La pulseada política que se vive en Venezuela desde hace semanas parece que llegará a un punto de tensión máxima el sábado 23 de febrero, día para el que –según ha manifestado el autoproclamado presidente encargado del país, Juan Guaidó– está previsto el ingreso a la nación bolivariana de ayuda humanitaria proveniente de Colombia, pero también desde Brasil y la isla de Curazao, situada frente a la costa venezolana.

Durante un acto realizado el sábado en Caracas, Guaidó tomo juramento a miles de personas que se ofrecieron voluntariamente para colaborar en la distribución de la ayuda humanitaria y anunció que el sábado 23 habrá “concentraciones en todas las ciudades del país”. Por otra parte, el presidente de la Asamblea Nacional, comandada por la oposición, instó nuevamente a los militares a que no acaten más las órdenes de Nicolás Maduro. “Tienen siete días para que se pongan del lado de la Constitución y hagan lo correcto”, manifestó Guaidó.

Por su parte, el presidente Maduro alertó sobre los planes de guerra contra Venezuela, ejecutados por Estados Unidos y Colombia, por lo que instó a los integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana a “estar bien desplegados y preparados para defender a nuestra tierra”. “Tenemos un poder militar con un nivel óptimo para defender al país. La Fuerza Armada hoy está jugando un papel tan importante como en los tiempos de fundación de la República”, expresó el presidente, que además cuestionó que “sectores vendepatria” traicionen el gentilicio venezolano con el llamado a una intervención militar que desemboque en una guerra de Estados Unidos contra Venezuela.

De todas maneras, Maduro se mostró menos beligerante ayer en su cuenta de Twitter, en la que expresó: “Creo en el diálogo franco y abierto como el único camino para la tranquilidad y la prosperidad de la Patria. En los últimos 6 años he hecho más de 400 llamados, y lo haré siempre, por amor a Venezuela”.

Si bien Maduro criticó la postura injerencista del mandatario estadounidense, Donald Trump, ratificó la voluntad de sostener una reunión con el magnate republicano, a pesar de que la Casa Blanca reconoce como presidente legítimo de Venezuela a Guaidó.

Paralelamente, el fin de semana el mandatario venezolano reveló, durante una entrevista con la agencia norteamericana Associated Press, que el canciller de su gobierno, Jorge Arreaza, mantuvo dos reuniones con el enviado especial de Estados Unidos para Venezuela, Elliott Abrams, un personaje conocido por su perfil intervencionista. Maduro agregó que, mientras Arreaza estuvo en Nueva York, invitó a Abrams a que visitara Venezuela “en privado, en público, en secreto”.

Pero, mientras los contactos diplomáticos continúan, lo mismo pasa con la guerra mediática. En ese sentido, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Bolton, aseguró durante una entrevista con Fox News “que los generales claves que apoyan a Nicolás Maduro están en conversaciones constantes con la oposición; no es público, pero ellos están negociando”. Los dichos de Bolton fueron respondidos por el canciller Arreaza, quien en su cuenta de Twitter aseveró: “El lenguaje amenazante gangsteril de @AmbJohnBolton denota la más sublime práctica diplomática. Qué lamentable que la política exterior de Estados Unidos haya caído en manos de semejante pandilla”.

Ayer Arreaza también negó, por el mismo medio, una noticia que estuvo circulando en internet, que indicaba que el banco ruso Gazprombank había congelado las cuentas de la empresa petrolera venezolana PDVSA.