a la vez que destaca la posibilidad de que Riccetto se despida con un ballet de tanta complejidad como Manon, una de las grandes obras trágicas del siglo XX, creada en 1974 por el británico Kenneth MacMillan a partir de la novela Manon Lescaut (Abate Prevost, 1731). La turbulenta historia gira en torno a dos adolescentes, el noble Des Grieux y la atractiva Manon, que debe decidir entre el lujo y la comodidad o su verdadero amor.

Parte de su complejidad, apunta Yebra, responde a sus exigencias: grandes infraestructuras, un importante cuerpo de baile, que además de involucrar al elenco del BNS incorporó a una plana de 44 extras para que se desplacen sobre el escenario, y cambios técnicos y de vestuario que impulsan “un trabajo muy potente más allá de lo artístico”.

Entre los salones parisinos y los pantanos de Nueva Orleans, MacMillan, dice Yebra, se concentró en lo teatral, en la composición de los personajes. “Patricia Ruanne y Karl Burnett, que fueron sus montadores, decían que él no montaba el paso y después se dirigía a lo demás, sino que primero necesitaba tener la emoción de lo que quería transmitir, para luego crear el paso. Y yo creo que eso se refleja muy bien en sus pasos a dos: si ves el movimiento escénico del conjunto es maravilloso: ahí te das cuenta del trabajo dramatúrgico que tienen los ingleses. Tienen uno de los mejores teatros del mundo, y MacMillan se nutre de eso y lo plasma de una manera increíble en este espectáculo. Creo que desarrollar este tipo de personajes es algo con lo que cualquier bailarín sueña”.

Más allá de sus trazos compositivos y de los guiños narrativos, Manon está signada por la sensualidad. “Hay momentos en que siento pudor al verlos, y si a nosotros nos causa esa sensación no quiero imaginarme lo que fue en la época en que se creó”, admite Yebra, y reconoce que, además, es una realización perfecta, compuesta con el gusto inglés, un sugerente juego con los límites, y una propuesta activa: la necesidad de pensar para comprender lo que se está diciendo. Para el director artístico, “lo maravilloso es que Manon no cae en la vulgaridad, pero te lleva a un punto muy alto”, a la vez que despliega sobre el escenario un “tipo de sensualidad y seducción que no es nada habitual encontrar, y menos en los ballets clásicos”. Como si no bastara para consolidar el clásico, Yebra anota que, además, se sostiene sobre un guion muy actual, que sorprende con su vigencia y con una narración que mantiene una gran claridad. “También es cierto que responde a una época dorada de estos grandes ballets, que vivían una grandeza y la perseguían en su dramaturgia. Al día de hoy es muy difícil encontrar coreógrafos que tengan la capacidad de narrar un ballet con esa clarividencia, esa potencia y esos giros magníficos”.

Manon (que cuenta con la dirección musical de Marcelo Spaccarotella y con la participación de la Orquesta Sinfónica del SODRE, la OSSODRE) mantiene la versión original. Para eso se convocó a los supervisores artísticos Patricia Ruanne y Karl Burnett, encargados de montar este ballet en distintos puntos del mundo. “Todos los ballets que traemos mantienen la versión original porque es algo que nos exigen. Quienes marcan la diferencia son los intérpretes; luego las escenografías y el vestuario. Por lo demás, es lo que MacMillan había soñado”.

Con esta obra, además, el BNS cierra su temporada 2019, y comienza una etapa de incertidumbre: “El cambio de gobierno nos enfrenta a una incertidumbre, y sobre todo en mi caso, ya que vine de otra parte del mundo por un proyecto que no sé si se mantendrá”. En cuanto a este año, evalúa muy positivamente que el BNS haya realizado 48 funciones junto a la OSSODRE. “Esto, en la historia de la institución, nunca había ocurrido. El dato es muy potente, sobre todo frente a los problemas y complejidades que venimos arrastrando. Haberlo logrado nos enorgullece a todos, ya que se logró por el esfuerzo conjunto de la OSSODRE, el BNS y la dirección del SODRE. De dónde partimos, y lo que conseguimos esta temporada, es algo realmente remarcable: empezamos con la OSSODRE y el coro en un espectáculo como Carmina Burana, que ya marcaba el rumbo que queríamos tomar. Luego, nos subimos a la ola de Picasso con el programa de La noche francesa, que fue algo muy bello y que, además, surgió de la nada. Al mismo tiempo, haber estado en los festivales españoles más importantes, con un ballet que creamos aquí, como El Quijote del Plata, que fueran ellos los que nos pidieran expresamente esa obra, y que luego generara tanta repercusión, lo convierte en un año para valorar”.

Funciones

Manon irá desde mañana hasta el sábado 28 de diciembre, cuando será la despedida de María Noel Riccetto. La primera bailarina del BNS estará en el estreno y en las funciones de los días 14, 18, 20, 21 y 28.