Aquellos lectores que tengan más de 30 años recordarán una época en la que nuestro consumo televisivo estaba dictado por las decisiones de tres (a lo sumo cuatro) programadores, que compraban latas y las emitían en el horario central, que durante mucho tiempo era uno de los pocos horarios que existían. Recomendar una serie era tan sencillo como comunicar las coordenadas de tiempo (el día de la semana y la hora) y lugar (uno de los pocos canales abiertos).

En tres décadas, el panorama del entretenimiento ha cambiado en todo el mundo. No solamente estamos bombardeados por señales, servicios por streaming y links, sino que constantemente estamos bombardeados de recomendaciones. “Tenés que ver esta serie” es frase de todos los días, y aquellos valientes que escriben en las redes sociales “recomiéndenme algo para ver este fin de semana” se ven obligados a navegar entre un tsunami de respuestas. Hay películas, miniseries y hasta títulos que llevan varios años de emisión. “Vas a ver que en la tercera temporada se pone bueno”, dicen, como si uno tuviera tiempo de ver dos temporadas no-tan-buenas de cualquier cosa.

Todo eso sin mencionar que no existen gustos universales, así que podemos recomendar aquella comedia que nos hizo reír hasta las lágrimas o ese drama que nos hizo llorar (hasta las lágrimas, naturalmente) y que el otro nos clave un filoso “meh” en el medio de nuestra espalda. Nunca olviden que los resultados pueden variar.

Hay una comedia muy fácil de recomendar, porque alcanza con pedirle a la otra persona que dedique menos de media hora de su tiempo. Derry Girls es una de esas pequeñas joyas fractales que en su primer episodio contienen el total de la temporada –la cual, llegado el caso, no llevará más de dos horas y media ver de punta a punta–.

Welcome to Londonderry

El primero de los seis episodios tiene a nuestros protagonistas comenzando un nuevo año escolar en la Irlanda del Norte de los años 90, cuando recomendar una serie era sencillo pero la vida no lo era tanto. En pocas pero certeras pinceladas, la creadora y guionista Lisa McGee nos introduce a Erin y su núcleo familiar, que incluye a la excéntrica prima Orla. El grupo de amistades se completa con la activista Clare, la lujuriosa Michelle (que se volvió puteadora por mirar Pulp Fiction) y su primo James. Él no solamente es odiado por ser el único varón del colegio religioso, sino porque es inglés.

La primera aventura sigue al grupo durante una bravuconada que sale mal y los conmina a la dirección, donde la hermana Michael decide que merecen un tiempo de castigo. Allí confluirán los pequeños arcos de varios personajes, como las ganas de ir al baño o las ganar de irse de allí, hasta que todo sea coronado con una preciosa cereza sobre el pastel de comicidad.

Ver este episodio será suficiente para comprender la mecánica de Derry Girls, identificarse (o no) con el humor de la pluma de McGee y decidirse (o no) a ver el resto de la serie. Podría dejar de escribir en este punto, pero hay mucho más que se puede decir acerca de este hallazgo disponible en el catálogo de Netflix.

Northern Irish Vandal

Uno de los aspectos más elogiables, más allá del talento de su creadora, está en la elección de cada uno de los personajes del elenco. En su mayoría se trata de actores norirlandeses que uno jamás ha visto en pantalla, lo que recuerda la sensación de haber visto la primera temporada de American Vandal, aquel falso documental acerca del pillo que grafiteó penes en los vehículos de sus profesores de liceo.

Desconocía a Saoirse-Monica Jackson, pero es imposible no creerle a su Erin,que se siente líder natural del grupo de amigos, tal vez sólo porque su casa es la base de operaciones por naturaleza, ya sea por motivos de estudio o para pasar el rato. Como una Emma Stone de algún universo alternativo, nos lleva de aquí para allá con su carisma y su habilidad para las expresiones faciales.

Cada uno de los jóvenes intérpretes está perfecto en su papel y la única que por momentos desentona es Louisa Harland, porque su Orla es demasiado excéntrica para la realidad que intenta vendernos la serie. Es más Phoebe que Phoebe, citando a la excéntrica por excelencia de Friends.

La mecánica de la familia de Erin y Orla también es perfecta e incluye la relación brillantemente cruel entre el padre de Erin, Gerry (interpretado por Tommy Tiernan), y su suegro Joe (Ian McElhinney, más conocido como Ser Barristan Selmy en Game of Thrones). Uno espera que la violencia con la que el veterano trata a su pobre yerno se transforme en un abrazo, pero parece que este nunca llega.

Una última actuación merece ser destacada y es la de Siobhan McSweeney como la hermana Michael, completamente desinteresada de todo lo que ocurre a su alrededor, llegando a momentos fantásticos durante el show de talentos que cierra la temporada.

Cada episodio aprovecha las relaciones entre los personajes para sacar el máximo provecho a las historias, que son completamente independientes pero que van construyendo un Derry muy humano, en una época en la que los humanos en Irlanda del Norte peleaban hasta la muerte por considerar que eran más humanos que otros.

The Troubles

De esta forma (“Los Problemas”) se conoce el conflicto armado que se desarrolló desde fines de los años 60 hasta 1998 en Irlanda del Norte, que terminó con más de 3.500 muertos y más de 47.000 heridos. En ese marco está situada Derry Girls y la narrativa no huye del hecho, sino todo lo contrario.

Aquel primer episodio, muestra perfecta de un primer episodio, cuenta cómo el autobús escolar toma un camino más largo debido a una posible bomba en un puente. Y la presencia del Ejército inglés se hace sentir más que en algunos episodios de Doctor Who. Sin embargo, el grupito lo toma como algo natural, porque es la vida a la que están acostumbrados.

Algunos episodios tienen referencias más directas a las actividades de los terroristas o a las diferencias entre protestantes y católicos, y no falta el extranjero que no logra entender a qué se debe tanto escándalo. La religión también está presente y habrá oportunidad para que tanto la fe como la posición en el conflicto sean cuestionadas por alguno de los protagonistas.

Dreams

Por último, la música es otro componente fundamental de la serie. En algunos momentos parece un poco obvia como forma de situar temporalmente las acciones, algo que se le había criticado a Watchmen de Zack Snyder. Sin embargo, lo deja a uno con ganas de repasar la discografía de los 90, a la vez que es protagonista absoluta del cierre de esta primera temporada. Sí, habrá nuevos episodios de Derry Girls.

Las últimas escenas del episodio seis contrastan la inocencia y la amistad del quinteto de jovencitos con un conflicto capaz de dejar a un lado por un rato las peores enemistades familiares. Que suene de fondo “Dreams”, de los Cranberries, en un episodio emitido poco tiempo después de la muerte de Dolores O’Riordan carga el aire de una melancolía y una tristeza por el costado oscuro de la especie humana que uno no puede hacer más que aplaudir a Lisa McGee, después de haberse secado la humedad de los ojos.