Se va conociendo una especie de programa para la campaña electoral por las declaraciones de los cuatro precandidatos frenteamplistas. Las que formuló Óscar Andrade son, a mi juicio, las más comprometidas desde una perspectiva de izquierda. En ellas pone el acento en dos aspectos claves: 1) que el Frente Amplio (FA) no encare transformaciones para seguir mejorando la sociedad uruguaya sólo a realizarse por las instituciones políticas, sino que estas transformaciones sean propuestas e impulsadas conjuntamente con instituciones sociales de izquierda o progresistas; y 2) que no sean elaboradas exclusivamente desde la dirección, sino que las bases participen en esa elaboración.

Desde luego que estas propuestas merecen apoyo. Y las restantes –que no menciono– revelan una formación y un conocimiento extremadamente respetables. Pero, por la necesaria brevedad, y antes de señalar lo que considero que falta en el programa del FA, voy a referirme a ciertos aspectos de nuestra realidad social.

Hace 20 años teníamos comités de base, que desaparecieron. También la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay (FEUU) tenía un protagonismo destacado, y hoy casi desapareció. En cambio, el PIT-CNT está ocupando un lugar en el escenario político y social mucho más destacado que hace 20 años. Sus propuestas, sumamente coherentes, evidencian un nivel de elaboración teórico que supera –y por muy lejos– las escasas manifestaciones públicas que hace la dirección del FA. El PIT-CNT, por otro lado, continúa siendo una central única, a diferencia de lo que ocurre en muchos países, donde existen varias centrales obreras, afiliadas, cada una de ellas, a una de las corrientes en que se divide la izquierda. Esta peculiaridad de la sociedad uruguaya, conjuntamente con la estabilidad institucional –que en el siglo XX se alteró dos veces y en ambos casos por incidencia de factores externos–, tiene su importancia para apreciar que el FA –a semejanza del primer batllismo– constituye un fenómeno social que debería ser entendido como propio, específico de una sociedad muy urbana, muy integrada, de origen inmigrante, en la que se avanzó muy tempranamente en un proceso de mayor solidaridad social que en el resto de América Latina (a excepción de Cuba).

Dicho esto, paso a señalar algo que no está pensado “para ganar las elecciones” sino “para mantener la vitalidad de un movimiento transformador”. Se trata de que la dirección del FA proclame que la desaparición de los comités de base muy probablemente se deba, en primerísimo lugar, a que muchos militantes fueron llamados a desempeñar cargos en el Estado y a que no se procuró su sustitución. No es posible corregir en unos meses esta situación, pero sí se puede decidir e instalar una escuela de cuadros, como señal de que se atiende ese problema esencial.

El primer batllismo inventó las “escuelas ciudadanas”. El primer FA inventó los comités de base. Inspirémonos en la mejor historia que tenemos.

Roque Faraone es escritor y docente.